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Ir por la vida siempre de ida, y nunca de vuelta





 

 

Porque esa es la actitud de los cumplidores de sueños. Es la forma en la que conseguirás mantener tu curiosidad despierta, y con la que podrás explorar lo que ocurre con el cariño y la profundidad necesarios.

Como decimos en coaching, los juicios hablan más del que los emite que de lo enjuiciado. Vamos, que si prefieres enjuiciar el cumplimiento de tus sueños como algo difícil lo que le estás diciendo al mundo, y sobre todo a tu inconsciente, es que te va a costar mucho aprender lo necesario.

 

¿CUÁNTA CERTEZA NECESITAS PARA PONERTE EN MARCHA?

 

Dependiendo de lo ambicioso que sea tu sueño variará el nivel de certeza previo que necesites. Bueno, de eso y de la experiencia que tengas desafiando lo desconocido. Para los aventureros experimentados que se atreven a gestas heroicas, la certeza parece menos problema. En 1984, Amyr Klink, fue la primera persona en cruzar el Atlántico Sur remando en solitario. Lo hizo en tan sólo cien días, saliendo de Lüderitz, en Namibia, y llegando a Salvador de Brasil. Sin embargo planificó detalles tan minuciosos y fundamentales como su alimentación, que en su caso era comida liofilizada.

En el cumplimiento de tus sueños vas a encontrarte aspectos que puedas controlar y anticipar, y otros que simplemente tendrás que afrontar cuando ocurran. Klink anticipó la posibilidad de volcar, y diseñó dos depósitos antivuelco. Esto facilitó que las tres veces que le ocurrió pudiera continuar con su travesía sin retrasos.

Pero como ya leíste antes, si quieres tenerlo todo controlado y no asumes que va a haber cosas que no vas a poder anticipar, lo más probable es que nunca empieces. O que lo hagas y al mínimo descoloque emocional al que te enfrentes te vuelvas a la orilla de tu zona de confort.

 

 

A veces esto te ocurrirá ante riesgos reales, y otras sólo ante peligros imaginados. Pero lo normal, salvo que decidas imitar a aventureros como Klink, es que no tengas amenazas que impliquen peligros muy serios.

A la hora de establecer la certeza que necesitas tener, piensa en si esta vendrá de tu interior o «de fuera». Y si es así, si tiene que ver con el entorno o con personas concretas. Personas que admiras o respetas, y te den la certeza o la tranquilidad que te falta.

Cuando en la primavera de 2012 decidimos mi mujer y yo venirnos a vivir a Inglaterra, mis clientes estaban todos en España. Vivir en Inglaterra me parecía algo muy interesante para la educación de nuestros hijos, pero a la vez tenía que valorar lo que arriesgaba: ¿se resentirían las ventas?, ¿tendría el equipo listo?, ¿podría mantener la base de clientes si iba a Madrid con menor frecuencia? Después de valorarlo en familia me vine a Londres, donde tuve una reunión de una mañana con Mike Harris, un empresario inglés que ha conseguido generar tres marcas icónicas que han llegado a facturar cada una más de mil millones de libras. Habiéndole tenido como mentor en el programa de emprendimiento que había hecho en 2011, tenía claro que su opinión me ofrecía una seguridad que minimizaba mi incertidumbre. Tras la reunión con él tuve claro que mi sueño se iba a hacer realidad.

En todo caso, lo que está claro es que cada uno tiene su nivel de certidumbre, y que las circunstancias de cada uno son diferentes. Por eso te propongo a continuación que le des una vuelta a cuál es el nivel de certeza que necesitas, y sobre todo, cómo conseguirlo.

 

 

Para que te resulte más fluido te voy a ir haciendo preguntas.Te sugiero que no las leas todas antes, sino que las vayas contestando según aparecen. De esta manera el feedback que recibas te ayudará a profundizar en tus primeras reflexiones.

 

Los peligros que anticipo en el cumplimiento de mi sueño son:

 

 

Algunos de estos peligros serán más reales que otros. E incluso, reales o no, la confianza que sientes en tus propias capacidades hará que no los percibas todos igual de amenazantes.

 

Los peligros que más me preocupan y para los que no siento que tenga una forma clara de superarlos son:

 

 

Y ahora de estos últimos es importante distinguir cuáles se basan en evidencias previsibles, y cuáles simplemente en miedos históricos.

 

Los peligros para los que tengo evidencias concretas y previsibles son:

 

 

Los peligros para los que no tengo evidencias concretas y previsibles, y creo que son más bien miedos, son:

 

 

Muy bien. Para los peligros que son «documentables», vas a necesitar algún tipo de recurso, interno o externo, o ambos. Si los tienes claros, este es el sitio en el que los puedes reflejar, y te voy a pedir que distingas los internos de los que vendrán de fuera. Acuérdate del ejercicio de las cuatro esquinas, porque en tu experiencia puede haber apoyos que no estás teniendo en cuenta.

 

Los recursos internos con los que voy a superar los peligros que percibo son:

 

 

Y ahora los externos. Aquí puede que tengas ayudas externas o que conozcas a alguien que te pueda facilitar esos recursos.

 

Los recursos externos que necesito para superar los peligros que percibo los voy a conseguir de, o en:

 

 

Ahora sólo te falta añadir las respuestas del punto anterior a tu lista de acciones y añadirles una fecha.

 

 

WILDO: Matti. ¿Cómo sabes que voy a tener una solución para todos los peligros documentables?

Yo no he dicho que la vayas a tener.

WILDO: ¿Ah no? Has pedido que anote los recursos externos con los que voy a superar los peligros.

Sí. ¿Y?

WILDO: Pues que a lo mejor no tienes respuestas para todo.

Es verdad. Y de hecho ya dije que no es posible salir de tu zona de confort a cumplir tus sueños si quieres tenerlo todo controlado.

WILDO: Ya, pero ¿entonces qué pasa con esos peligros que se quedan sin superar?

Yo no he dicho que se queden sin superar.

WILDO: ¡Bueno, vale!, lo he dicho yo.

Lo que estoy haciendo, si te das cuenta, es empezar a quitar algunos frenos a la rueda para que tu mente empiece a moverse. Algunos peligros ni siquiera van a ocurrir, y otros van a tener solución a medida que avances. Pero no puedes saber todas las respuestas antes de que la verdadera pregunta aparezca.

WILDO: OK. Y entonces ¿qué?, ¿me pongo en marcha con lo que

tenga claro y ya está?

Sí y no. Cuando cumplas las acciones que te ayudan a reducir la incertidumbre irás encontrando más respuestas que ahora no ves, porque están en la zona de aprendizaje o incluso en la de no experiencia...

WILDO: ¡O de pánico!

Sí, o de pánico. Pero a medida que amplíes tu zona de confort, lo que antes estaba en tu zona de pánico estará más cerca de la de confort.

WILDO: O sea, que la zona de confort es como la playa, la de aprendizaje como la parte donde hago pie, y más allá tengo que nadar o me voy para el fondo.

Sí señor. Esta metáfora me la copio.

WILDO: De nada hombre. Son diez mil.

 

 

Confío en que, como a Wildo, te llegue cómo es este proceso de ir reduciendo la incertidumbre de lo que es documentable. Sigamos con los miedos.

Lo que te pido ahora es que de nuevo mires a los miedos que han ido surgiendo al concretar tu sueño en acciones, o al revisar los peligros.

 

Los miedos que noto cuando pienso en los riesgos son:

 

 

Vale. Ahora viene la pregunta del millón: ¿Quieres revisarlos o te da miedo? Si te decides a hacerlo, numéralos y ahora, uno por uno, somételos al interrogatorio que incluyo a continuación. Si tienes alguien de confianza que te haga las preguntas, mejor. Si no es así, déjalos estar de momento, y no te metas en el agua por ese lado de la playa. Si ves que no hay por dónde meterse, te sugiero a un «profesor de natación» que en estos casos llevan el título de coach, psicoterapeuta o similar.

Aquí va el interrogatorio.

 

Los supuestos en que se basan mis miedos son:

 

 

De las frases anteriores, identifica las creencias y márcalas o táchalas. No porque no sean correctas, sino porque ya sabes cómo se trabajan y puedes hacerlo por tu cuenta. Lo que quedan son los supuestos.

 

Las evidencias o los fundamentos en los que soporto mis supuestos son:

 

 

¡Muy bien! ¿Son creíbles o increíbles? Es decir, ¿crees que tienen una lógica que defenderías delante de otro adulto? ¿O son más bien un ejercicio limitante de tu maravillosa imaginación? O dicho de otra forma: ¿los has contrastado ya antes con alguien de confianza? No estoy diciendo que estén mal. Pero sé por experiencia que, muchas veces, cuando alguien hace consciente la base de sus miedos, estos se desmoronan como si fuesen un castillo de naipes que no resiste el primer golpe de realismo.

Si se han desmoronado, lo más probable es que proviniesen de tu pasado. Serán en ese caso miedos aprendidos. Si siguen resistiendo, o bien tienen una base más intensa que no es fácil desmontar, o bien son más recientes. Te invito a una última prueba antes de que decidas si prefieres apuntar «ir a clases de natación» en tu listado de acciones.

 

Lo peor que podría ocurrir si se hacen realidad mis miedos es:

 

 

Lo que haría en ese caso sería:

 

 

Y lo que habría aprendido es que:

 

 

Bueno, es suficiente. Si después de completar las frases anteriores compruebas que has hecho desaparecer tus miedos, o que los has reconocido e incorporado como compañeros de viaje, genial. ¡Prueba superada! Si no es así, mi sugerencia es que busques a los profesores de natación que te comentaba hace un momento. Y eso sí, con la cabeza bien alta. Cada uno es libre de tener sus miedos, y la forma de superarlos es buscando soluciones. A veces estas son más sencillas y otras llevan más tiempo, pero con tu determinación y perseverancia dentro de poco esos miedos serán algo que recordarás como uno más de tus aprendizajes.

 

¿CUÁNTO ARRIESGAS SI NO EMPIEZAS YA?

 

Desde hace años me gusta una frase que dice que «el verdadero riesgo está en no arriesgar». Y a veces me planteo si me gusta porque me considero una persona pionera, o porque, en el fondo, es imposible no arriesgar. El hecho de estar vivos implica enfrentarnos a diario a muchos riesgos. Desde coger el coche, cruzar la calle, entrar en un ascensor, coger un avión o simplemente salir a comprar el pan. Lo que ocurre es que la percepción de riesgo es muy diferente.

Recuerdo una conferencia a la que asistí en la que nos explicaban que en los cursos para aprender a perder el miedo a volar, redondeaban la cifra que indicaba la probabilidad real de tener un accidente aéreo. La cifra era 0,007 %. Pero el número 7 es más alto que el 1, y por eso en los cursos presentaban la cifra anterior como 0,01 %. Siendo mayor, a la mayoría de las personas le parece más pequeña. ¡Total un cero más o un cero menos! A estas alturas no te debería sorprender este hecho con lo que ya has aprendido sobre cómo funciona la mente.

Pero de nuevo, para poder revisar los supuestos y ver si son acertados o equivocados, necesitas cierta predisposición y un mínimo de relajación. Por eso cuando valores el riesgo de no arriesgar es importante que lo hagas en un día en el que tus niveles de estrés sean bajos. Por ejemplo, una mañana de sábado, o incluso un día de vacaciones. Lo siguiente que te invito es a que te conectes con las ventajas que identificaste cuando pensaste en lo bueno de cumplir tu sueño. Tal vez lo sobrevaloraras. Pero también es muy posible que hayas sobrevalorado a posteriori las ventajas de no cumplirlo.

Una de las dificultades de diseñar el futuro es que tiene como contrapeso al presente, que es real. En cambio, el futuro que imaginas es una opción entre infinitas posibilidades. Mientras en el presente sientes lo que sientes, porque segregas neurotransmisores y hormonas que influyen en tu cuerpo, el futuro lo sientes en tu imaginación y por tu voluntad.

Sin embargo es curioso que, a pesar de la experiencia que has acumulado, no te des cuenta de que podrías haber tenido un presente más satisfactorio si en el pasado hubieras imaginado un futuro mejor y hubieras trabajado por conseguirlo. Si te sirve de consuelo, esto nos pasa a todos.

 

 

Te sugiero que revisites tu pasado y te des cuenta de cuáles fueron los sueños que no pusiste en marcha en su momento, y que hoy podrían ser ya una realidad. Si te hubieras decidido entonces a asumir los riesgos y hubieras llevado a cabo las acciones oportunas, hoy tu vida podría ser distinta. Eso sí, no quiero las razones por las que no lo hiciste. Sólo los sueños, porque ya sé que sabes crear justificaciones. Para eso no nos falta creatividad.

 

Los sueños que en su día no puse en marcha son:

 

 

Y ahora un poco más de imaginación.

 

Esto es lo que ahora podría estar haciendo de haberme decidido:

 

 

Bueno, no te flageles. Sólo quería que te dieras cuenta de que sí hay riesgo en no arriesgarse Por eso, ¡no dudes en empezar ya a arriesgar! Cuanto más a menudo ajustes tu imago, más competente serás. No tienes tiempo que perder.

 

¿CUÁNTO VALE TU TIEMPO?

 

En una jornada de emprendimiento a la que asistí hace unos meses, la empresaria Vicki Wusche, especialista en inversiones en propiedades y autora de varios libros (www.thepropertymermaid.com), nos hablaba de la importancia de entender cuánto valía nuestro tiempo. Al principio pensé que el tema no era tan trascendental. Tanto trabajas, tanto cobras, y ya está. Pero luego, a medida que Vicki iba explicándose, me fui dando cuenta de que, en realidad, no era tan sencillo. Y reflexioné.

No todo lo que haces en tu vida se traduce en dinero. Ni falta que hace. Pero si te dieses cuenta de en qué empleas tu tiempo, y de lo que obtienes desde el punto de vista de calidad de vida, probablemente empezarías a plantearte algunos cambios. Uno de los mentores que Vicki y yo hemos tenido en común, Daniel Priestley, fundador de Triumphant Events y creador del programa Key Person of Influence, dice en su metodología de emprendimiento que todos tenemos un libro dentro. A poco que hayas acumulado experiencia en tu vida, habrás aprendido cosas que a buen seguro pueden ser útiles para otros. Y cuando te das cuenta de esto ya hay algo en lo que podrías estar invirtiendo tu valioso tiempo, en lugar de hacer más de lo mismo.

Existen bancos de dinero, y este lo puedes perder, pero también puedes recuperarlo y ganar más. En cambio no existe la posibilidad de recuperar el tiempo pasado. Pero eso sí, puedes decidir aprovechar el que tienes de forma que lo disfrutes.

Dicho de otra manera, toma conciencia de cuánto vale tu tiempo y de en qué lo inviertes. O parafraseando a Einstein, si lo que obtienes hoy en día con lo que haces no te satisface, y sigues haciendo más de lo mismo, estarás mostrando síntomas de poca salud mental.

 

¿CUÁNTOS ME VAN A AYUDAR A CONSEGUIR MI SUEÑO?

 

Si te has hecho ya esta pregunta antes de leerla aquí, enhorabuena. Ya sé que te lo he mencionado un par de veces en el libro, pero te sorprenderías de la cantidad de gente que trata de cumplir sus sueños en solitario. Y no porque quieran conseguir un récord Guinness, sino más bien porque no les pasa por la imaginación que otros puedan ayudarles. Cuanto más consciente eres de que en tu zona de confort sólo hay lo que has acumulado en tu vida, y que juzgas la realidad a través de ese prisma, más sientes la necesidad de contar con otros puntos de vista. A mayor diámetro de la zona de confort, menos miedo y más conciencia de lo poco que en realidad sabes. Mientras defiendes la muralla de tu zona de confort, no ves más allá. De hecho no crees que haya nada más allá. Sin embargo, según vas quitando los ladrillos y ampliando tu zona de confort, te das cuenta de la que tuya era una más de las formas de ver el mundo. Los demás pueden enriquecer tus propuestas y tus sueños.

 

 

Otra de las consecuencias positivas de abrirte a otros es que, además de traerte información, te proporcionará contactos e incluso vías más sencillas para llevar a cabo tus acciones.

Recuerda los cinco contextos. Cuanto más pienses sobre ellos, más te darás cuenta de que, aunque te consideres individualista, en realidad siempre hay un «equipo» ahí fuera que te da apoyo emocional, espiritual, mental o incluso físico. Cuanto más te expongas, más cuentes al mundo lo que quieres, más probabilidades tienes de que mucha gente quiera ayudarte. Cuando te lo pregunté en el Capítulo 4, aún te faltaba información, pero ahora que ya sabes cuáles son las acciones que quieres llevar a cabo, es un buen momento para volver a pensar en quiénes te van a ayudar. A quiénes vas a pedir ayuda, por muy machote, o lanzada, que seas. Estamos en el mundo de la cooperación, del compartir, y el éxito de las redes sociales se basan en esta idea. El mundo es “co-“: co-diseño, co-creación, crowd-sourcing, crowd-funding, crowd-everything.

 

 

Revisa tus acciones y vuelve a plantearte a quiénes necesitas involucrar.

 

Las personas a las que quiero involucrar en el cumplimiento de las acciones que me llevarán a conseguir mi sueño son:

 

 

Como ya te dije antes, si tienes la oportunidad únete a un grupo de masterminding o crea uno. De este modo podrás tener compañeros que te ayuden a conseguir tu sueño, mientras tú disfrutas de devolverles el favor con la misma moneda.

 







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