Сдам Сам

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КАТЕГОРИИ







Ahora le hablaba a su padre.





- Era un hombre muy obstinado. Jurй que algъn dнa ganarнa una discusiуn con el.

Reflexionу un momento.

- Sin embargo, nunca lo logrй. Tal vez sea por eso que me dediquй al Derecho. ЎMe encanta la idea de discutir un caso y ganar!

Esbozу una amplia sonrisa al pensarlo y luego volviу a ponerse seria.

- Sabe lo que hice una vez? Lo obliguй a decirme queme querнa y a darme un abrazo.

Jill trataba de contarlo como una simple anйcdota de sus aсos adolescentes, pero no le saliу asн. Se percibнa la sombra de una niсa herida.

- Jamбs lo habrнa hecho si no lo hubiera obligado. Pero me querнa solo que no podнa demostrбrmelo. Nunca pudo volver a decirlo. Por eso me alegro de haberlo obligado. Si no, nunca lo habrнa oнdo decнrmelo. Hacнa aсos y aсos que esperaba eso. Yo tenнa 18 aсos cuando le dije:” Vas a decirme que me quieres”, y no me movн hasta que me lo dijo. Despuйs le pedн un abrazo y, en realidad, tuve que abrazarle yo primero. El apenas me abrazу y me palmeу el hombro un poco, pero bastу. Realmente necesitaba eso de йl.

Las lбgrimas habнan vuelto, y esta vez rodaron por sus redondas mejillas.

- їPorquй le costaba tanto hacerlo? Parece una cosas tan bбsica poder decir a una hija que uno la quiere.

Volviу a contemplar sus manos entrelazadas.

- Lo intentй tanto...Tal vez por eso discutнa y peleaba tanto con йl. Yo pensaba que si alguna vez ganaba, el tendrнa que enorgullecerse de mi. Tendrнa que admitir que lo hacнa bien. Yo querнa su aprobaciуn, que supongo que significa su amor, mas que nada en el mundo...

Al hablar mбs con Jill, se volviу evidente que su familia adjudicaba el rechazo por part5e de su padre al hecho de que йl habнa querido un hijo varуn y en cambio habнa tenido una hija mujer. Esa explicaciуn fбcil de la frialdad de su padre hacia ella era mucho mбs sencilla para todos, inclusive para Jill que aceptar la verdad sobre йl. Pero despuйs de un tiempo considerable en terapia, Jill reconociу que su padre no tenia lazos emocionales cercanos con nadie, que habнa sido virtualmente incapaz de expresar amor, calidez o aprobaciуn a nadie en su esfera personal. Siempre habнa habido razones para su contenciуn emocional, tales como discusiones y diferencias de opiniуn o hechos irreversibles, como el que Jill fuera mujer. Cada miembro de la familia preferнa aceptar esas razones como vбlidas en lugar de examinar la calidad siempre distante de sus relaciones con йl.

En realidad, a Jill le costaba mбs aceptar la incapacidad bбsica de amar de su padre que continuar culpбndose a si misma. Mientras la culpa fuera suya, tambiйn habrнa esperanzas...de que algъn dнa ella pudiera cambiar lo suficiente para provocar un cambio en йl.

Es verdad que, cuando sucede algo emocionalmente doloroso y nos decimos que la culpa es nuestra, en realidad estamos diciendo que tenemos control sobre ello: si nosotros cambiamos, el dolor desaparecerб.

Esta dinбmica subyace a gran parte de la culpabilidad que se adjudican las mujeres que aman demasiado. Al culparnos, nos aferramos a la esperanza de que podremos descubrir lo que estamos haciendo mal y corregirlo, controlando asн la situaciуn y deteniendo el dolor.

Este patrуn en Jill quedo bien en claro durante una sesiуn, poco despuйs, en la cual describнa su matrimonio. Inexorablemente atraнda hacia alguien con quien pudiera recrear el clima emocionalmente carente de su niсez con su padres, su matrimonio fue una oportunidad de que volviera a intentar ganar un amor reprimido.

Mientras Jill relataba como conociу a su esposo, recordй una mбxima que habнa oнdo de labios de un colega: La gente hambrienta hace malas compras. Desesperadamente hambrienta de amor y aprobaciуn, y familiarizada con el rechazo aunque nunca lo identificara como tal, Jill estaba destinada a encontrar a Paul.

Me dijo:

_ No conocimos en un bar. Yo habнa estado levantando mi ropa en un lavadero pъblico y salн unos minutos para ir al bar de al lado, un lugar pequeсo y barato. Paul estaba jugando pool y me preguntу si querнa jugar. Le dije que si y asн empezу todo. Me invitу a salir. Le dije que no, que yo no salнa con hombres que conocнa en los bares. Bien, me siguiу hasta el lavadero y siguiу hablбndome. Finalmente le di mi nъmero telefуnico y salimos a la noches siguiente.

“Usted no va a creer esto, pero terminamos viviendo juntos dos semanas despuйs. El no tenнa donde vivir y yo tenнa que dejar mi apartamento, de modo que conseguimos uno para los dos. Nada en la relaciуn era tan estupendo, no el sexo, ni el compaсerismo, ni nada. Pero pasу un aсo y mi madre comenzу a ponerse nerviosa por lo que yo estaba haciendo, entonces nos casamos.

Otra vez Jill sacudнa sus rizos.

A Pesar de ese comienzo casual, pronto se obsesionу. Debido a que Jill habнa crecido tratando de enmendar todo lo que estuviera mal, naturalmente trasladу ese patrуn de pensamientos y conducta a sus matrimonio.

- Me esforzaba mucho. Quiero decir, realmente lo amaba y estaba decidida a lograr que el tambiйn me amara. Yo serнa la esposa perfecta. Cocinaba y limpiaba como loca, y al mismo tiempo trataba de ir a las clases. Gran parte del tiempo el no trabajaba. Estaba por ahн o desaparecнa varios dнas. Era un infierno la espera y el hecho de no saber nada de йl. Pero aprendн a no preguntar donde habнa estado porque...- Vacilу y cambiу su posiciуn en la silla-. Me cuesta admitir esto. Yo estaba segura de que podнa hacer que todo funcionara bien si tan solo me esforzaba lo suficiente, pero a veces me enojaba despuйs de que el desaparecнa y entonces el me pegaba.

“Nunca habнa dicho esto a nadie. Siempre me sentн tan avergonzada...Yo misma nunca me vн de esa manera, sabe? Cуmo alguien que se dejara pegar.

El matrimonio de Jill terminу cuando su esposo encontrу otra mujer en una de sus prolongadas ausencias del hogar. A pesar de la angustia en que se habнa convertido su matrimonio, Jill quedу desolada cuando Paul se marchу.

Yo sabнa que, fuere quien fuere, esa mujer, era todo lo que yo no era. En realidad podнa ver porque me habнa abandonado Paul. Yo sentнa que ya no tenнa nada para ofrecerle a, ni a el, ni a nadie. No lo culpaba por haberme dejado. Me refiero a que, despuйs de todo yo tampoco podнa soportarme.

Gran parte de mi trabajo con Jill consistiу en ayudarla a comprender el proceso de enfermedad en el que habнa estado inmersa durante tanto tiempo: su adicciуn a las relaciones condenadas al fracaso con hombre emocionalmente inaccesibles. El aspecto adictivo de la conducta puede compararse con el uso adictivo de una droga. Al comienzo de sus relaciones habнa un perнodo “alto” inicia, una sensaciуn de euforia y entusiasmo mientras ella creнa que podнa al fin satisfacerse sus mas profundas necesidades de amor, atenciуn, y seguridad emocional. Al creer eso, Jill se volvнa cada vez mas dependiente del hombre y de la relaciуn para sentirse bien. Luego, igual que un adicto que debe consumir mas droga cuando esta produce menos efecto, comenzaba a dedicarse a la relaciуn con mayor intensidad ya que esta le proporcionaba menos satisfacciуn. En un intento de conservar lo que una vez habнa parecido tan maravilloso, tan prometedor, Jill acosaba servilmente a su hombre, pues necesitaba mбs contacto, mas consuelo, mбs amor, al tiempo que recibнa cada vez menos. Cuanto peor se volvнa la situaciуn, mas le costaba desembarazarse de el debido a la profundidad de su necesidad. No podнa renunciar.

Jill tenнa 29 aсos la primera vez que vino a verme. Hacнa siete aсos que su padre habнa muerto, pro seguнa siendo el hombre mas importante de su vida, porque en cada relaciуn con otro hombre por quien se sentнa atraнda, en realidad se relacionaba con su padre, esforzбndose aъn por ganar el amor de aquel hombre que no podнa darlo debido a sus problemas.

Cuando las experiencias de nuestra niсez son particularmente dolorosas, a menudo nos vemos obligados inconscientemente a recrear situaciones similares durante toda la vida, en un impulsos de obtener el control sobre ellas.

Por ejemplo, si nosotros, al igual que Jill, hemos amado y necesitado a un progenitor que no nos correspondнa, a menudo nos comprometemos con una persona similar, o con una serie de ellas, en la edad adulta, en un intento de “ganar” la vieja lucha pro ser amados. Jill personificaba esta dinбmica al sentirse atraнda por un hombre inadecuado tras otro.

Hay un viejo chiste acerca de un miope que ha perdido las llaves a altas horas de la noche y las esta buscando a la luz de un farol callejero. Otra persona llega y se ofrece a ayudarlo a buscarla, pero le pregunta:”Esta seguro que las perdiу aquн?. “El hombre responde:”No, pero aquн hay luz”.

Jill al igual que el hombre del chiste, buscaba lo que faltaba en su vida, no donde tenнa esperanzas de encontrarlo, sino donde le resultaba mas fбcil buscarlo, ya que era una mujer que ama demasiado.

En este libro analizaremos que es amar demasiado, porque lo hacemos y como podemos transformar nuestra forma de amar en una forma mбs sana de relacionarnos. Volvamos a examinar las caracterнsticas de las mujeres que aman demasiado, esta vez una por una.







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