Сдам Сам

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Debieron acudir de inmediato a las proximidades de la gruta.





José no pudo haber llegado a la aldea de Belén...


que soy descendiente de Abraham, de Isaac y de Jacob;
no hagas de mí un escarmiento para los hijos de Israel;
devuélveme más bien a los pobres, pues tú sabes, Señor,
que en tu nombre ejercía mis curas, recibiendo de ti mi
salario.»

3. Y apareció un ángel del cielo, diciéndole:
«Salomé, Salomé, el Señor te ha escuchado. Acerca tu

mano al Niño, tómalo, y habrá para ti alegría y gozo.»

4. Y se acercó Salomé y lo tomó, diciendo:

«Le adoraré porque ha nacido para ser el gran Rey de
Israel.»

Mas de repente se sintió curada y salió en paz de la
cueva. Entonces se oyó una voz que decía:

«Salomé, Salomé, no digas las maravillas que has vis-
to hasta tanto que el Niño esté en Jerusalén.»

otra vez los mediocres «reporteros»...

Leyendo estos pasajes de los apócrifos he comprendido que
son muy pocas cosas las que de verdad nos han llegado
sobre el nacimiento de Jesús.

Parece mentira que un hecho de tamaña trascendencia
sólo fuera recogido por Mateo y Lucas. Y este último, no
con demasiada generosidad. Los restantes evangelistas «ti-
tulados» —Juan y Marcos— o no le dieron importancia o
no supieron cómo sacar adelante la «investigación».

Una vez más me lamento de haber nacido 2 000 años
tarde...

¡Cuántas veces he deseado ese sueño imposible! Cuán-
tas veces he pensado en el «seguimiento oficial» de Jesús
de Nazaret! ¿Cuántos datos, cuántas noticias, cuántas
informaciones ignorados o perdidos tendríamos hoy?

Pero, ciertamente, los caminos de «los de arriba» son
imprevisibles.

Además, si uno se pone a pensar, seguro que si los
periodistas hubiéramos tenido esa gran oportunidad de
acompañar a Jesús en su vida, al menos en la pública,
las grandes cadenas USA de televisión habrían comprado
la exclusiva... Claro que siempre hubiera habido «ticos
medina», «cuadras salcedo», «manus leguineche», «fer-
nandos múgica» o «pepes garcía martínez» que habrían
terminado por «comer el pan del morral» a los mons-
truos...


Pero olvidemos los sueños y volvamos a los apócrifos.

Para empezar, en los textos expuestos me encuentro
de nuevo con una circunstancia que brilla y espejea sin
cesar: la ancianidad o avanzada edad de José.

¿Qué otro significado puede encerrar ese medio lamento
del patriarca?: «Desde luego que a mis hijos sí que les
empadronaré, pero, ¿qué voy a hacer de esta doncella?
¿Cómo voy a incluirla en el censo? ¿Como mi esposa? Me
da vergüenza. ¿Como hija mía? ¡Pero si ya saben todos los
hijos de Israel que no lo es!...»

Sobran casi los comentarios.

¿Por qué podía darle vergüenza a José? Sólo se me
ocurre una salida: si José había pasado —y bien pasado—
la edad de la procreación, ¿cómo iba a presentarse ante
las autoridades responsables del censo o ante el pueblo
de Belén con aquella jovencita y en muy adelantado estado
de gestación?

La «papeleta» era fina...

¿QUÉ RUTA SIGUIÓ JOSÉ?

Otra precisión que, en mi opinión, tiene mucho jugo es
la del itinerario que siguió el grupo.

Ninguno de los evangelistas aporta un solo informe al
respecto. ¿Por dónde tiró José y su familia?

Si María vivía ya con José —cosa más que segura—,
eso significa que debían residir, tal y como apunta Lucas en
dos ocasiones, en la aldea de Nazaret, en la provincia de
Galilea, al norte de Jerusalén. Si José era de la familia
de David y debía empadronarse en Belén, al sur y en la
provincia de Judea, el camino era considerable. Pero aquí
se presenta el primer dilema: ¿qué ruta escogió José y su
familia? Si uno observa el mapa de Palestina en los tiem-
pos del Nuevo Testamento se dará cuenta que, entre la
provincia de Galilea y Judea, donde se encuentra Belén,
aparecía como una «cuña» el territorio de Samaria y una
esquina de la Decápolis.

Para algunos especialistas católicos, María y José de-
bieron salir de Nazaret y a los cinco o seis días llegar
a Siquén —donde Abraham tuvo su más importante «vi-
sión» y promesa (Génesis, 12,6)— para, posteriormente,


cruzar poblaciones como Silo, Betel (donde Jacob tuvo
también la misteriosa visión de la no menos «misteriosa»
«escala») y de allí a Jerusalén y Belén.

Este recorrido, suponiendo que existiese un camino,
supone, aproximadamente, unos 120 kilómetros.

Sin embargo, esta ruta, desde mi punto de vista, ence-
rraba en aquella época un serio inconveniente: Samaría.

Hoy es difícil que podamos asimilar el odio y las náu-
seas que producían los samaritanos a los judíos y vice-
versa, naturalmente. Desde que los habitantes de Samaría
—pueblo mestizo judeo-pagano— se separaron de la comu-
nidad israelita y construyeron su propio templo en el
monte Garizín (hacia el siglo iv antes de nuestra Era), las
relaciones fueron tensas y hasta violentas.

En el Eclesiástico (50,25-26), por ejemplo, se dice:
«Hay dos naciones que aborrezco, y la tercera no es pue-
blo: los habitantes de Seír, los filisteos y el pueblo necio
que habita en Siquén (Samaría).»

Fue durante el gobierno de Asmoneo Juan Hircano
(134-104 antes de Cristo) cuando las tensiones fueron
mucho más peligrosas. Poco después de la muerte de An-
tíoco VII (129 antes de Cristo), Juan se apoderó de la
ciudad samaritana de Siquén y destruyó el templo de Ga-
rizín. Así lo relata el historiador Flavio Josefo en su libro
Antigüedades.

No es de extrañar, por tanto, que, en lo sucesivo, el
ambiente entre judíos y samaritanos echara realmente
humo...

Esto nos puede hacer comprender mejor, por qué los
fariseos y sumos sacerdotes echaban constantemente en
cara a Jesús que comiera y se relacionase con samari-
tanos...

Es más. La palabra «samaritano», al igual que «bas-
tardo», constituía toda una infamia en boca de un judío.
Según Jeremías, una noticia tardía pero digna de crédito,
surgida en las últimas décadas anteriores a la destrucción
del templo, nos informa sobre una norma puesta en vigor
hacia el año 48 después de Cristo y por la que la comuni-
dad judía decidió considerar a los samaritanos «como
impuros desde la cuna y en grado supremo y causantes de
impureza».

En el colmo del odio, dicha norma especificaba: «... las
samaritanas son menstruosas desde la cuna y sus maridos,
perpetuamente manchados por las menstruosas».

Y aunque debió producirse una mejora pasajera en



GHOT

 


Si José, María y los hijos del esposo de la Virgen nutrieran







Что делать, если нет взаимности? А теперь спустимся с небес на землю. Приземлились? Продолжаем разговор...

Что будет с Землей, если ось ее сместится на 6666 км? Что будет с Землей? - задался я вопросом...

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