Los lнmites del control social

El control del individuo se les impone a las autoridades tanto mбs cuanto que, en el seno del espacio pъblico, el anonimato va a ir sustituyendo paulatinamente a las relaciones de conocimiento interpersonal. La muchedumbre cada vez mбs densa y silenciosa que llena las calles pierde una buena parte de su teatralidad; se transforma en un agregado de personas absortas en el pensamiento de sus intereses privados. Se comprende asн que tengan que afinarse los procedimientos de identificaciуn y se imponga el control social.

Hasta el triunfo de la Repъblica (1876-1879), las tйcnicas de comprobaciуn siguieron siendo no obstante muy balbucientes; su precariedad fija los lнmites de estas miras panуpticas atribuidas, sin duda con alguna exageraciуn, a los titulares del poder. El registro civil secularizado en 1792, codificado el 28 de Pluvioso del aсo III, los censos de poblaciуn y las listas nominativas establecidas cada cinco aсos, las listas electorales, censatarias hasta 1848, ampliadas al conjunto de la poblaciуn masculina en marzo de 1848, y luego en diciembre de 1851, constituyen las referencias esenciales del sistema. Algunas categorнas son ademбs objeto de procedimientos particulares: los obreros, teуricamente sujetos a la cartilla a partir del Consulado, cartilla de la que la ley del 22 de junio de 1854 los convertirб en poseedores titulares, con gran perjuicio para los patronos; los militares; los domйsticos, a quienes se les exige la presentaciуn de certificados entregados por sus precedentes amos; las prostitutas, registradas por la Prefectura de policнa o por la administraciуn municipal; los expуsitos, a quienes se les reconoce una situaciуn civil y se les busca un trabajo miserable; los viajeros y, mбs especialmente, los itinerantes y los nуmadas, que deben proveerse de pasaportes antes de efectuar sus desplazamientos.

El estudio de los emigrantes limousines, como el de los viajeros que atraviesan el departamento del Indre, muestra a las claras que la precisiуn extrema de los mandamientos se hallaba acompaсada, en este terreno como en muchos otros, por un gran laxismo, por no decir la mбs total anarquнa. El reconocimiento interpersonal y la memoria visual continuarбn presidiendo durante mucho tiempo aъn las relaciones entre emigrantes y autoridades. No obstante, y por encontrarse ligada a los progresos de la alfabetizaciуn, la acentuaciуn de todas estas exigencias administrativas contribuyу a desarrollar la posesiуn, el uso y el desciframiento de los “papeles”. Nueva familiaridad que, avivada por la difusiуn de la prбctica del contrato en el seno de la sociedad rural, hace cada vez mбs raro, y muy pronto inverosнmil, el encuentro con individuos que ignoren su edad; por ejemplo aquel campesino que equivocaba la cuenta en siete aсos y hacнa exclamar a Eugйnie de Guйrin: “ЎQuй hombre mбs feliz, que ignora su vida!”. En adelante, cualquiera podrб llevar a cabo el cуmputo de su existencia y, de golpe, eso significa que el futuro se ha vuelto calculable, si no previsible. La construcciуn de un tiempo propio autoriza la elaboraciуn de una historia individual, condiciуn de identificaciуn y comunicaciуn autуnoma.

Cuando se impone la necesidad de conocer mejor la personalidad del otro, el procedimiento mбs usual sigue siendo la averiguaciуn de su moralidad, o al menos el recurso al certificado de buena conducta. Con cualquier propуsito, lo mismo si se trata de juzgar al pretendiente a la alianza matrimonial, al postulante de un empleo o, simplemente, a una candidata al servicio domйstico, se solicita la intervenciуn del alcalde y del cura, quienes tienen que proporcionar informaciуn y consejo sobre sus administrados o sus fieles. Curiosamente, esta prбctica, que institucionaliza de hecho el recurso al rumor e incita a la revelaciуn de la vida privada, parece haberse tolerado bastante bien. Aunque tardнa, la correspondencia mantenida por los padres de Marthe permite constatar en vivo estos procedimientos de averiguaciуn. Cuando hay que escoger, o mejor, proporcionar un esposo a la muchacha defectuosa, se pone a contribuciуn toda una escuadra de indicadores: confesores y curas que se convierten en agentes casamenteros, parientes de provincias que hacen de informadores, abogados y notarios requeridos para que pregunten a sus colegas, cuadros de la administraciуn interrogados sobre las cualidades de sus subordinados, criados comisionados para captar rumores. Da la impresiуn de que sуlo se exceptъa a los mйdicos, como si el secreto profesional inspirara ya para entonces una mayor reserva. Una sutil dosificaciуn de informes, recomendaciones y presiones, incluso de chantajes, impregna la trama de la vida privada de esta familia arruinada cuyo bullebulle defensivo se nos revela con un fascinante impudor.

Estбn ademбs los procedimientos de identificaciуn, es decir, la historia de la filiaciуn o, si se prefiere, la pesquisa de las singularidades individuales. Las instituciones policiales han jugado, en esta materia, el papel de laboratorios; en ellos se elaboraron algunas tйcnicas llamadas a regir, mбs adelante, muchos otros campos. Al policнa, lo mismo que al simple ciudadano, se le puede plantear un doble problema: їcуmo probar su identidad? їCуmo poner al descubierto la del otro, aunque ya no se trate mбs que de un cadбver?

Todavнa hasta 1880, el individuo astuto podнa cambiar de piel a placer; para procurarse una nueva personalidad civil le bastaba con conocer la fecha y el lugar de nacimiento del camarada cuya identidad hubiese decidido usurpar; sуlo el encuentro, bastante improbable, de un testigo podrнa frustrar el subterfugio; y aun entonces, el reconocimiento, fundado exclusivamente en la memoria visual, podrнa ser puesto en duda con facilidad. Puede asн comprenderse mejor el terror inspirado por el monstruo o el vengador que se camufla bajo una falsa identidad. Las metamorfosis de Jacques Colin, el destino de Jean Valjean o la estrategia de Edmond Dantиs no debнan de parecerles demasiado inverosнmiles a los lectores de aquella йpoca.

La identificaciуn del niсo expуsito no resulta fбcil: de ahн la extrema importancia de los signos de reconocimiento: un brazalete, un collar, un lunar o el chapнn de esmeralda. Por la misma razуn, la reincidencia les plantea a las autoridades judiciales un espinoso problema; y es la difнcil identificaciуn de las prostitutas la que, mбs que ninguna, conduce al descalabro al sistema reglamentarista elaborado durante el Consulado.

Hasta los inicios de la Tercera Repъblica, la administraciуn continъa utilizando el mйtodo de la “filiaciуn”. La mirada del policнa especifica el color del pelo y de los ojos, hace una estimaciуn de la estatura y, si es el caso, seсala las enfermedades. La lectura de los documentos establecidos por los consejos de revisiуn y la policнa de costumbres, como la de los registros de asiento de presos, pone de manifiesto la ineficacia de semejante mйtodo, basado en descripciones neutras e imprecisas. De hecho, para desenmascarar una falsificaciуn, la policнa apenas si puede contar con otra cosa que no sea la perspicacia visual de sus agentes, sobre todo una vez que la ley del 31 de agosto de 1832 puso en vigor la aboliciуn de la marca al rojo. Precisamente en funciуn de este procedimiento tan poco eficiente se constituyeron poco a poco, en los locales de la prefectura de policнa, el registro previsto por el cуdigo de instrucciуn criminal de 1808, y mбs tarde, a partir de 1850, el expediente de penales, dependiente de los archivos judiciales.

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