Sade o la revoluciуn del sexo

Al hablar de la vida privada durante la Revoluciуn nos vemos casi siempre forzados a depender de las medidas cuantitativas de la historia social (las tasas de divorcio y de suicidio) y de los testimonios directos de los escasos miembros de la elite que tuvieron la oportunidad de reflejar sobre el papel sus pensamientos “privados”. Sabemos muy poco acerca de lo que la gente experimentaba “en lo mбs нntimo”. їEn quй pensaba el soldado en su tienda, el prisionero en su cбrcel, la mujer de un revolucionario mientras cocinaba, un aguador mientras recorrнa las calles o yacнa en su lecho por las noches, incapaz de dormir? No tenemos ni siquiera la certeza de que estos fugaces momentos de conciencia privada significaran algo para la gente que viviу durante la йpoca de la Revoluciуn. Pero existe un ejemplo extremo de conciencia нntima que no puede ser ignorado por ninguna historia de la vida privada, y йste es el marquйs de Sade. Йste explorу los lнmites extremos de la sexualidad, sin duda una de las dimensiones mбs importantes de la personalidad privada, y sus exploraciones siguen, aъn hoy, definiendo en muchos sentidos las fronteras de la conciencia moderna. їEs una casualidad que las obras mбs importantes de Sade fueran escritas entre 1785 y 1800 (junto con unas pocas escritas en los aсos que precedieron a su muerte en 1814)?

Nada en la juventud de Donatien Alphonse Franзois de Sade hacнa adivinar al autor de la Philosophie dans le Boudoir ylas Cent Vingt Journйes de Sodome. El joven Sade realizу sus estudios en Louis-le-Grand antes de entrar en el ejйrcito real, al igual que muchos otros jуvenes de la nobleza y futuros cabezas de familia aristocrбticos; a los veintitrйs aсos contrajo matrimonio, y pocos meses despuйs era confinado en Vincennes, por medio de una lettre de cachet, acusado de “desenfreno exagerado”, lo cual supuso el inicio de una larga carrera de libertinaje, interrumpida por prolongados periodos en prisiуn. Pasу once aсos en Vincennes y la Bastilla entre 1778 y 1790, y a partir de 1801 fue encarcelado para no volver a salir (en Clarenton, entre 1803 y 1814). A pesar de su noble linaje, Sade consiguiу sobrevivir a la Revoluciуn en Parнs, escribiendo obras e incluso actuando como funcionario revolucionario (secretario de la section des Piques)antes de ser recluido durante varios meses en 1794 (en la misma prisiуn que Laclos).

Con anterioridad a 1789 Sade era un conocido libertino, pero durante la Revoluciуn su mala fama aumentу gracias a sus escritos: Justine conociу seis ediciones en la dйcada posterior a su publicaciуn en 1791. Las 300 pбginas de la novela fueron aumentadas a 810 en La Nouvelle Justine, publicada en 1797, y Juliette, publicada ese mismo aсo, tenнa mбs de 1.000 pбginas. Tanto Aline et Valcour como la Philosophie dans le Boudoir aparecieron en 1795. Justine fue la novela cuya autorнa le causу mбs denuncias por parte de la prensa; La Nouvelle Justine y Juliette, las otras dos novelas del ciclo de Justine, le llevaron a la cбrcel por ъltima y definitiva vez. Del nъmero de ediciones y de la fama continuada de Justine se deduce que, de hecho, Sade no era en absoluto un desconocido durante la Revoluciуn. Lolotte et Fanfan (1788), la famosa novela de Ducray-Duminil, el extravagante escritor sentimental que tomaba su inspiraciуn de la novelista inglesa Ann Radcliffe, alcanzу las doce ediciones, pero hay que tener en cuenta que Ducray-Duminil era el autor mбs popular de su tiempo. En esta йpoca de producciуn novelнstica constante (de 4 a 5.000 tнtulos entre 1790 y 1814, segъn una estimaciуn) en la que el gusto por la lectura de novelas se estaba desarrollando rбpidamente, acrecentado por los nuevos gabinetes de lectura que se multiplicaron en Parнs a partir de 1795, la obra de Sade tenнa un pъblico importante.

En sus Contes philosophiques, Sade no rechazaba los ideales revolucionarios: el sistema por йl empleado para socavarlos era llevarlos hasta las consecuencias mбs repulsivas posibles. Segъn Blanchot, “formula una especie de Declaraciуn de los derechos del erotismo”, en la que la naturaleza y la razуn se ponнan al servicio de los deseos de un egoнsmo absoluto; se daba la vuelta, una y otra vez, al triunfo convencional de la virtud sobre el vicio. El mismo Sade afirmaba: “Yo no soy en sus manos mбs que una mбquina que ella [la Naturaleza] maneja a su voluntad”. En el nuevo mundo, en el que reinaba una igualdad absoluta, sуlo el poder, con frecuencia brutal y cruel, importaba. El origen, el privilegio y todas las distinciones desaparecнan frente a este rйgimen revolucionario en el que no habнa ley (por lo menos en el sentido convencional). En las novelas de Sade, la libertad, la igualdad y la fraternidad eran ensalzadas y al mismo tiempo pervertidas. La libertad era el derecho a buscar el placer sin tener en cuenta la ley, las convenciones o los deseos de los demбs (y esta libertad sin lнmites para unos cuantos hombres especiales solнa implicar la esclavitud para las mujeres elegidas). Podнa darse la igualdad en la bъsqueda del placer, y el origen social no otorgaba un derecho especial, pero sуlo los mбs implacables y egoнstas ganarнan (y serнan casi siempre hombres). їY quй ejemplo mбs sorprendente de fraternidad que la de los cuatro amigos de las Cent Vingt Journйes o la “Sociedad de los amigos del crimen” de Juliette, cuyos reglamentos y rituales parodiaban los de las logias masуnicas y las miles de Sociedades de amigos de la Constituciуn (mбs conocidos como jacobinos) de la dйcada revolucionaria?

En las novelas de Sade lo privado tiene un papel muy especial: es necesario para obtener el placer mбs extremo y cruel, y suele aparecer representado como una cбrcel. Como seсalу Barthes, “el secreto sadiano no es mбs que la forma teatral de la soledad”. Cuevas, criptas, pasajes subterrбneos y excavaciones se encuentran entre los lugares favoritos de los protagonistas de Sade. El no va mбs en cuanto a secreto y soledad eran esos castillos elegidos especialmente por su aislamiento del mundo exterior (social). El castillo de Silling en la Selva Negra es el lugar donde se desarrolla Les Cent Vingt Journйes de Sodome; en Justine era el castillo de Sainte-Marie-des-Bois. No hay prбcticamente descripciones del exterior del castillo, y la del interior se recrea siempre desde el punto de vista del encarcelamiento: se insiste en la clausura pero tambiйn en el orden repetitivo. En Silling “yo dije que habнa que hacer tapiar todas las puertas por las que uno penetrara en el interior y encerrarse por completo en el lugar como si fuera una ciudadela asediada […]. Se siguiу mi consejo, nos barricamos de forma tal que se hizo imposible reconocer dуnde habнan estado las puertas, y nos instalamos en el interior”. Una vez dentro de este mundo aislado del exterior, este mundo absolutamente privado, se insistнa siempre en seguir rнgidamente un orden. La perversiуn no era sinуnimo de anarquнa: implicaba la inversiуn sistemбtica de todos los tabъes, el enfrentarse de forma regular y repetitiva a todos los lнmites, hasta llegar al punto en el que el placer exigнa el asesinato.

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