Desciframiento y control de sн

Al tiempo que se lleva a cabo la expansiуn literaria de la persona нntima y se profundiza el deseo de desciframiento del yo, la prбctica de la introspecciуn se banaliza. Se trata de procesos favorecidos por el afinamiento y la difusiуn social de ejercicios espirituales procedentes del esfuerzo disciplinario postridentino. El procedimiento del examen de conciencia se extiende paradуjicamente mientras se estб reduciendo el efectivo de los practicantes. Una nueva comprensiуn de los imperativos de la teologнa moral autoriza el acceso de la masa de los catуlicos a una disciplina mental que habнa sido durante mucho tiempo elitista. Durante la Restauraciуn se multiplicaron retiros y misiones; tanto los unos como las otras desembocaban en una confesiуn general; eran la ocasiуn de una amplia exploraciуn de sн. Claude Langlois ha hecho notar por ejemplo la raigambre popular de la prбctica del retiro en la diуcesis de Vannes. El 24 de marzo de 1821, segъn refiere Gйrard Cholvy, seis mil hombres participaron, con un cirio en la mano, en la ceremonia de perdуn que constituнa el momento culminante de la gran misiуn de Montpellier. Cerca de medio siglo despuйs, en 1866, con ocasiуn de la estancia de unos predicadores en Chasseradиs, humilde comunidad del inaccesible Gйvaudan, se efectъa el examen de conciencia y se desata la lengua de los rudos campesinos de los oustaux (caserнos).

El mantenimiento, durante algunos decenios, de la doble confesiуn y de la absoluciуn diferida, la prбctica de la confesiуn general por etapas, entrecortada por largos periodos de examen, tal como la aconsejaba el cura de Ars, especie de misionero inmуvil durante la йpoca de la monarquнa de Julio, incitan a una minuciosa exploraciуn de la memoria en busca del pecado.

La proliferaciуn de las “normas de vida”, la precisiуn intensificada de las “resoluciones”, acompaсan a la profundizaciуn del examen. Predicadores y directores espirituales invitan a las almas piadosas a este nuevo dominio de sн. Asн es como en el mismo corazуn de la vida privada se rigen las conductas. Por consejo de las educadoras, los padres les imponen un estricto reglamento a las jуvenes de regreso del pensionado, a fin de alejar de ellas las tentaciones de una vida que parece hallarse abocada a la ociosidad. El conmovedor Cahier de rйsolutions de la joven Lйopoldine Hugo testifica semejante influjo. Tampoco faltan almas buenas que llegan a aconsejar a todas las jуvenes llevar un diario, simple corolario del sacramento de la penitencia.

En Marsella, Isabelle Fraissinet, de doce aсos, se ve forzada a llenar cada dнa su pensum. El papel puede registrar tambiйn el progreso de la vida espiritual de los adultos, o aliviar los escrъpulos nacidos de las menudas faltas cotidianas. Despuйs de 1850, la difusiуn del diario femenino de conversiуn, cuyo modelo encontramos en el de madame Swetchine, editado por Falloux, expresa la misma voluntad de adaptar la necesidad creciente de la manifestaciуn escrita de sн con fines edificantes.

Pero lo esencial sigue siendo la laicizaciуn de estos procedimientos de desciframiento de la persona, elaborados a la sombra del confesionario.

La contabilizaciуn de la existencia, la aritmйtica de las horas y los dнas, que abruman al hombre del siglo XIX, no brotan simplemente de la obsesiуn del pecado; proceden tambiйn de ese mismo fantasma de la pйrdida que lleva a la tenedurнa domйstica de libros de cuentas de una extremada minuciosidad, que engendra la angustia de la merma espermбtica o mбs sencillamente aъn de la reducciуn cotidiana de la duraciуn de la vida. Esta voluntad de contener la pйrdida es lo que desemboca en el diario нntimo.

El extraordinario Ensayo sobre el empleo del tiempo o Mйtodo que tiene por objeto reglamentar bien el empleo del tiempo, primer medio para ser dichoso, redactado en 1810 por Jullien, militar retirado, manifiesta claramente su filiaciуn. El autor, que invoca a Locke y a Franklin, y cuyo trabajo se verб coronado por Fourcroy, recomienda dividir la jornada en tres partes de ocho horas cada una. Luego invita a consagrar la primera al sueсo, la segunda al estudio y a los “deberes de su empleo”, y la tercera a las comidas, el descanso y los ejercicios fнsicos. Sobre todo, aconseja que se lleven tres diarios o “cuentas abiertas” en las que han de registrarse las fluctuaciones de la salud, las vicisitudes morales y los impulsos de la actividad intelectual. Un “memorial analнtico” y un triple cuadro de situaciуn, redactados cada tres o cada seis meses, permitirбn llevar a cabo balances sucesivos que serб conveniente someter al amigo dispuesto a convertirse en el juez de la evoluciуn. En este caso, el deseo de aclaraciуn interior, combinado con la ansiedad de la pйrdida, suscita una prбctica que no supone ningъn diбlogo con el Creador. Si de esta forma se estructura un examen permanente y obsesivo, es en funciуn de la mirada de uno mismo sobre sн, asн como de la mirada dirigida hacia los otros y el mundo. El prolongado monуlogo interior permite a su vez controlar las propias apariencias y, a la vez, volverse mбs indescifrable al Otro; el necesario secreto de la persona contribuye a imponer la introspecciуn.

Los grandes diaristas de la primera mitad del siglo se esforzaron por realizar esta tarea de esclarecimiento a la sombra de una ambiciуn literaria. Sus obras, que muy a menudo registran a la vez el trabajo, el dinero, el ocio y la actividad amorosa, representan el papel de relatores del deterioro. El diario нntimo intenta exorcizar esa misma angustia ante la muerte que aviva con el mismo movimiento de la escritura. Detectar la dilapidaciуn de sн equivale a darse a sн mismo los medios de una estrategia del ahorro. “Al conservar la historia de mis experiencias —escribe Delacroix el 7 de abril de 1824— vivo el doble; el pasado regresa a mн. El futuro estб siempre ahн”. Se constituye asн una memoria que justifica a la vez la anamnesis y la conmemoraciуn.

La utilizaciуn del diario es tambiйn una disciplina de la interioridad; lo que se deposita sobre el papel es una confesiуn especнfica. La escritura permite el anбlisis de la culpabilidad нntima, registra los fracasos de la sexualidad lo mismo que el asfixiante sentimiento de la incapacidad de obrar; y remacha las resoluciones secretas.

Son tambiйn mъltiples los factores que contribuyen a explicar el ascenso de esta fascinante prбctica. En un Maine de Biran, responde a la ambiciуn de fundar la ciencia del hombre sobre la observaciуn y de aprovechar, para conseguirlo, las relaciones que median entre lo fнsico y lo moral. La bъsqueda de sн se encuentra ademбs estimulada por todos los hechos histуricos que conducen a la profundizaciуn del sentimiento de identidad. Sobre todo, estб la aceleraciуn de la movilidad social, que engendra un sentimiento de inseguridad. Incita al diarista a interrogarse sobre su posiciуn y a calcular el juicio ajeno. La muda presencia de la sociedad obsesiona la vida privada y solitaria del autor del diario. La nueva manera de relaciones interpersonales dictada por la urbanizaciуn multiplica las heridas narcisistas y engendra una frustraciуn que invita a replegarse en el refugio interior. Maine de Biran predijo, en 1816, esta bъsqueda de una revancha psicolуgica; presintiу el tiempo en que “los hombres fatigados de sus sentimientos se sentirбn mбs dispuestos a penetrar en sн mismos, y a buscar allн el sosiego y esa especie de calma y esos consuelos que no cabe hallar mбs que en la intimidad de la conciencia”.

El ascenso del sentimiento de propiedad no fue tampoco ajeno a la nueva bъsqueda; Maine de Biran, una vez mбs, lo atisbу; y se felicitaba de que el abate Morellet, su amigo, en la memoria que habнa dedicado a este tema, hubiese basado el derecho de propiedad sobre la que “cada hombre tiene de sн mismo, de todas sus facultades, [de] su yo”.

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