RUSSELL: treinta y dos aсos; asistente social (recibiу un perdуn del gobernador), diseсa programas comunitarios para delincuentes juveniles.

Los chicos con los que trabajo siempre se impresionan con el tatuaje de mi hombro que tengo en el antebrazo izquierdo. Dice mucho sobre la forma en que yo solнa vivir. Me lo hice a los diecisiete aсos porque estaba seguro de que algъn dнa me encontrarнa muerto en alguna calle y nadie sabrнa quiйn era yo. Me creнa un tipo malнsimo.

Vivн con mi madre hasta los siete aсos. Despuйs ella volviу a casarse y yo me llevaba bien con su nuevo esposo. Me escapaba mucho y, en aquella йpoca, a uno lo encerraban por eso. Primero estuve en el reformatorio, despuйs en hogares de adopciуn y de vuelta al reformatorio. Pronto lleguй al Campamento de Niсos y luego a la Autoridad de Menores. Mientas crecнa estuve varias veces en las cбrceles locales y finalmente en prisiуn. A los veinticinco aсos ya habнa estado en todas las clases de instituciones correccionales de que disponнa el estado de California, hasta en las cбrceles de mбxima seguridad.

De mбs estб decir que pasй mбs tiempo encerrado que afuera en esos aсos. Pero igualmente me las ingeniaba para ver a Mуnica. Una noche en San Josй, un compinche y yo estбbamos paseando en un auto “prestado”. Entramos a un local de hamburguesas para automovilistas y estacionamos al lado de aquellas dos chicas. Nos pusimos a charlar y bromear con ellas, y pronto estбbamos en el asiento trasero de su auto.

Bueno, mi compinche era un verdadero mujeriego. Era el mбs experimentado, asн que cuando estбbamos con chicas, yo dejaba que hablara йl. El siempre podнa ganar interйs de un par de chicas, pero tambiйn se quedaba con la mejor porque era astuto y hacнa todo el trabajo, y yo me tenнa que conformar con la otra. Aquella noche no me pude quejar, porque йl eligiу a aquella rubiecita sexy que estaba al volante y yo terminй con Mуnica. Ella tenнa quince aсos, era muy bonita, toda suave, con ojos muy grandes y realmente interesada. Tenнa modales muy dulces, desde el comienzo, y yo parecнa importarle mucho.

Ahora bien, cuando una ha estado encerrado aprende que hay mujeres que pensarбn que uno es imbйcil y no querrбn tener nada que ver con uno. Pero hay otras a las que la sola idea las entusiasma. Las fascina. Te ven como alguien grande y malo y se ponen realmente seductoras, y tratan de domarte. O bien piensan que te han lastimado y sienten pena por ti y tratan de ayudarte. Mуnica entraba en la ъltima categorнa. Tambiйn era muy agradable. Mientras mi compinche lo hacнa con su amiga, Mуnica y yo dimos un pasea bajo la luna y conversamos. Ella querнa saberlo todo sobre mн. Mejorй bastante mi historia para no ahuyentarla, y le hablй de muchas cosas tristes, como lo mucho que me odiaba mi padrastro y algunos de los hogares de adopciуn de mala muerte donde habнa estado, donde me daba ropa usada y gastaban el dinero que era para mн en sus propios hijos. Mientras yo hablaba, ella me apretaba la mano con fuerza, me daba palmaditas e incluso sus grandes ojos castaсos se llenaron de lбgrimas. Bueno, cuando nos despedimos esa noche yo ya estaba enamorado. Mi compinche querнa contarme todos los detalles jugosos de lo que habнa hecho con la rubia y yo ni siguiera querнa escucharlo. Mуnica me habнa dado su direcciуn y su nъmero telefуnico y yo iba a llamarla al dнa siguiente, pero cuando salнamos de la ciudad nos detuvo la policнa, que buscaba el auto. Yo sуlo podнa pensar en Mуnica. Estaba seguro de que eso era el fin, porque yo le habнa dicho que estaba tratando de enderezarme para siempre.

Cuando estaba otra vez en la cбrcel decidн arriesgarme y le escribн una carta. Le dije que otra vez estaba encerrado, pero por algo que no habнa hecho, que los policнas me habнan arrestado porque tenнa prontuario y porque yo no les caнa bien. Mуnica me contestу enseguida y siguiу escribiйndome casi todos los dнas en los siguientes dos aсos. Lo ъnico que nos decнamos en las cartas era lo enamorados que estбbamos, cuбnto nos extraсбbamos y lo que harнamos cuando yo saliera.

Cuando me soltaron, la madre de ella no la dejу verme en Stochton, asн que tomй un autobъs a San Josй. Estaba muy entusiasmado por volver a verla, pero tambiйn me asustaba mucho la idea. Creo que tenнa miedo de que, despuйs de todo, no me aceptara. Por eso, en vez de ir a verla de inmediato busquй a algunos compinches y una cosa llevу a la otra. Empezamos a armar las de Caнn, y cuando finalmente me llevaron a casa de Mуnica habнan pasado cuatro dнas. Yo estaba bastante mal. Habнa tenido que emborracharme para ganar coraje de ir a verla, por el miedo que tenнa de que me dijera que me esfumara.

Su madre estaba trabajando, gracias a Dios, cuando los muchachos me dejaron en la acera de su casa. Mуnica saliу sonriendo, tan contenta de verme a pesar de que no habнa oнdo de mн desde que yo habнa llegado a la ciudad. Recuerdo que aquel dнa tuvimos otra de nuestras grandes caminatas en cuanto se me paso un poco la borrachera. Yo no tenнa dinero para llevarla a ninguna parte, y tampoco tenнa auto, pero eso nunca pareciу importarle.

Durante mucho tiempo, Mуnica me vio como alguien que no podнa hacerle ningъn daсo. Por varios aсos estuve en prisiуn varias veces, y aъn asн se casу conmigo y me fue leal. Su padre habнa abandonado a la familia cuando ella era muy pequeсa. Su madre habнa quedado muy resentida por eso y yo no le caнa bien. En realidad, fue por eso que Mуnica y yo nos casamos. Una vez que me habнan arrestado por falsificaciуn de cheques, cuando salн bajo fianza su madre no la dejу verme. Entonces huimos y nos casamos. Mуnica tenнa dieciocho aсos. Vivimos en un hotel hasta mi sentencia. Ella tenнa un empleo como mesera, pero renunciу para poder ir al juzgado todos los dнas durante el juicio. Entonces, por supuesto, fui a prisiуn y Mуnica volviу con su madre. Peleaban tanto que Mуnica se marchу y se mudу a la ciudad mбs cercana a la prisiуn, donde volviу a trabajar como mesera. Era una ciudad universitaria y yo siempre esperaba que ella volviera a estudiar; realmente le gustaba eso y le iba muy bien. Pero ella decнa que no querнa, que sуlo querнa esperarme. Nos escribнamos y ella venнa a visitarme siempre que se lo permitнan. Hablaba mucho sobre mн con el capellбn de la cбrcel y siempre le pedнa que hablara conmigo y me ayudara, hasta que finalmente le pedн que no lo hiciera mбs. Yo odiaba hablar con ese tipo. No podнa relacionarme.

Aun cuando me visitaba, Mуnica seguнa escribiйndome, y me enviaba montones de libros y artнculos acerca del mejoramiento personal. Constantemente me decнa que rezaba porque yo cambiara. Yo querнa mantenerme fuera de la cбrcel, pero habнa estado allн tanto tiempo que era lo ъnico que sabнa hacer.

Bueno, finalmente pasу algo en mi interior y me metн en un programa que me ayudarнa en el mundo exterior. Mientras estuve adentro estudiй, aprendн un oficio, terminй los estudios secundarios y comencй mi educaciуn terciaria. Cuando salн, me las arreglй para no meterme en problemas y continuй mi educaciуn hasta graduarme en asistencia social. Pero mientas tanto, perdн a mi esposa. Al principio, cuando luchбbamos por salir adelante, nos llevбbamos bien, pero cuando las cosas comenzaron a ser mбs fбciles y empezamos a conseguir lo que siempre habнamos esperado, Mуnica se puso mбs irascible de lo que la habнa visto en todos esos aсos y con todos esos problemas. Me abandonу justo cuando deberнa haber estado mбs feliz.

Ni siquiera sй dуnde estб ahora. Su madre no quiere decнrmelo y finalmente decidн que, si ella no querнa estar conmigo, no era cuestiуn mнa de buscarla. A veces pienso que para Mуnica era mбs fбcil amar una idea de mн que amarme en persona. Estбbamos tan enamorados cuando apenas nos veнamos, cuando todo lo que tenнamos eran cartas, visitas y el sueсo de lo que llegarнamos a tener algъn dнa. Cuando empecй a cumplir lo que habнamos soсado, nos separamos. Cuanto mбs entrбbamos en la clase media, menos le gustaba a ella. Creo que yo no podнa sentir pena por mн.

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