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Las dos esferas: hombre pъblico y mujer privada





El hombre evangйlico era una persona con responsabilidades y preocupaciones en el mundo pъblico, mientras que la mujer debнa centrarse en su hogar y su familia. More creнa firmemente que las mujeres y los hombres habнan sido creados para ocupar esferas diferentes: йsta era no sуlo la norma de la Naturaleza sino tambiйn lo que la costumbre y las convenciones dictaban. La Naturaleza habнa dotado a los hombres y a las mujeres con distintos caracteres, a cada sexo con sus cualidades propias, y todo intento de salir de la esfera correspondiente a cada uno estaba destinado al fracaso. La condena de Mary Wollstonecraft por parte de Hannah More no se basaba ъnicamente en su rechazo total del radicalismo de la dйcada de los noventa inspirado en Payne, sino tambiйn en la creencia de que la igualdad entre los sexos que Wollstonecraft exigнa era inmoral y contra natura. En su opiniуn, la estructura biolуgica de los varones y las hembras expresaba sus diferentes destinos como personas, y el que una mujer buscara el йxito en la misma esfera que el hombre suponнa una negaciуn de las tareas y deberes particulares que Dios le habнa otorgado. “Al pez le fueron concedidas las aletas”, escribiу More, “y el pбjaro recibiу las alas para volar, pero resulta todavнa mбs evidente que al hombre se le concediу un cuerpo mбs fuerte y una mente mas firme para que pudiera dominar en las profundas y osadas esferas de la acciуn y el consejo; en el complicado arte del gobierno, en el manejo de las armas, en los laberintos y profundidades de las ciencias, en el ajetreo del comercio, y en todas aquellas profesiones que exigen una mayor capacidad y una gama de poderes mбs amplia”.

Los evangйlicos creнan firmemente en el derecho de todos los seres humanos a la salvaciуn, independientemente de su sexo, pero este compromiso con la igualdad espiritual no implicaba una creencia en la igualdad social. Las distintas esferas de acciуn de hombres y mujeres, el “cнrculo menor” abarcado por la mujer, venнa a querer decir que, en el aspecto social, йsta estaba subordinada a su marido. “Esposas, someteos a vuestros maridos, como Dios lo ordena”, habнa escrito san Pablo, y їquiйn gozaba de la suficiente autoridad como para desafiar semejante precepto? Esto no querнa decir, sin embargo, que las mujeres no tuvieran influencia. Los hombres ostentaban el poder en el mundo, pero correspondнa a las mujeres la responsabilidad de cuidar de los hombres de tal modo que йstos las escucharan, siguieran sus consejos y apreciaran sus palabras. En el ambiente del hogar, mбs puro, alejado de las preocupaciones de los negocios y el comercio, las mujeres podнan cumplir mбs fбcilmente con sus deberes religiosos; eran mбs sensibles que los hombres a la influencia espiritual, ya que no estaban tan contaminadas por el mundo exterior. En una familia de inspiraciуn evangйlica las mujeres podнan gozar, por tanto, de un estatus y dignidad que dependнa, desde luego, de sus relaciones con los hombres pero que, no obstante, implicaba un reconocimiento de sus habilidades especiales y exclusivas.

La doctrina evangйlica ofrecнa tanto a los hombres como a las mujeres de la burguesнa una nueva identidad, nuevas formas de dar significado a sus vidas y sentido a algunas de sus experiencias. Enfrentada a un mundo en rбpido proceso de cambio, la verdadera religiуn ofrecнa una nueva escala de valores que daba mбs importancia a la capacidad de llevar una vida realmente espiritual que a los adornos de la nobleza. Como William Cowper, poeta cristiano favorito de la burguesнa, escribiу: “Yo no me enorgullezco de descender de reyes o gobernantes del mundo / Sino que mis orgullosas pretensiones se elevan mбs alto / Soy el hijo de Padres que entraron en el cielo”.

Se decнa que la mбxima favorita de un destacado evangйlico victoriano era: “Mejor desgastarse que enmohecerse”. Este lema habrнa sido un epitafio muy apropiado para muchos de sus hermanos: eran incansables porque estaban convencidos de que realizaban el trabajo del Seсor. El movimiento evangйlico surgiу como un movimiento reformista dentro de la Iglesia anglicana, y durante muchos aсos fue incapaz de establecer su predominio. Sin embargo, y gracias al trabajo duro, hacia mediados del siglo XIX su influencia se habнa extendido por toda la Iglesia anglicana, y el control que ejercнa sobre las instituciones, tanto eclesiбsticas como estatales, era muy amplio. Un empeсo tan agresivo no podнa por menos que crearles enemigos: desde los insultos de Cobbett hasta las caricaturas de Dickens o Thackeray, los evangйlicos ofrecнan un blanco perfecto para las plumas enemigas. Pero esa hostilidad constituнa en parte una medida de su йxito. A principios del siglo XIX los anglicanos evangйlicos ya contaban con mбs apoyos en su afбn por salvar a Inglaterra de la decadencia moral. Su campaсa se vio fortalecida por el surgimiento del evangelicalismo no conformista, un movimiento de renacimiento religioso que afectу sobre todo a los metodistas, independentistas y baptistas. Mientras el nъcleo reformista del siglo XVIII, constituido por cuбqueros, unitarios y presbiterianos, sobrevivнa, pero a costa de ver cуmo menguaban sus congregaciones, el nъmero de socios y el apoyo a la Nueva Disidencia, como se llamaba a veces a los metodistas, independentistas y baptistas, crecнa rбpidamente. Los Nuevos Disidentes compartнan con los evangйlicos anglicanos la creencia bбsica en la experiencia de la conversiуn y en el poder de la salvaciуn y la gracia, asн como el postulado de que la suya era una lucha espiritual dirigida a la captaciуn de corazones y a la derrota de los enemigos de la luz, fueran йstos discнpulos de Owen, socialistas u otros peligrosos radicales y ateos. A pesar de los profundos y constantes enfrentamientos entre anglicanos y disidentes sobre la relaciуn entre el Estado y la Iglesia, ambos grupos estaban dispuestos a trabajar juntos en nombre de Dios contra la irreligiosidad que acechaba al paнs.

Los cristianos mбs exaltados, ya fueran anglicanos, ya independentistas baptistas, compartнan tambiйn determinadas ideas relativas a las esferas que correspondнan a hombres y a mujeres. Los tratados evangйlicos sobre masculinidad y feminidad, articulados sobre todo por Hannah More, se convirtieron en la nueva ortodoxia para los cristianos serios. More, junto con el poeta evangйlico William Cowper, que describiу los placeres de una tranquila vida casera y hogareсa, proporcionу el marco para la apariciуn de los nuevos hombres y mujeres de la burguesнa, los cuales constituнan el apoyo principal de la verdadera religiуn. Las ideas pioneras de More y Cowper, que por una parte se enfrentaban a los conceptos de masculinidad asociados a la alta burguesнa y a la aristocracia, en los cuales no quedaba lugar para la sensibilidad religiosa, y por otra a los peligrosos razonamientos de Wollstonecraft y sus camaradas, segъn los cuales era posible la igualdad entre hombres y mujeres, fueron asumidas a partir de la mitad del siglo XIX y adoptadas como algo natural no sуlo por los cristianos comprometidos sino por toda la burguesнa inglesa.

їA quй se debiу esta transformaciуn, que ocasionу que en 1820 la opiniуn pъblica decretara que los reyes no debнan despreciar los vнnculos del matrimonio y de la vida familiar? їDe quй modo Hannah More, una subversiva radical y peligrosa a los ojos de ciertos sectores de la Iglesia oficial en las ъltimas dйcadas del siglo XVIII, pudo convertirse en un nombre familiar, citado desde innumerables pъlpitos, elogiado en multitud de textos y cuyos libros eran el regalo ideal para quienes se consideraban a sн mismos respetables? їPor quй cayeron en el olvido las viejas ideas relativas a la insaciable sexualidad de la mujer y se adoptaron otras nuevas que ponнan el йnfasis en su modestia y su pasividad natural? їPor quй el trabajo de las esposas, con el cual se habнa contado desde tiempos inmemoriales, quedaba ahora limitado, en lo que a las mujeres respetables se refiere, a las tareas domйsticas? їPor quй las mujeres llegaron a convencerse de que su profesiуn era la de esposa y madre, mientras los hombres tenнan ante sн una inmensa diversidad de oficios y actividades nuevas? їPor quй la burguesнa llegу no sуlo a creer en la existencia de esferas separadas sino a organizar sus vidas alrededor de estas creencias?

Los evangйlicos trabajaron con ahнnco para difundir sus ideas y encontraron un terreno abonado, llegando a implantar unos hбbitos culturales que eran expresiуn de estas ideas. Un ejemplo de esto es la creaciуn en iglesias y capillas de todo el paнs de sociedades auxiliares que se ocupaban de todo tipo de actividades, desde proporcionar biblias a los pobres hasta organizar grupo de lectura y discusiуn para jуvenes de ambos sexos. Estas sociedades seguнan todas un mismo patrуn: solнan estar organizadas por el clйrigo o pastor con la ayuda de los miembros masculinos de su congregaciуn, contando con las mujeres para que aportaran su presencia y su apoyo, pero casi nunca la iniciativa y jamбs la direcciуn. Incluso dentro del movimiento cuбquero, que no tenнa un sacerdocio profesional y cuyos predicadores mбs famosos durante el siglo XVIII habнan sido, en una proporciуn importante, mujeres, йstas fueron encontrando cada vez mбs dificultades para desarrollar dicha tarea.

En las capillas disidentes, donde los fieles constituнan su propio уrgano de gobierno, las responsabilidades asumidas por los hombres fueron en aumento, al crecer tambiйn el tamaсo de dichos organismos. Un ejemplo de esto lo constituye la pequeсa capilla independentista de Carr’s Lane, situada en el centro de Birmingham y presidida por la figura del reverendo John Angell James, conocido en todo el paнs por sus sermones y sus escritos, autor del libro cuya popularidad se decнa era sуlo inferior a la del Pilgrim’s Progress y admirador a su vez de Hannah More. James era una figura popular en diversos campos, y en sus obras mбs conocidas predicaba las teorнas comunes a todos los evangйlicos, en virtud de las cuales un hogar religioso era la ъnica base posible para una sociedad estable. Pero sus enseсanzas no se limitaron al pъlpito desde el cual reinу sin competencia durante cincuenta aсos, los comprendidos entre 1805 y 1857, sino que se extendieron tambiйn a las normas de gobierno que regнan la capilla. El pastor era nombrado por los socios que pagaban sus servicios; sin embargo, ъnicamente los fieles podнan ejercer como administradores y ser responsables de las finanzas de la capilla; sуlo ellos podнan ocupar los nuevos cargos creados en ella. Naturalmente, las mujeres podнan ser miembros de la congregaciуn ya que, como dijo san Pablo: “No hay judнos ni griegos, no hay esclavos ni hombres libres, no hay hombres ni mujeres; porque todos sois uno en Jesucristo”.

Pero esta unidad espiritual no se reflejaba en las relaciones sociales de la capilla. Los hombres y las mujeres debнan ocupar, allн como en todos los demбs campos, sus diferentes sectores. El intento de crear esferas diferentes dentro de las instituciones de la burguesнa no se limitу al sector religioso. Los cristianos evangйlicos solнan participar de forma muy activa en la creaciуn de nuevas instituciones culturales, y aquн tambiйn era frecuente que en los mismos estatutos se establecieran diferencias entre las actividades masculinas y las femeninas. Como ejemplo podemos tomar las Instituciones Literarias y Filosуficas o las Sociedades Artнsticas que se fundaron en numerosas ciudades. Sus miembros podнan ser tanto hombres como mujeres, pero las oportunidades que se presentaban a partir del momento de la admisiуn variaban mucho dependiendo del sexo. Los hombres podнan participar activamente en los comitйs, desempeсar cargos, ser elegidos fellows en reconocimiento a sus contribuciones en campos determinados, dar conferencias —no sуlo asistir a ellas— y disfrutar de todos los servicios disponibles. Las mujeres, por su parte, aun pagando las mismas cuotas, no podнan participar de ningъn modo en la organizaciуn formal, en general sуlo podнan votar por poderes, solнan ser excluidas de ciertos acontecimientos como, por ejemplo, la cena anual sуlo para hombres y tenнan un acceso limitado a las instalaciones. La Asociaciуn Filosуfica de Birmingham, al igual que muchas otras, no permitнa la entrada de las mujeres a la sala de lectura, considerada el sanctasanctуrum de los hombres. No resultу sorprendente, por tanto, que se pensara en dichas sociedades como en algo masculino; muy pocas mujeres entraban en ella sin el aval de un varуn, y la mayorнa disfrutaban del derecho de acceso a ciertas instalaciones gracias a la fuerza de su estado legal en cuanto personas que dependнan de un miembro masculino, ya fuera йste su padre, su esposo o su hermano. No obstante, los reglamentos de dichas sociedades no eran inmutables, como lo demuestra el hecho de que, a finales del siglo XIX, las mujeres comenzaran poco a poco a exigir y obtener el acceso a estos clubes y asociaciones. Pero a principios del siglo XIX, durante el periodo en el que los hombres de la burguesнa, orgullosos de su йxito en los negocios y el comercio y seguros de su fe religiosa, intentaban rehacer el mundo a su imagen y semejanza, esta imagen presentaba unas diferencias muy marcadas entre las esferas correspondientes a los hombres y aquйllas correspondientes a las mujeres.

La familia Cadbury

Sin embargo, la fuerza de estas ideas no residнa ъnicamente en el poder del compromiso religioso. Las circunstancias materiales de la vida para los hombres y mujeres de la burguesнa estaban sufriendo una serie de cambios que favorecнan una divisiуn del trabajo entre los sexos mбs neta. Tomemos por ejemplo una familia como la de los Cadbury, comerciantes en Birmingham desde finales del siglo XVIII. Richard Tapper Cadbury, nacido en el West Country, entrу de aprendiz con un paсero; procedнa de una familia cuбquera de gran tradiciуn, y los cuбqueros tenнan una densa red de contactos religiosos, sociales y econуmicos que cubrнa todo el paнs. Realizу su aprendizaje en Coventry y pasу sus aсos como oficial en Londres; al ver que en Birmingham existнan posibilidades de prosperar en el oficio de paсero y comerciante en sedas, se instalу allн en 1794. Su padre le habнa proporcionado el capital necesario para poner en marcha un negocio modesto, ademбs de pagarle el aprendizaje y facilitarle cartas de presentaciуn para las comunidades cuбqueras de todas las ciudades que habнa visitado. En el aсo 1880, Richard, junto con su esposa Elizabeth y su familia, cada vez mбs numerosa, se instalу encima de la tienda que habнa comprado en Bull Street, una de las calles principales de Birmingham. En esta йpoca era prбctica comъn entre las familias de clase media vivir encima de sus locales comerciales o en el edificio contiguo: los herreros residнan junto a sus forjas, los abogados tenнan los despachos en sus casas y los comerciantes vivнan encima de las tiendas. Sуlo las clases medias altas mбs acomodadas podнan aspirar a tener una casa separada del negocio familiar.

En su juventud, Elizabeth Cadbury no habнa tenido acceso al tipo de educaciуn que su marido habнa recibido. Las jуvenes eran admitidas en un nъmero muy limitado de aprendizajes, y se suponнa que las mujeres adquirнan sus conocimientos del negocio en la prбctica, ayudando a su familia. Sуlo en las clases mбs pudientes se habrнa considerado normal el que la mujer no trabajara en el negocio familiar, independientemente de cuбl fuera йste. La mujer de un granjero se ocupaba de la vaquerнa, la de un comerciante podнa ayudar en el almacйn o en la oficina de contabilidad, la viuda de un fabricante continuar con el negocio cuando su marido falleciera. Elizabeth Cadbury echaba una mano cuando era necesario, cuidaba del negocio en ausencia de su marido y llevaba la casa, de la cual formaban parte no sуlo su familia mбs cercana sino tambiйn los aprendices y las dependientas de la tienda. Durante los primeros quince aсos de su vida de casada tuvo diez hijos, de los cuales sobrevivieron ocho, y, al llegar su madre a una edad avanzada, la trajo a vivir con ellos. En un hogar de semejantes caracterнsticas habнa siempre bocas que alimentar, ropas que lavar, camisas que coser y remendar, agua que acarrear arriba y abajo por las escaleras. Y, sin embargo, Elizabeth Cadbury, con la ayuda de dos criadas que realizaban parte del trabajo domйstico, conseguнa simultanear esto con una activa participaciуn en el negocio familiar. Una de las veces que Richard fue a Londres para adquirir nuevos tejidos para la tienda le escribiу lo siguiente: “He estado buscando bombasнes, pero no me resulta fбcil conseguir todos los colores que quiero. Aquellos que he encontrado hasta ahora son muy bonitos, y maсana me dedicarй a los negros”. Cadbury preguntaba con inquietud si se habнan recibido noticias de Irlanda referentes a los linos que estaban esperando y aсadнa que ya habнa comprado “algunos chales y bufandas de colores y escarlatas”, y que habнa encargado una toca para su hija Sara. Sus cartas estбn repletas de detalles relativos tanto a los negocios como a la familia, todos ellos parte esencial de la vida comercial y social compartida por el marido y la mujer.

En 1821 la tienda prosperaba, y Richard Tapper Cadbury adquiriу una segunda casa, aunque modesta, en Islington Row, una zona en las afueras de la ciudad y prбcticamente en el campo. Allн fueron a vivir los niсos mбs pequeсos con su niсera y sus animales domйsticos, entre los que se encontraban palomas, conejos, un perro y un gato, y se arrendу un trozo de terreno adicional para plantar frutas y verduras. Ahora, la seсora Cadbury tenнa que supervisar dos hogares y, acompaсada por sus dos hijas mayores, iba y venнa constantemente de uno a otro. Mientras tanto, los hijos seguнan los pasos de su padre, habiendo sido colocados de aprendices en ciudades distintas y en diferentes ramas del comercio al por menor. El hijo mayor, Benjamin, entrу como aprendiz de un paсero, con objeto de prepararse para hacerse cargo del negocio familiar; en cambio, el segundo hijo, John, recibiу la formaciуn propia de un comerciante de tй y cafй, y poco despuйs abriу una tienda en Bull Street, junto a la de su padre.

Sus hermanas no recibieron una educaciуn tan formal. Ellas eran las aprendizas de su madre, la cual las instruнa no sуlo en los secretos del horno y la administraciуn de una familia sino tambiйn en el arte de combinar estas habilidades con la disponibilidad para ayudar en la tienda siempre que fuera necesario. Sus actividades incluнan tanto el cuidado de sus frutas y verduras como la ayuda prestada a su madre en invierno para colocar alfombras viejas con las que proporcionar algo de calor adicional a la casa, y no se descartaba que entraran un momento en la tienda para echar una mano a su padre: el negocio formaba parte de la vida de todos los miembros de la familia. Como Elizabeth Cadbury escribiу durante el proceso de reforma del local de Bull Street, cuando les preocupaban las repercusiones que esto podrнa tener sobre la iluminaciуn del salуn: “Supongo que no nos debemos quejar, ya que es por el bien del negocio…”.







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