El mensaje de los evangйlicos: cambiar su vida

La crнtica de las relaciones sexuales entre la nobleza, de las dobles normas que permitнan las infidelidades masculinas pero castigaban a las mujeres y de las formas de matrimonio que hacнan desaparecer la atenciуn y el compaсerismo fue articulada principalmente por ciertos sectores de la burguesнa. En 1820 correspondiу a los radicales el liderazgo dentro de este grupo, ya que en esta ocasiуn la defensa de una concepciуn particular de la familia y la vida domйstica estaba ligada a un ataque dirigido al rey. Dos de los partidarios mбs exaltados de la reina fueron sir Francis Burdett, el conocido parlamentario de Westminster, y James Mill, amigo de Bentham y destacado utilitarista; en la Cбmara de los Lores su causa fue defendida por Henry Brougham, uno de los fundadores de la Edinburgh Review. Pero entre este enfoque de la familia y la polнtica de los radicales no existнa un nexo ineludible. De hecho, muchos ciudadanos, escandalizados por las licencias de sus compaсeros, apoyaron la causa de la reina y participaron en la creaciуn de una mayorнa moral en la cual convergнan los anglicanos y los unitarios, los conservadores con los whigs y losradicales. Esta mayorнa moral era el resultado de dйcadas de lucha intelectual durante las cuales se habнan redefinido las relaciones entre un hombre y una mujer; 1820 fue uno de los momentos en que quedу reflejado el peso y la importancia que dichos temas tenнan para la opiniуn pъblica.

La apariciуn de la doctrina evangйlica a finales del siglo XVIII proporcionу la base para el desarrollo de estas ideas nuevas. Se trataba de un movimiento reformista, surgido en el seno de la Iglesia anglicana, que comenzу a ganar poder e influencia a partir de finales de 1770. Nacido en parte como reacciуn al metodismo, con sus raнces en las clases mбs bajas y su atractivo popular, el evangelicalismo tenнa como meta la reforma de la Iglesia desde dentro, apelando para ello principalmente a los ricos y poderosos. En sus comienzos, los evangйlicos se apoyaron en la pequeсa aristocracia venida a menos, y sus protagonistas mбs conocidos, William Wilberforce y Hannah More, intentaron atraer sobre todo a las clases mбs altas con objeto de que йstas llevaran a cabo la imprescindible revitalizaciуn del modo de vida inglйs.

El mensaje evangйlico se centraba en el pecado, la culpa y las posibilidades de redenciуn. Convertirse, ver la luz y aceptar la naturaleza de cada uno en cuanto pecador suponнa una experiencia esencial. Sin esta percepciуn individual de los abismos del pecado humano y de las posibilidades de salvaciуn y de redenciуn a travйs de Cristo no podнa existir la esperanza. Por tanto, la visiуn evangйlica del mundo se basaba en la vida espiritual individual, y era el brusco deterioro de la calidad de esta vida lo que en su opiniуn habнa provocado la decadencia moral y espiritual de la sociedad del siglo XVIII. Desde su punto de vista, la sociedad estaba podrida hasta la mйdula, pero era una podredumbre originada por el vacнo religioso. El cristianismo nominal, como llamaban a las prбcticas superficiales de aquellos que asistнan a misa y leнan la Biblia sin prestar jamбs atenciуn a la Palabra en sus corazones, suponнa la destrucciуn total de cualquier esperanza de salvaciуn. El cristianismo real debнa basarse en un compromiso total a comenzar de cero, a empezar a vivir desde el principio. A partir del momento de la conversiуn, los hombres y mujeres que se consideraban pecadores y que buscaban la salvaciуn podнan aspirar a la purificaciуn de sus espнritus.

Una fe como йsta exigнa mucho de sus adeptos; el objetivo era la transformaciуn de la personalidad individual, el convertirse en una nueva persona en Cristo. Pero un intento semejante requerнa unas ayudas muy poderosas: habнa que recurrir no sуlo a los sistemas de control interno tan utilizados por los puritanos, un ejemplo de los cuales eran los diarios de los cristianos mбs comprometidos, sino tambiйn a las ayudas externas procedentes del clero y de otros fieles cuya colaboraciуn era necesaria en la lucha por llevar una vida nueva. Esta lucha afectaba a los innumerables pequeсos detalles de la vida cotidiana, a las relaciones con familiares y amigos, con criados y empleados, a las уrdenes que se daban y recibнan, al acto de comer y al disfrute de las actividades de esparcimiento; tanto en el trabajo como en el hogar, en la iglesia como en el establo, Dios estaba observando y oyendo, y esos ojos y esos oнdos capaces de verlo y oнrlo todo debнan convertirse en la conciencia interna. Cada aspecto del comportamiento humano debнa ser examinado a fondo. Un cristiano en verdad debнa llevar una vida espiritual cada minuto, cada hora y cada dнa de su existencia. No se podнa permitir ninguna relajaciуn de este estado de disciplina interna; cada acciуn, cada pensamiento, debнa ser juzgado en el contexto del esquema eterno. El conocimiento de uno mismo era la esencia de la salvaciуn. Como escribiу el puritano John Milton, poeta favorito de los evangйlicos: “Ya que no el conocer en profundidad temas alejados de la vida cotidiana, abstrusos y sutiles, sino conocer / Lo que nos espera cada dнa en la vida cotidiana / Es la sabidurнa mбxima”. La “sabidurнa mбxima” consistнa en conocerse a uno mismo y el estado del alma de cada uno, pero la segunda obligaciуn en orden de importancia era llevar la Palabra de Dios a otros, evangelizar. Segъn los evangйlicos, la creaciуn de una nueva vida empezaba por uno mismo pero el siguiente objetivo debнa ser la reforma de toda la sociedad. Este celo edificador se vio muy fortalecido por las oleadas de miedo que, en la estela de la Revoluciуn Francesa, sacudieron a las clases mбs altas. Aterrados por lo que sucedнa en Francia, algunos sectores de la sociedad inglesa reaccionaron proclamando que lo prioritario era poner en orden la propia casa. Mientras para los radicales este reordenamiento estaba relacionado con la exigencia de un gobierno representativo y la crнtica de la Vieja Corrupciуn, para los evangйlicos el problema residнa en el pecado y la inmoralidad, no en el poder. El ъnico modo de revitalizar realmente la sociedad era llevar la Palabra al mayor nъmero de personas, construir una nueva base religiosa empezando desde abajo. Lo que sucedнa en Francia era una aviso de lo que el futuro deparaba si no se producнa una revoluciуn en las “costumbres y la moral” de la naciуn.

Una revoluciуn semejante debнa comenzar por la salvaciуn individual: el corazуn debнa rendirse a la obediencia divina, la voluntad ser educada para la sumisiуn. En la lucha por alcanzar un modo de vida cristiano, la plegaria нntima gozaba de gran aceptaciуn. Para los evangйlicos la fe individual constituнa la esencia de la experiencia religiosa, y aunque otorgaban un gran peso e influencia al clero, no subestimaron nunca la importancia de la lectura individual de la Biblia, el estudio y la plegaria. Esta introspecciуn personal, que se complementaba con la redacciуn de un diario o informe de las actividades cotidianas, debнa ser ademбs apoyada por la oraciуn en familia. En las reuniones diarias de la familia religiosa para rezar, sus miembros podнan ayudarse entre sн y servirse mutuamente de guнa y control, discutiendo los detalles de las caнdas de cada uno en el pecado y consolбndose juntos en la capacidad de Cristo para comprender y perdonar.

La familia religiosa era vital para el esquema evangйlico, ya que proporcionaba el mejor apoyo para llevar una vida cristiana. Segъn la concepciуn evangйlica, el mundo era un lugar lleno de orgullo y pecado y, por consiguiente, los cristianos comprometidos con su fe procuraban escapar de йl para alcanzar la tranquilidad y el aislamiento de la vida cristiana, una vida en la que las falsas alegrнas del teatro o del salуn de actos pudieran ser sustituidas por la paz interior que el conocimiento del Salvador conlleva. El йnfasis puesto en el rechazo “del mundo” suponнa un problema mayor para los hombres que para las mujeres, ya que no se consideraba que las actividades comerciales, cada vez mбs asociadas a los hombres, pudieran favorecer una vida religiosa, siendo en cambio algo reconocido que las actividades domйsticas, cada vez mбs conectadas con las mujeres de clase media y alta, constituнan un terreno mucho mбs propicio al desarrollo de las prбcticas religiosas. Pero el hogar era algo vital para todos los evangйlicos, como anteriormente lo fuera para los puritanos, al proporcionar un lugar seguro donde refugiarse de las presiones del mundo exterior y un rincуn de paz en el que el seсor y la seсora de la casa tuvieran la posibilidad de controlar a sus hijos y criados. Por tanto, todos los esfuerzos de los evangйlicos por reformar las costumbres y la moral se centraban en la familia, ya que йsta podнa constituir la “pequeсa iglesia”, tambiйn soсada con anterioridad por los puritanos, el “pequeсo estado” sometido a su seсor y capaz de adoptar prбcticas verdaderamente cristianas con independencia de lo que sucediera en el mundo que le rodeaba.

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