Сдам Сам

ПОЛЕЗНОЕ


КАТЕГОРИИ







Salario familiar y mujeres en el hogar





El desarrollo de una polнtica estatal relativa al trabajo femenino en la dйcada de los cuarenta pone de manifiesto la coincidencia de las ideas evangйlicas con las de ciertos sectores de la clase obrera masculina. Durante los aсos treinta y cuarenta se consolidу el papel de los hombres como individuos polнticos responsables, mientras las mujeres eran, en su mayorнa, condenadas al silencio pъblico. Un aspecto importante de esto fue la idea, presente tanto en Cobbett como en Place, de que un hombre deberнa ganar un “salario familiar”, una cantidad con la que pudieran vivir йl, su mujer y sus hijos. Este ideal de suficiencia masculina y dependencia femenina estaba ya firmemente arraigado en la cultura burguesa, como hemos visto anteriormente, pero iba a introducirse tambiйn en los hбbitos de la clase trabajadora. Asн, por ejemplo, la apariciуn de los procedimientos de negociaciуn en los sindicatos masculinos cualificados se apoyу en el concepto del “salario familiar”. Nos encontramos de nuevo ante algo que no era exactamente la simple aceptaciуn de los patrones de la burguesнa, sino mбs bien una adaptaciуn y remodelaciуn de unos ideales especнficos de clase.

En los primeros aсos cuarenta, por poner un ejemplo, los miedos e inquietudes de la burguesнa respecto al trabajo de las mujeres en puestos considerados impropios alcanzaron un punto crнtico debido a la cuestiуn del trabajo femenino en las minas. La creencia de que las mujeres de clase media que trabajaban por dinero perdнan obligatoriamente su feminidad era algo generalmente aceptado; en el caso de los trabajadores, las normas eran ligeramente diferentes, y se aceptaba que las mujeres realizaran trabajos que constituyeran una extensiуn de su papel femenino “natural”. Ver a criadas limpiando, cocinando o cuidando de los niсos no suponнa una ofensa para el decoro; los trabajos de modista y sombrerera tambiйn eran totalmente adecuados, asн como los relacionados con la preparaciуn y presentaciуn de los alimentos. Sin embargo, algunos de los trabajos que las mujeres realizaban eran considerados completamente inadecuados para ellas, sobre todo si se desarrollaban en ambientes mixtos; y el que las mujeres trabajaran bajo tierra era quizб la negaciуn mбs absoluta del concepto evangйlico de la feminidad. Se habнa nombrado una comisiуn para que investigara las condiciones del trabajo infantil en las minas, y los funcionarios encargados de ello quedaron escandalizados y horrorizados ante lo que saliу a la luz sobre las condiciones laborales de las mujeres. Sus ideas sobre la naturaleza de la feminidad sufrieron una violenta sacudida ante el espectбculo ofrecido por las mujeres en diversos grados de desnudez trabajando junto a los hombres. El insulto a la moral pъblica que esto implicaba y el temor de que condujera al colapso de la familia obrera y, como consecuencia, de la moral de esta clase, dieron lugar a la campaсa para la exclusiуn de las mujeres del trabajo bajo tierra, cuya punta de lanza fueron los evangйlicos.

Los mineros de la clase obrera apoyaban la prohibiciуn que posteriormente se impuso, pero por razones diferentes a las de los activistas burgueses. Como John habнa puesto de manifiesto, ellos no aceptaban el juicio de los miembros de la comisiуn, para los cuales, y en palabras de uno de ellos, Tremenheere, la exclusiуn femenina era “el primer paso hacia la elevaciуn de los hбbitos domйsticos y la consolidaciуn de un hogar respetable”. A los trabajadores les molestaba el entrometimiento de los burgueses que les decнan cуmo tenнan que vivir sus vidas y organizar sus familias; hacнan hincapiй en que debнa ser la clase obrera la que controlara a sus propias familias, abogaban por obtener mejores condiciones de vida para sus esposas e hijas y subrayaban el hecho de que, si las mujeres de los dueсos de las minas podнan permanecer en sus hogares, tambiйn debнan hacerlo las suyas. Ellos insistнan en el derecho de sus mujeres a llevar una vida decente sobre la superficie y atacaban a los dueсos de las minas que seguнan empleando mujeres ilegalmente. Pero existнa otro motivo muy poderoso para que los mineros apoyaran la exclusiуn. La Asociaciуn de Mineros de Gran Bretaсa e Irlanda se creу en 1824, tres dнas antes de la fecha fijada para que las mujeres menores de dieciocho aсos abandonaran las minas, y como se afirma claramente en el Miner’s Advocate, el sindicato rechazaba firmemente desde el principio el empleo femenino. El objetivo de los mineros era controlar los horarios de trabajo y obtener los salarios mбs altos posibles, pero el hecho de que las mujeres trabajaran suponнa una amenaza para esta iniciativa, ya que el trabajo femenino mantenнa bajos los salarios. Por sus propios motivos, los hombres de las minas preferнan, en condiciones ideales, ser capaces de mantener a sus esposas, las cuales permanecerнan asн en sus casas. Las mujeres, al no poder expresar pъblicamente sus opiniones, estaban perdidas: odiaban las condiciones de trabajo pero necesitaban el dinero. Sus voces no fueron escuchadas y, en una de las polйmicas mбs importantes de los aсos cuarenta, que fue difundida por toda la prensa, el Estado, los filбntropos burgueses y los trabajadores legitimaron a los hombres en el papel de sostйn de la familia y a las mujeres en el de esposas y madres.

En la aristocracia: una nueva privacy

En 1820, Jorge IV habнa aprendido la lecciуn: la lealtad familiar y los valores domйsticos eran muy importantes para la gran mayorнa del pъblico burguйs inglйs. Pero їquй sucedнa con la aristocracia y la alta burguesнa? їHabнan sido afectados por la aparente hegemonнa de las ideas burguesas sobre las diferencias sexuales? Tanto Stone como Trumbach sostienen que en el siglo XVIII se produjo entre los terratenientes un viraje muy acusado hacia un nuevo concepto de la vida domйstica y, en opiniуn de Stone, fue la elite de la burguesнa mercantil y financiera la inspiradora de estas ideas. En periуdicos tales como The Spectator se elogiaba un nuevo concepto de la distinciуn, cada vez mбs asociada a la delimitaciуn de las funciones correspondientes a hombres y mujeres; posteriormente, estas disertaciones eran adaptadas, reelaboradas y desarrolladas por los evangйlicos. El mayor poder econуmico, social y polнtico de la burguesнa a principios del siglo XIX se vio tambiйn reflejado en la adopciуn por parte de la aristocracia y la alta burguesнa de ciertas prбcticas que tenнan su origen en sus “inferiores”, los granjeros, fabricantes y comerciantes. Como dice Davidoff, “patrones de conducta bбsicamente burgueses fueron injertados en el cуdigo de honor de la aristocracia o la alta burguesнa, originбndose asн el concepto mбs amplio de ‘distinciуn’”.

O, como describe Girouard, a mediados de siglo se habнa producido ya la fusiуn de las clases altas con la alta burguesнa, y la distancia social que las separaba habнa disminuido, y “las clases altas ajustaron su imagen de modo que resultara aceptable para la moral de la clase media. Se volvieron —algunos realmente, otros por lo menos superficialmente— mбs serios, mбs religiosos, mбs hogareсos y mбs responsables”.

La crнtica que la burguesнa hacнa de las clases mбs altas, de su indolencia, su corrupciуn y su inmoralidad alcanzу el punto culminante entre 1820 y 1830, pero fue decayendo a medida que la aristocracia y la alta burguesнa demostraron un mayor aprecio por los valores domйsticos. Ellos crearon, en palabras de Girouard, el “hogar moral”, que giraba alrededor de una vida familiar feliz y protegida en la que se rezaba en familia, se observaba el descanso dominical y se llevaba una vida domйstica regida por una rutina reglamentada. Las mujeres, al negбrseles la participaciуn en el mundo pъblico o de mercado, dominaban en privado, por medio del sistema de la etiqueta, las normas de “sociedad” y de “las estaciones”. Eran los lнderes de la sociedad, sus “cancerberas”; eran ellas las que decidнan quiйn era aceptado y quiйn rechazado socialmente. El principio por el que se guiaba esta norma era el conocimiento personal: nadie podнa ser aceptado si no se le conocнa personalmente. La vida social se hizo mбs exclusiva y privada, desarrollбndose en los hogares de los ricos, a los cuales ъnicamente los conocidos tenнan acceso. La familia y los parientes jugaban un papel muy importante en esta esfera de interacciуn social controlada, ya que sin contactos resultaba imposible ser aceptado. Los refugios privados de la burguesнa, que ofrecнan protecciуn a las mujeres y niсos y al hombre un lugar en el que poder recuperarse para poder enfrentarse de nuevo a las exigencias del mundo de los negocios, presentaban un matiz ligeramente diferente en el funcionamiento del exclusivo mundo de la sociedad.

El interйs de la aristocracia y la alta burguesнa por conseguir una mayor intimidad y aislamiento se reflejу en la construcciуn y reforma de sus casas. En los chalйs los criados vivнan en el piso superior, en las casas de campo podнa lograrse su aislamiento usando, por ejemplo, escaleras independientes. La estructura de las zonas de servicio se hizo mбs compleja, con cuartos separados para cada sexo y sуlo uno o dos ocupantes por habitaciуn. Los niсos se alojaban en lugares especiales cerca de sus padres, y todas las casas tenнan una “guarderнa” Louden. Muchas viviendas tenнan alas familiares independientes con el dormitorio de los padres, el cuarto de los niсos y un cuarto de estar. Los dormitorios para solteros solнan encontrarse en pasillos distintos de los dormitorios para damas, y a veces incluso en un ala diferente. Se introdujeron los salones de fumar, reservados a los hombres, siendo las damas las principales usuarias de los cuartos de estar matutinos. Toda la casa estaba dividida en zonas diferenciadas que se reservaban a las damas y los caballeros, mientras que el comedor era el lugar de encuentro en el interior; el jardнn, una vez mбs, ofrecнa el marco ideal para que los dos sexos se encontraran y complementaran perfectamente. Las modestas aspiraciones de los ocupantes de los chalйs de Edgbaston en los aсos treinta se convirtieron en los grandiosos sueсos gуticos de las clases acomodadas.

Sweet Home: la casa del joyero

En 1820, el aсo de la rehabilitaciуn de la reina Carolina, un joyero de Birmingham que a los cincuenta y nueve aсos habнa conseguido reunir “una suma modesta” y retirarse, se estableciу con su mujer, un hijo y una hija en una pequeсa casa de Edgbaston construida por йl mismo en un terreno que le habнa arrendado lord Calthorpe. Allн levantу la casa de sus sueсos. Йl querнa que fuera “acogedora y confortable”, manteniйndose dentro de unos lнmites modestos en lo que respecta al tamaсo y al gasto. Dividiу la tierra en dos parcelas y asн pudo alquilar la otra casa como inversiуn. En el terreno que le correspondнa encontrу “todo lo que mi corazуn podrнa desear. La casa y el jardнn ideados por mн mismo, la situaciуn pintoresca, retirada y atractiva; la orientaciуn, una ladera meridional; la tierra profunda y muy productiva, y todas las plantas que crecen rбpidamente hasta alcanzar la belleza y la perfecciуn…”. En su jardнn plantу castaсos de Indias y fresnos de montaсa, “ya que siempre he considerado que la presencia de unos cuantos бrboles venerables y majestuosos plenamente desarrollados es parte esencial del carбcter de una mansiуn de campo respetable”, y, ademбs de cultivar sus propias verduras, las flores que eligiу fueron “la humilde prнmula y la sencilla digital, la mansa campanilla junto con la casta y elegante azucena o la magnнfica peonia [ sic ]”. Esta elecciуn se encontraba en consonancia con el radicalismo polнtico que habнa abrazado desde su juventud, ya que en este periodo ciertas flores, como por ejemplo los claveles, estaban asociadas a los artesanos, mientras que otras, como las dalias, se consideraban mбs distinguidas y caras. Unas urnas repletas de inscripciones sobre la armonнa domйstica adornaban su jardнn, y el canal situado al fondo resultaba muy elegante, al estar escondido por un seto de forma que pareciera un rнo. Aquн en “Lime Grove” —pues asн fue bautizada la casa— James Luckok alcanzarнa el “punto culminante de la felicidad”, “satisfecho de estar retirado del mundo y de todos sus engaсos falsos e insatisfactorios […] bendecido con la posesiуn de un pequeсo Paraнso”. Allн pasaba su tiempo, trabajando en el jardнn, escribiendo, reuniйndose con sus amigos, organizando la construcciуn de un nuevo edificio para la catequesis de los unitarios de Birmingham, asistiendo a reuniones reformistas y sin dejar de ejercer su activo papel de hombre pъblico. Entusiasta poeta aficionado, se encontrу una vez seriamente enfermo y temiу por su vida. En esta situaciуn su atrevimiento llegу tan lejos que escribiу un poema para su esposa sobre sн mismo y, adoptando la personalidad de su mujer, describiу algunas de las virtudes que йsta echarнa en falta. Estas lнneas son un ejemplo:

їQuiйn por vez primera en mi pecho infundiу

agitaciones que expresar no puedo

y un brнo inusitado a la vida dio?

Mi marido.

їQuiйn me dijo que todo lo que ganara

pasara lo que pasara

en mis manos feliz lo entregarнa?

Mi marido.

їQuiйn de la agitaciуn de la vertiginosa ciudad huнa

y conmigo las tareas del jardнn compartнa

reconciliando el trabajo con la alegrнa?

Mi marido.

їQuiйn sin descanso largo tiempo luchу

y la frнa mano de la adversidad alejar consiguiу

hasta que un sueldo suficiente alcanzу?

Mi marido.

No ha habido muchos maridos que llegaran al punto de alabarse a sн mismos en nombre de sus mujeres; no obstante, la vida y los sueсos de Luckok encontraban un eco en muchos corazones. El hogar era efectivamente un lugar de dulces placeres en la imaginaciуn nacional inglesa a mediados del siglo XIX, pero estos placeres eran experimentados de modo diferente por hombres y mujeres. Los hombres podнan combinar las preocupaciones, inquietudes y satisfacciones de la vida pъblica con los encantos privados del hogar, pero en lo referente a las mujeres no solнa existir esta dualidad: el hogar era su “todo”, el escenario “natural” de su feminidad.

(Traducido del inglйs por Beatriz Garcнa)


Los actores

Michelle Perrot

Anne Martin-Fugier

Como principal teatro de la vida privada, la familia le proporciona al siglo XIX sus figuras y sus primeros papeles, sus prбcticas y sus ritos, sus intrigas y sus conflictos. Ademбs de ser la mano invisible de la sociedad civil, es a la vez nido y nudo.

A pesar de salir triunfante en las doctrinas y discursos en los que todos, liberales y conservadores, la celebran como la cйlula del orden viviente, la familia es, de hecho, mucho mбs caуtica y estб llena de contrastes. La familia nuclear sуlo a duras penas emerge de ciertos sistemas de parentelas mбs extensos y persistentes, multiformes en relaciуn con la ciudad y el campo, las regiones y las tradiciones, los medios sociales y culturales.

Como totalitaria que es, la familia aspira a asignar sus finalidades a sus miembros. Sуlo que йstos se rebelan con una frecuencia creciente. De ahн, entre generaciones, entre sexos o entre individuos anhelantes de decidir su propio destino, las tensiones que nutren los secretos de aquйlla o los dramas que la hacen explotar. Tanto mбs cuanto que ella recurre cada vez mбs a la justicia como бrbitro de sus querellas, con lo que se somete insidiosamente al control exterior. La familia, sobre todo si es pobre, se halla tambiйn amenazada en su autonomнa por la creciente intervenciуn del Estado, que, si bien no siempre puede actuar sobre ella, trata de sustituirla, en particular por lo que hace a la gestiуn del niсo, el ser social y el capital mбs precioso.

La familia no agota, con seguridad, todas las virtualidades de la vida privada, que conoce muchas otras formas y otras escenas. Pero tiende, sin embargo, durante el siglo XIX, por razones en parte polнticas, a absorber todas las funciones, incluida la sexualidad cuyo “cristal” es ella precisamente (M. Foucault), y a definir las reglas y las normas. Las instituciones y los individuos cйlibes —prisiones e internados, cuarteles y conventos, vagabundos y dandis, religiosas y amazonas, bohemios y facinerosos— se ven con frecuencia forzados a definirse con respecto a ella, o en sus mбrgenes. Es el centro, y ellos constituyen su periferia.

M. P.


La familia triunfante

Michelle Perrot

La Revoluciуn Francesa habнa pretendido subvertir la frontera entre lo pъblico y lo privado, construir un hombre nuevo y remodelar lo cotidiano mediante una nueva organizaciуn del espacio, el tiempo y la memoria. Pero este grandioso proyecto fracasу ante la resistencia unбnime. Las “costumbres” se revelaron mбs fuertes que la ley.

Semejante experiencia llamу mucho la atenciуn de los pensadores contemporбneos. Para Benjamin Constant, George Sand o Edgar Quinet, es un tema recurrente de reflexiуn. їEn quй aspectos trastornу —o no— la Revoluciуn sus vidas y las de sus conciudadanos? George Sand se refiere a cуmo los campesinos de Berry se resistнan al tuteo generalizado que quisieron imponer los “seсoritos de la ciudad”, aquella nueva burguesнa tan orgullosa de poder tutear a su propia abuela, la hasta entonces madame Dupin. Y Benjamin Constant subraya la fuerza de la circunspecciуn: “Escuchй por entonces las arengas mбs animadas; hube de presenciar las demostraciones mбs enйrgicas; fui testigo de los juramentos mбs solemnes; todo era inъtil, la naciуn se prestaba a todas estas cosas como a otras tantas ceremonias para no discutir, y luego cada uno se volvнa a su casa, sin creer ni sentirse mбs comprometido que antes”. Por eso, precisamente, las relaciones entre lo pъblico y lo privado estбn en el corazуn de toda la teorнa polнtica posrevolucionaria. El problema capital estб en definir las relaciones entre Estado y sociedad civil, entre lo colectivo y lo individual. Al mismo tiempo que la permisividad del dejar hacer, el ideal de la “mano invisible”, prevalece en un pensamiento econуmico que marca el paso y vive de las brillantes adquisiciones del siglo XVIII, el pensamiento polнtico se muestra deseoso de delimitar las fronteras y organizar los “intereses privados”. Lo mбs nuevo es, sin duda, la importancia atribuida a la familia como cйlula de base. Lo domйstico es una instancia de regulaciуn fundamental: interpreta el papel del dios oculto.

Esta reflexiуn encierra un alcance europeo. Catherine Hall ha puesto de manifiesto de quй manera, en la Gran Bretaсa, al comienzo del siglo XIX, evangйlicos y utilitaristas coincidieron en elaborar paralelamente el pensamiento de la domesticidad. El panoptismo de Bentham, en lo referente a la sociedad civil, se basa en la mirada soberana del padre de familia, dueсo absoluto despuйs de Dios o de acuerdo con la razуn.







Что вызывает тренды на фондовых и товарных рынках Объяснение теории грузового поезда Первые 17 лет моих рыночных исследований сводились к попыткам вычис­лить, когда этот...

Живите по правилу: МАЛО ЛИ ЧТО НА СВЕТЕ СУЩЕСТВУЕТ? Я неслучайно подчеркиваю, что место в голове ограничено, а информации вокруг много, и что ваше право...

Что способствует осуществлению желаний? Стопроцентная, непоколебимая уверенность в своем...

ЧТО ПРОИСХОДИТ ВО ВЗРОСЛОЙ ЖИЗНИ? Если вы все еще «неправильно» связаны с матерью, вы избегаете отделения и независимого взрослого существования...





Не нашли то, что искали? Воспользуйтесь поиском гугл на сайте:


©2015- 2024 zdamsam.ru Размещенные материалы защищены законодательством РФ.