Сдам Сам

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Cambiar el decorado de lo cotidiano





Con los objetos del espacio privado ocurriу lo mismo que con la indumentaria, e incluso los mбs нntimos recibieron las marcas pъblicas del ardor republicano. En las casas de los patriotas acomodados se podнan encontrar “camas estilo Revoluciуn” o “estilo Federaciуn”, y las porcelanas y lozas eran decoradas con dibujos o viсetas republicanas. Las cajas de rapй, las palanganas, los espejos, todos los cofres e incluso los orinales se adornaban con escenas de las jornadas revolucionarias o con representaciones alegуricas; la Libertad, la Igualdad, la Prosperidad y la Victoria, todas ellas simbolizadas de diversas maneras por jуvenes y adorables diosas, engalanaban los espacios privados de la burguesнa republicana. Incluso en las paredes de los sastres y zapateros mбs modestos se podнan encontrar calendarios revolucionarios con el nuevo sistema de mediciуn del tiempo y las inevitables viсetas republicanas. Los retratos de los hйroes revolucionarios y de la Antigьedad o los cuadros histуricos de los acontecimientos que llevaron a la fundaciуn de la Repъblica no consiguieron, desde luego, reemplazar por completo las tablas y grabados de la Virgen Marнa y los santos, y no es posible asegurar que las actitudes populares experimentaran un cambio profundo durante este ensayo de educaciуn polнtica, pero no cabe duda de que la invasiуn del espacio privado por parte de los nuevos sнmbolos pъblicos constituyу un elemento esencial en la creaciуn de una tradiciуn revolucionaria, del mismo modo que todos los retratos de Bonaparte y las diversas representaciones de su victoria colaboraron en la instauraciуn del mito napoleуnico. El cambio en la decoraciуn del espacio privado tuvo consecuencias pъblicas de largo alcance gracias a la voluntad politizadora del mando revolucionario y sus seguidores.

Cambiar las palabras

Pero el simbolismo revolucionario no permaneciу ajeno a las influencias. Al igual que los sнmbolos pъblicos penetraron en las esferas generalmente privadas de la vida, tambiйn los sнmbolos de la vida privada invadieron los espacios pъblicos; asн, por ejemplo, el “tъ” familiar se hizo pъblico. En octubre de 1793 un sans-culotte militante pidiу a la Convenciуn, “en nombre de todos mis camaradas”, que promulgara un decreto por el que exigiera a los republicanos “tutear sin distinciуn a todos aquellos o aquellas con quienes se hablara a solas, so pena de ser declarado sospechoso”. El razonamiento en el cual apoyaba su peticiуn era que esta costumbre conducirнa a que hubiera “menos orgullo, mбs familiaridad aparente, mбs inclinaciуn hacia la fraternidad; y, como consecuencia, mбs igualdad”. Los diputados se negaron a exigir el tuteo, pero su uso se generalizу en los cнrculos revolucionarios mбs militantes. El empleo del lenguaje “familiar” en el terreno pъblico tuvo un efecto intencionadamente perturbador, ya que el tuteo amenazaba las normas habituales por las que se regнan las alocuciones pъblicas.

Pero todavнa mбs escandalosa fue la irrupciуn masiva de las “groserнas del lenguaje populachero” en los discursos polнticos pъblicos que se editaban. Los iniciadores de esta moda fueron determinados periуdicos de derechas como las Actes des Apфtres yciertos panfletos anуnimos como La Vie privйe de Blondinet Lafayette, gйnйral des bluets y Sabats jacobites con sus parodias del ritual catуlico y los “atrevimientos galantes”, tan apreciados en el mundo del Antiguo Rйgimen; los periуdicos de izquierdas, y particularmente el Pиre Duchesne de Hйbert, aceptaron inmediatamente el desafнo. Muy pronto los “demonios”, los “joder”, los “lameculos”, aparecнan con regularidad en letra impresa junto con una variedad interminable de “juramentos de estilo” (desde los “truenos de Dios” hasta los “veinticinco mil millones de petardos”). En el caso de Hйbert, como en el de muchos otros, el uso de palabras familiares, vulgares o bajas alcanzу su culminaciуn en las descripciones de Marнa Antonieta: “La tigresa austriaca estaba considerada en todas las cortes como la prostituta mбs miserable de Francia. Se la acusaba abiertamente de revolcarse en el fango con los criados, y era difнcil distinguir cuбl habнa sido el patбn que habнa engendrado los abortos monstruosos [ avortons aclopйs (sic) ], jorobados, gangrenados, surgidos de su vientre triplemente arrugado” (Pиre Duchesne). Marнa Antonieta era representada como lo opuesto de todo lo que se suponнa debнa ser una mujer: un animal salvaje en lugar de una fuerza civilizadora, una prostituta en lugar de una esposa, un monstruo que daba a luz a criaturas deformes en lugar de una madre. Era la expresiуn mбxima —y la mбs viciosa— de aquello en lo que los revolucionarios temнan se convirtieran las mujeres si entraban en el terreno pъblico: una monstruosa perversiуn de la sexualidad femenina. Esta terrible perversiуn parecнa exigir un lenguaje igualmente repulsivo, que por regla general era usado ъnicamente en las conversaciones privadas entre hombres. En el terreno pъblico, este lenguaje fue utilizado para destruir el halo de majestad, nobleza y deferencia.

No fueron йstas las ъnicas formas en las que el lenguaje reflejу las oscilaciones de la frontera entre lo pъblico y lo privado. El estado revolucionario intentу regular el uso del lenguaje privado exigiendo el francйs en lugar de los dialectos e idiomas regionales. Barиre explicaba asн la posiciуn del gobierno: “En un pueblo libre la lengua debe ser una y la misma para todos”. La batalla entre lo pъblico y lo privado se convirtiу en una guerra lingьнstica; las nuevas escuelas eran concebidas para propagar el francйs, sobre todo en Bretaсa y Alsacia, y todas las leyes del gobierno eran publicadas en francйs. Como consecuencia de todo ello, en muchas zonas de Francia el lenguaje pъblico se afrancesу, al tiempo que el patois ylos dialectos se privatizaban en cierta medida a travйs de la experiencia.

Para algunos, la creaciуn de un lenguaje privado suplнa la pйrdida de la vida нntima. Los soldados, que habнan perdido de hecho sus vidas privadas al ser reclutados, desarrollaron su propio “dialecto de los veteranos” para diferenciarse de los pekins que no pertenecнan al ejйrcito. Tenнan sus propios tйrminos para designar el equipo, las divisiones del ejйrcito (los soldados de la guardia se convirtieron en los “inmortales”), los incidentes en el campo de batalla, su paga (el dinero era conocido como la “vajilla de bolsillo”) e incluso para los nъmeros de la loterнa (el 2 era la “pequeсa pollita”, el 3 la “oreja de judнo”). El enemigo alemбn era un “cabeza de choucrout”, los ingleses simplemente los goddam.

Marianne, mi madre

Los sнmbolos de lo нntimo y lo familiar lograron desarrollar un notable poder polнtico (y, por tanto, pъblico) en este periodo de confusiуn entre lo pъblico y lo privado. El emblema de la Repъblica, la diosa romana de la Libertad, solнa tener en los sellos, estatuas y retratos oficiales una expresiуn abstraнda y lejana, pero en muchas otras representaciones adquirнa la familiaridad de una joven muchacha o madre, y pronto fue conocida, primero en broma y posteriormente con cariсo, como Marianne, el nombre femenino mбs comъn. La mujer y la madre, tan desprovistas de cualquier derecho polнtico, podнan, sin embargo (їo quizб por esta razуn?), convertirse en los emblemas de la nueva Repъblica. Incluso Napoleуn llegу a representarse a sн mismo, en 1799, salvбndola del abismo de discordia y divisiуn. El poder, para ser efectivo, debнa inspirar afecto, y por ello en ocasiones debнa descender al nivel de lo familiar.

La iconografнa y los discursos polнticos de la dйcada revolucionaria narraban una historia familiar. Al comienzo, el rey era el padre benйvolo que iba a reconocer los problemas del reino y a solucionarlos con la ayuda de sus hijos, que acababan de alcanzar la edad adulta (los diputados del Tercer Estado, sobre todo). Cuando intentу huir del paнs, en junio de 1791, resultу imposible mantener esta lнnea argumental: los hijos, ahora mбs radicales, exigнan cambios bбsicos y finalmente llegaron a reclamar la sustituciуn del padre. La necesidad de eliminar al padre tirбnico se complementу entonces con un ataque violento dirigido contra la mujer que nunca habнa conseguido representar con йxito el papel de madre: la tan explotada condiciуn adъltera de Marнa Antonieta era un insulto a la naciуn que, en cierto sentido, fue utilizado para justificar su terrible fin. El puesto de la pareja real en la nueva matriz familiar de poder fue ocupado por la fraternidad de los revolucionarios que protegнan a sus dйbiles hermanas, la Libertad y la Igualdad. En las nuevas representaciones de la Repъblica no aparece nunca un padre y las madres, si se exceptъan las mбs jуvenes, tampoco suelen estar presentes: era йsta una familia cuyos padres habнan desaparecido. Sуlo quedaban los hermanos, responsables de la creaciуn de un mundo nuevo y de la protecciуn de sus hermanas, que se habнan quedado huйrfanas. En ciertas ocasiones, sobre todo entre 1792 y 1793, a las hermanas se les adjudicу el papel de defensoras activas de la Repъblica, pero en general eran representadas como seres necesitados de protecciуn. La Repъblica era chйrie, pero dependнa del apoyo del pueblo, una formidable fuerza masculina.







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