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LAS INFLUENCIAS EVOLUTIVAS Y LAS CULTURALES





 

Las influencias que recibimos del entorno han ido conformando una forma de pensar, y de sentir y de hacer, que crea hábitos. Y por desgracia estas no incluyen los de cumplir tus sueños. Pero por suerte, el mundo está cambiando mucho en las últimas décadas.

Las influencias evolutivas tienen que ver con nuestros orígenes, con nuestros progenitores y antepasados. De las segundas cada vez somos más conscientes, e incluso podría hablarse de categorías como las influencias tecnológicas, las económicas, etc; pero a todas estas las englobo en el grupo de las culturales, entendiendo la cultura —como hacía Berne— como un conjunto de tres componentes: lo que tenemos que hacer (lo que nos pide el gobierno, la sociedad, nuestros familiares, jefes, amigos), lo que sabemos hacer (lo aprendido en el colegio, en los distintos trabajos, lo que me permite la tecnología) y lo que nos dejan hacer (de nuevo el gobierno, la sociedad, nuestros familiares, jefes, amigos).

 

 

Haz una breve descripción de la cultura en la que vives. Esto es, que describas qué es lo que según ella tienes que hacer, qué es lo que sabes hacer y qué es lo que te dejan hacer.Al describirla puedes elegir tu cultura familiar, la regional, la de tu país. Lo importante es que lo hagas desde el +/+. Gracias a ella tu familia y tus antepasados consiguieron que vinieras al mundo. Otra cosa es que a partir de ahora quieras decidir cuáles de sus componentes quieres que influyan menos en ti. Decidas lo que decidas, hazlo de forma segura, para ti y los tuyos. Los buenos cambios deben tener cierta progresividad. La brusquedad trae habitualmente consecuencias negativas.

 

Según mi cultura lo que tengo que hacer es:

 

 

Según mi cultura lo que sé hacer es:

 

 

Según mi cultura lo que me dejan hacer es:

 

 

Ahora ya eres más consciente de una de las grandes influencias, y de los componentes que soplarán a favor y de los que lo harán en tu contra. Recuerda que para navegar con el viento en contra basta con saber virar las velas y manejar el timón. En este caso, eso se traduce en aumentar la conciencia que tienes de los componentes de tu Brain Operating System, y en mejorar la gestión que haces de él.

 


TODOS ESTAMOS HIPNOTIZADOS

 

¿Te lo crees? ¿No? Bueno, ya sé que suena bastante provocador. La primera vez que se lo oí en un audiolibro al gurú del coaching Brian Tracy, me sorprendió. Pero si lo piensas, nuestras creencias son las órdenes que unos hipnotizadores amateurs nos dieron de pequeños. Estos incluyen a nuestros padres, hermanos, amigos, vecinos, profesores, locutores de radio y televisión, etc. Lo que has decidido creer sobre ti, de forma consciente o inconsciente, es lo que determina lo que conseguirás en tu vida.

Pero no basta con desear las cosas. He aprendido a confiar en mi intuición y a la vez a hacer acciones que produzcan resultados. Luego, basándome en el feedback, evalúo, y voy haciendo lo que llamo «ensayo y aprendizaje». Eso implica que cometo bastantes «aprendizajes». Pero lo más importante es que, al hacerlo, he aprendido a ampliar mi zona de confort de forma regular. Y con ello he ido cumpliendo mis sueños.

 

 

Lo que hasta ahora había decidido creer sobre mí, y sobre mi vida era que:

 

 

LA INTUICIÓN Y LA INTELIGENCIA INTUITIVA

 

Otros dos conceptos que tener en cuenta en este viaje a tu nuevo yo son la intuición y la inteligencia intuitiva. Hoy sabemos que lo que se entrena se desarrolla. Los taxistas de Londres estudian una media de cuatro años para obtener su licencia, y tienen que superar un examen que se llama The Knowledge. En él se les puede preguntar por la ubicación de más de 25.000 calles y lugares de Londres. En el año 2000 Eleanor Maguire realizó un estudio en el que comprobó que los hipocampos de los taxistas estaban más desarrollados que los de personas que no habían practicado el tipo de entrenamiento que éstos habían hecho. Esto mismo se ha comprobado en otros casos, y para otros órganos del cerebro.

¿Cuál es mi hipótesis? Que además de la práctica necesitas tener las distinciones útiles que hagan que tu cerebro desarrolle su intuición. Con eso me refiero a las distinciones que te permiten captar la información de tu interior, o del entorno, antes de que la parte consciente de tu cerebro la convierta en un conocimiento que pueda articular y compartir.

¿Cómo se mide la intuición? No lo sé. Que yo sepa por ahora la única que puedes experimentar es la propia. Eso sí, no es algo que debas hacer a ciegas. En mi experiencia tu intuición es mejor cuantos menos miedos tienes. Y también es mejor cuanto más actúas basándote en tu pasión. No es un elemento fácil de gestionar, pero sí que creo que es fundamental cultivar. Y curiosamente la forma de hacerlo es desde la lógica: desmonta tus creencias limitantes, aprende a hacer un feedforward positivo y confía en tu intuición sobre los comportamientos que poner en marcha. Hazlo con cuidado, no asumas riesgos importantes y observa lo que ocurre. Con la práctica irás mejorando, tus distinciones se afinarán y sobre todo podrás construir la confianza necesaria para la intuición desde la experiencia observable.

 


PERSEVERA O PIVOTA

 

Una forma práctica de aplicar este concepto de la intuición es la que en el mundo del emprendimiento se llama Lean Startup. Esta metodología ha surgido de la experiencia de los emprendedores, y se está convirtiendo poco a poco en práctica habitual en los proyectos de innovación.

Si te mueves en este campo, es muy probable que conozcas la expresión «persevera o pivota». Esto es, antes de invertir mucho en el desarrollo de un concepto, pon en marcha una propuesta que cumpla con lo que intuyes que es lo mínimo que va a aceptar el mercado, o como también se le llama, la Minimum Viable Proposition (MVP, o Propuesta Mínima Viable). Por ejemplo, en nuestro caso, el vídeo ¿Te atreves a soñar? ha funcionado como una MVP, aunque la intención fuera la de hacer un regalo a la sociedad. En función de la respuesta del mercado, decides si invertir más y por tanto perseverar en el concepto; o si, por el contrario, buscar una nueva forma de hacer. En otras palabras, además de confiar en tu intuición, exponte pronto a la realidad para ver si tu concepto funciona. Puede que la respuesta sea la que esperabas, o puede que no, pero tendrás información real.

En el campo de la innovación hemos podido comprobar que a veces las personas y las empresas tendemos a pivotar demasiado pronto. Es posible que hayas abandonado un proyecto demasiado pronto, y dejado la puerta abierta a otros, y al cabo de un cierto tiempo encuentras que alguien ha triunfado con tu mismo concepto. A mí me pasó con dos clientes en el campo de la ingeniería. Después de insistir durante tres años a dos fabricantes españoles de maquinaria sobre una nueva forma de ensamblar sus materiales, decidimos dejar de perseverar ante la falta de resultados. Cuando volvimos a verles al quinto año, la competencia se había encontrado al cliente listo para comprarles una propuesta basada en el mismo concepto. ¿Nuestro aprendizaje? Si confías de verdad en algo que intuyes que va a funcionar y tienes los medios para mantener los recursos dedicados, no abandones la iniciativa del todo. Es posible que hayas acertado y que el mercado, la situación o tu preparación necesiten un poco más de tiempo. ¿El peligro? Que no aceptes que lo que quieres hacer no tiene sentido. Pero es una situación compleja de evaluar. Por eso tu intuición es lo que vale.

 

NO TE RESIGNES

 

Siguiendo con la idea de perseverar, hay algo crítico de lo que nos cuesta darnos cuenta cuando somos jóvenes y que parece más fácil de comprender cuando vas adquiriendo experiencia. Y me refiero a la importancia de no resignarse ante un objetivo aún no cumplido. Desde pequeños nos entrenamos en aburrirnos. Como no tengas pronto nuevos estímulos te aburres. Técnicamente el aburrimiento sería el proceso por el cual alguien deja de mirar la realidad desde nuevos puntos de vista. Esto es algo que aprendí con John McWhirter, creador de la DBM® (Developmental Behavioural Model, o Modelado Desarrollativo Comportamental), hace unos cuantos años y que me ha ayudado a tener insights o tomas de conciencia casi a diario. Por eso mis hijos decidieron hace algún tiempo dejar de decirme: «Papá, me aburro». Cada vez que lo escuchaba les decía que ésa era su decisión. A veces les enseñaba cómo hacer para no aburrirse, y otras les dejaba que se inventaran ellos una nueva forma de ver la realidad.

Una de las causas por las que el aburrimiento ocurre es que no has aprendido a buscarle otros puntos de vista a aquello que haces. Las cosas o las actividades en sí mismas no son aburridas. Ese es un adjetivo que tú le pones. Por eso una buena idea es aprender a ver la realidad como lo haría un extraterrestre, o como lo harían profesionales de diversas áreas: un fabricante de juguetes, un bombero, un agricultor, etc. Esta es una de las técnicas que usamos en creatividad para buscar nuevos usos y nuevas ideas. Practicándola enseñas a tu Brain Operating System las capacidades ocultas que tienes.

 


¡¡¡REPETIMOS!!!

 

Cuando perseveras en algo suele haber momentos duros, que son las pruebas de fuego del proceso de cumplir los sueños. Entonces te das cuenta de que no estás aún preparad@ para hacer según qué cosas. Y aquí mucha gente se desespera, o incluso se frustra, porque no ha aprendido a aprender. O al menos no se da dado cuenta de cómo ha aprendido en su vida hasta ese momento. ¿Sabes tú cómo aprendes? Una de las claves está en el título de este apartado. Repetición. Repetición. Repetición.

¿Recuerdas cómo aprendiste a hablar? Probablemente no, pero si tienes hijos o sobrinos habrás visto el proceso de los niños a la hora de hacer sus primeros sonidos, de empezar a balbucear, de decir «mamá» o «papá» por primera vez; y de comprobar cómo cada vez emiten palabras más claras. Y esto ocurre a lo largo de uno o dos años. Tener un foco tan claro como es la necesidad de comunicarse les ayuda a perseverar. Además tienen alguien que les quiere y que hace por entenderles. Y así, a base de repetición, aprendes tu idioma materno y todas sus sutilezas. Pues lo mismo ocurre con los demás aprendizajes. Exigen práctica, práctica y más práctica. Y si mantienes una actitud +/+ el proceso es bastante más rápido ya que te resulta más fácil gestionar el feedback que te llega.

 

 

Define las habilidades necesarias para conseguir el sueño que te planteaste en el Capítulo 1. Léete por favor de nuevo su descripción, y conecta con el momento en que lo habrás conseguido. Para ello será bueno que cierres por un momento los ojos.

¿Ya lo has conseguido? ¿Lo sientes? Toma conciencia de lo que has tenido que aprender para llegar a ese momento. Deja ahora de leer y conecta con tu yo futuro.

 

Este es tu tiempo para hacer el ejercicio. Te espero.

 

¿Ya? Lo siguiente que quiero que hagas es anotar las habilidades que ya has intuido que necesitas.

 

Puedo conseguir el sueño que me he planteado, y para eso las habilidades que necesito desarrollar son:

 

 

Lo que has anotado te servirá para seleccionar la información de tu entorno. Te ayudará a descubrir programas o cursos que ofrezcan formación en esas habilidades, hablarás de ellas con amigos y te recomendarán libros o vídeos y estarás en general más atent@ a todo lo que posibilite tu sueño.

 

 

MAYBE: Oye, Matti, ¿no te parece que ya llevas bastante teoría en este capítulo?

La verdad es que sí que es un poco denso. Sin embargo, es tan crucial que la gente entienda la importancia de lo que estoy contando que prefiero darles toda la teoría al principio, y luego ya les dejo con la metodología para cumplir sus sueños.

MAYBE: ¿Y no podrías contarles la teoría poco a poco?

Sí, claro que podría. Lo bueno es que se haría más fácil la lectura; lo malo es que entonces el impacto de lo que cuento se diluiría.

MAYBE: Entiendo. ¿Y por qué es tan importante que la gente entienda cómo funciona esto que tenemos entre las orejas?

¿De verdad lo quieres saber?

MAYBE: .

Mi experiencia es que la gente que no entiende cómo funciona su mente, pasa por las metodologías como el que va al cine. Pasa un buen rato y, cuando sale del cine, se queda como estaba. Vamos, que no asume responsabilidad por su aprendizaje, ni por su cambio.

 

 

CÁNONES NEURALES

 

El neurocirujano Wilder Penfield trabajó a mediados del siglo pasado con pacientes que padecían epilepsia. Penfield quería saber si la epilepsia era causada por alguna parte dañada en el cerebro de sus pacientes. Por ello, realizaba pruebas en quirófano en las que estimulaba con un bisturí eléctrico las distintas partes del cerebro, mientras el paciente permanecía despierto. Lo que observó fue que, estimulando una zona del cerebro el paciente se ponía, por ejemplo, a llorar y además acurrucaba su cuerpo en posición fetal. Cuando le preguntaba por qué lo hacía, éste contaba que se sentía triste por un evento doloroso de su pasado que estaba reviviendo.

Cuando estimulaba otra zona de la corteza cerebral, la persona se ponía contenta, y su cuerpo se relajaba. Cuando le preguntaban, contaba que estaba reviviendo un hecho que le hizo muy feliz. Los experimentos de Penfield demostraron que las emociones, los pensamientos y los comportamientos se almacenan en lo que hoy se conocen como cánones neurales.

Cada vez que realizas un comportamiento nuevo, tu cerebro hace nuevas conexiones neurales entre los extremos de sus ramificaciones, llamadas axones y dendritas. El espacio entre ellas se llama sinapsis. Cuando un comportamiento lo haces sin esfuerzo alguno, eso se debe a que ese camino está muy trillado. Cuando lo haces por primera vez, es como si fueses avanzando por una selva en la que tienes que ir «cortando la maleza». Y eso implica un mayor gasto de energía. Los neurocientíficos han comprobado que este puede ser hasta un 20% de la energía que en un momento dado consume tu cuerpo. Esto es, tu cerebro, que pesa en torno a un kilo y medio, se lleva el 20% de tu energía al hacer nuevas conexiones. Como puedes imaginar eso es difícil de sostener por mucho tiempo. Por eso el cerebro tiende a crear patrones repetitivos y minimiza hacer cosas nuevas.

 

 

Además, en la conexión entre neuronas se liberan unas sustancias llamadas neurotransmisores que le dan una connotación u otra a la conexión, y esto influye en cómo percibes ese nuevo aprendizaje. Así puedes tener cánones neurales de cosas que querrás seguir haciendo porque te resultan agradables, o de cosas que no quieres volver a hacer, porque te han parecido horribles.

Cuando repites estos cánones neurales el tiempo suficiente, la energía necesaria para establecer la conexión va disminuyendo, hasta que se convierte en algo fácil de hacer. Se habrá convertido en una habilidad e incluso puede que en un hábito.

 

 

¿Te apetece hacer un ejercicio que te enseñe cómo se siente uno al provocar un nuevo canon neural? Muy bien, pues cruza los brazos. ¿Ya? Aunque te resulte raro, te invito a que lo hagas porque te resultará bastante revelador. ¿List@?

Ok. Ahora cambia tu forma de cruzar de brazos. Sí. Es sencillo. Crúzate de nuevo de brazos como sueles hacer. ¿Dónde tienes la mano derecha? ¿Por encima o por debajo del bíceps izquierdo? Pues ahora haz lo contrario. Si la tenías por encima, déjala por debajo. O al revés.

¿Cómo te sentiste al hacer el cambio? Lo normal es que no te cueste, pero que te resulte extraño. Este ejercicio ilustra que tienes un canon neural para «el cruce de brazos». Y lo tienes para muchas otras cosas además de para respirar, hacer la digestión, atarte los zapatos, etc.

Lo curioso es que cuando te toca cambiar un canon neural puedes incluso bloquearte momentáneamente. Pero a medida que lo practicas, el nuevo canon va afianzándose y puede llegar a resultarte igual de fácil y de natural. Eso pasa también si hablas varios idiomas, o si te acostumbras a lavarte los dientes con la mano derecha o con la izquierda.

En tus primeros años de vida, tu cerebro se pasaba el día generando nuevos cánones neurales. Sin embargo, a medida que fuiste creciendo, entre tus familiares, el sistema educativo y la sociedad, fuiste recibiendo refuerzos respecto a los tipos de comportamientos que eran aceptables.

Y si eres como la mayoría, aprendiste a sentir el miedo al ridículo, el miedo al qué dirán y el miedo a fallar. Poco a poco fuiste dejando de generar tantos caminitos nuevos. Lo normal es que, después de acabar tus estudios formales, el interruptor de la generación de nuevos cánones neurales haya acumulado telarañas. Pero, ahora, ha llegado el momento de desempolvarlo. Es la hora de aprender de nuevo, y de darte cuenta de que para cumplir tus sueños puedes y debes exponerte a la maleza mental que te separa del cumplimiento de tus sueños.

 

 

WILDO: ¿Y por qué hay que formarse, Matti?

Es bien sencillo. En los años setenta hubo un psicólogo clínico llamado Thomas Gordon que describió lo que se conoce como «las cuatro etapas de la competencia».

WILDO: ¿A qué te refieres con «competencia»?

Me refiero a saber hacer algo, a ser competente en algo. Según Gordon, en un proceso de aprendizaje las personas pasamos por cuatro fases: la primera se llama inconscientemente incompetente. En ella no sabes que no sabes de algo. Vamos, que como no te lo habías planteado hasta ese momento no sólo no sabías que no sabías, sino que no habrás hecho nada para aprenderlo.

WILDO: Ya, ¿como cuando piensas que eso de darle a la pelota con un bate de béisbol es una chorrada y luego te das cuenta de que es difícil?

Eso es. Luego viene la fase en la que te sientes conscientemente incompetente. Ésta es la más dura a nivel emocional, porque es en la que te das cuenta de tu torpeza con el bate de béisbol.

WILDO: Sí, claro. ¡Qué remedio! ¡Si nunca lo has hecho antes!

Lo curioso es que con las habilidades manuales y los deportes a menudo resulta más fácil de aceptar, pero con las habilidades menos tangibles como hablar en público, liderar personas, negociar, nos cuesta mucho más aceptar nuestras limitaciones. Y cuanto más mayores, y mejor posicionados en la vida, peor. ¡Vamos como si a partir de una edad, estuviera prohibido aprender ese tipo de habilidades!

WILDO: ¿Y por qué pasa eso?

Yo creo que por una combinación de varias cosas: a la gente se le olvida lo que se siente cuando se crean nuevos cánones neurales, no entiende el proceso de aprendizaje ni las emociones que lo acompañan, y no se han trabajado su ego.

WILDO: Pues suena lógico. E imagino que además les dará miedo que se rían de ellos...

Eso es. Los miedos forman parte de esas emociones que acompañan el proceso. Bueno, sigo. La tercera fase es la que se llama conscientemente competente. Esta ya es más agradable. Ahora empiezas a darte cuenta de que ya controlas mejor lo que quiera que estés aprendiendo: montar en bici, esquiar, tocar la batería, hablar en público, lo que sea. Además ya no sólo no te da miedo que se rían de ti, sino que la gente te dice que les gusta lo que haces.

WILDO: Está claro.

Y finalmente viene la fase en la que te sientes inconscientemente competente. Ya ni te das cuenta de que sabes hacerlo. Los cánones neurales en los que se soporta ese aprendizaje están más que establecidos y lo haces sin esfuerzo mental. A partir de ese momento es cuando estás además preparad@ para enseñar eso que has aprendido.

 

 

APRENDIZAJE Y TORPEZA

 

Bueno, ahora que ya conoces más sobre lo que ocurre en el proceso de prepararte para adquirir tus habilidades para cumplir tus sueños, es un buen momento para que te preguntes si estás dispuest@ a sentirte torpe en el camino. ¿O acaso crees que no te mereces pasar por esa humillación para cumplir tu sueño?

Te invito a que te des cuenta de que «torpe» es tan sólo una etiqueta, no una realidad. Es, para ser más preciso, un adjetivo calificativo que proviene de un juicio hecho a partir de un criterio estándar. Ahora el secreto está en entender cuál es ese criterio estándar con el que te estás midiendo. Cuando lo saques a la superficie es muy probable que descubras que esas creencias no sólo te ayudaban a sentirte torpe, sino a dejar de hacer muchas cosas que son divertidas, y que a menudo catalogabas de «ridículas». ¿List@ para un ejercicio?

 


 

 

Identifica acciones que te cuesta hacer en tu vida cotidiana, y que otros amigos o familiares hacen sin problemas. El objetivo es que te des cuenta de cuáles son las creencias que operan por debajo. Lo que quiero es que tomes conciencia de ese juez interno que en Análisis Transaccional llamamos el Padre Crítico.

 

Las acciones que me cuesta hacer en el día a día son:

 

 

Ahora elige un par de ellas.

 

 

La acción primera que quiero analizar es:

 

 

Si hiciera esta acción, lo que creo que me pasaría es:

 

 

Ahora la otra.

 

La segunda acción que quiero analizar es:

 

 

Si hiciera esta acción, lo que creo que me pasaría es:

 

 

Ya tienes información para detectar los juicios que haces cuando te imaginas haciendo esas acciones, y las creencias limitantes que has podido generar basándote en ellos. Ahora depende de ti si quieres darle la vuelta a esas creencias limitantes, o si prefieres dejarlas como están.

 

NUESTROS MIEDOS

 

Lo que suele ocurrir con esto del cambio, como ya vienes leyendo, es que se pongan en marcha reacciones emocionales, como los miedos. Una forma de gestionarlos es entender qué es eso a lo que temes. Porque el miedo en sí mismo no es un problema. Gracias a él no te tiras por la ventana o te sobresaltas cuando oyes un ruido repentino. Y estas respuestas son legítimas y necesarias. Son reacciones lógicas.

 

 

WILDO: ¿Y por qué son lógicas?

Porque son reacciones que se han desarrollado a lo largo de millones de años. En el pasado les permitieron salvar sus vidas a nuestros antepasados y, gracias a ellas, nuestra especie ha llegado hasta donde está.

WILDO: ¿Te refieres a la crisis?

Jajajaja. No. Me refiero al estado de bienestar en el que vivimos a pesar de la crisis. En casa le das a un interruptor y se enciende la luz, abres un grifo y sale agua potable; me refiero a todas las ventajas de la sociedad actual.

WILDO: Sí, sí. Pero además está la crisis.

Sí, y además está la crisis que está provocando justamente este avance.

WILDO: ¿A qué te refieres?

Pues a que cuando teníamos medios de comunicación menos avanzados teníamos menos información que hoy. Y todo era más difícil. Hoy es posible saber cómo cambiar una pieza de un motor de un coche, buscando el vídeo correspondiente en YouTube.

WILDO: ¿Y eso lo ha provocado la crisis?

Bueno, déjame que acabe. A lo largo del último siglo la sociedad ha avanzado una barbaridad. Hasta hace unas décadas haber hecho una carrera, o simplemente tener estudios, era sinónimo de éxito. El acceso al conocimiento estaba reservado a unos pocos. Pero la posibilidad de estudiar se fue abriendo cada vez a más gente, y esto ha provocado que en muchos países, ir a la universidad sea ya algo corriente. De hecho, en muchos entornos esto empieza poco a poco a ser algo que pierde valor. El desarrollo de internet ha ayudado a que el conocimiento ya no esté disponible sólo en las aulas y en los libros. El conocimiento ya no es la clave.

WILDO: ¿Ah, no?

No. Ahora lo que se está empezando a valorar cada vez más es la experiencia real, la capacidad de ser resolutivos, la creatividad, la inteligencia emocional, la gestión frente a la incertidumbre. Los títulos per se, ya no se valoran tanto.

WILDO: O sea, que al haber aprendido todos más, ¿hemos ido para atrás? No. Estamos yendo para adelante. Lo que pasa es que estamos en transición. Las culturas de las que procedemos y que operaban tanto en el mundo empresarial como en la sociedad se basaban en el control y en el miedo. Ahora con el mayor autoconocimiento de la gente, o, como diría Daniel Goleman, con la mayor inteligencia emocional, la gente empieza a confiar más en sí misma. Y como consecuencia empieza a confiar más en los demás. Esto va eliminando los miedos, y da lugar a una cultura en la que las cosas se pueden pactar. Ya no es necesario utilizar la violencia como único recurso para conseguir lo que quieres. Y poco a poco empieza a emerger una cultura de la confianza.

WILDO: ¿De confianza?

Sí, una cultura en la que cada vez más personas operan desde el siguiente nivel de la pirámide de Maslow. Esto es, desde la autoestima. Y de repente la necesidad de pertenecer a un determinado colectivo, como puede ser un partido político, un país o un equipo de fútbol, pasa a otro plano. De hecho esto está afectando también a las empresas, que ahora ya no tienen clientes cautivos. Los clientes cambian ahora más rápido que nunca. La sociedad en su desarrollo evolutivo lógico ha ganado confianza, y quiere que se le respete y se atiendan sus necesidades. En realidad, lo que la sociedad en su conjunto está poco a poco consiguiendo —y no sé cuánto de forma consciente— es que haya un equilibrio potencial cada vez mayor. Pero aún faltan cambios significativos.

WILDO: O sea, que si te he entendido bien, esta crisis que estamos viviendo ocurre porque estamos teniendo cada vez más confianza y menos miedo.

Sí. Lo que pasa es que aún no es tan obvio, porque en esta transición en la que la gente gana en confianza —mira la cantidad de libros de autoayuda que se vende—, los que aún no han cambiado tanto son los que creen que tienen más que perder. Cuanto más arriba más difícil es el cambio.

WILDO: ¿Y eso por qué?

Pues porque tienen más responsabilidad. Y tienen más miedo de que, si cambian algo, les salga mal. Pero de hecho muchas de las empresas nuevas que surgen, y algunas de las antiguas que ya se están transformando, ya han entendido el poder de tener líderes que practiquen esta nueva actitud.

WILDO: Pues espero que tengas razón, porque la gente está bastante mosqueada

Lo sé. El problema es que históricamente los gobiernos del mundo no enseñaron a la gente a pescar, y nos dieron los peces. En lugar de enseñar a la gente a pensar, a aprender, a sacar lo mejor de sí mismos, se dedicaron a crear generaciones de gente dependiente. Y ahora nos toca aprender a ser interdependientes. Necesitamos el sistema, pero uno que sea más sano. Nos toca aceptar nuestra accountability como ciudadanos, y elegir también a los gobiernos en función de su capacidad de resolución.

WILDO: Puf, eso suena a política.

Pues a mí me suena a sentido común. Lo que necesitamos es un enfoque sistémico, donde todas las partes, incluidos los ciudadanos, asumamos nuestra responsabilidad. Para cumplir tus sueños necesitas asumir la responsabilidad por tu futuro y dejar de buscar culpables.

 

 

Para creer en ti y poder cumplir tus sueños, necesitas enfrentarte a tus miedos, que están en relación directa con la falta de confianza. Y para ayudarte en este apartado te cuento algunos de los que te vas a encontrar.

Aunque seguro que podría hacer una lista de varias páginas, los miedos que más he detectado a la hora de plantearle a alguien salir de su zona de confort son los siguientes:

 

Miedo al fracaso

 

Este es uno de los miedos más típicos. Especialmente entre los hombres, y cuanto más perfeccionistas, más. El miedo suele surgir de la falta de comprensión del proceso de aprendizaje, de las etapas que conlleva y de entender que bajar el propio nivel de competencia en algo es inaceptable.

 

Miedo al ridículo

 

Esta es una versión parecida a la anterior, aunque en lugar de tener miedo al fracaso per se, el miedo es a sentirse juzgad@. De hecho alguien con este miedo podría triunfar y aun así experimentarlo.

 

Miedo al qué dirán

 

Este miedo se parece al miedo al ridículo. Este miedo es más habitual en mi experiencia en las mujeres. Tiene mucho que ver con mantener las apariencias.

 

Miedo al éxito

 

Esta versión del miedo es más difícil de reconocer. Lo normal es que no te des cuenta de que lo tienes mientras estén en marcha uno o más de los miedos anteriores. Cuando consigues superarlos o integrarlos como algo normal, es cuando empiezas a tomar conciencia de que este miedo pueda estar rondando. «¿Y cómo cambiará mi vida si todo sale como quiero? ¿Perderé el control?»

 

Falta de un destino claro

 

A veces la gente tiene alguno de los miedos anteriores, pero no suele ser un problema mientras no tiene claro adónde va a ir. Muchas veces he visto gente que ha preferido consciente o inconscientemente no definir un destino concreto para evitar enfrentarse a alguno de los miedos antes descritos.

 

Incredulidad ante los beneficios

 

Este es más habitual en procesos en los que la persona no está eligiendo el destino por sí misma, sino que le están invitando a aceptar una propuesta. Es más habitual por tanto en el campo profesional, aunque a veces puede ocurrirte cuando tu pareja te propone algo que no compartes.

 

Necesidad de certeza

 

Esto suele ocurrir cuando no estás eligiendo tú. Sin embargo, también le sucede bastante a personas que, aun teniendo claro adónde quieren ir, y qué van a conseguir, se empeñan en conocer a priori todos los detalles del camino y no entienden que la única forma de hacerlo es recorriéndolo. En mi opinión es una forma de camuflar los primeros miedos descritos.

 

 

Te invito a hacer un ejercicio que tiene mucho de metáfora y que te puede ayudar a cambiar para siempre tu forma de ver y de gestionar el miedo. Es preferible hacerlo con un amigo, aunque si lo quieres hacer solo, también es posible. En ese caso, utiliza una pared.

Ponte delante de tu amigo con los brazos estirados, y pídele a él que haga lo mismo. Conviene que tenga una complexión fuerte. Lo siguiente es pedirle que ponga las palmas al frente como si fuese a empujar una pared. Y tú debes poner las manos en la misma posición. A continuación, juntad las palmas para que podáis empujaros, mientras tú miras al suelo. No hace falta que hagáis una competición. No le mires a la cara.Tu amigo debe mirar al frente. La idea es que te imagines que tu amigo es tu miedo, y lo que te separa de avanzar en la dirección de tu objetivo, que es en la que apuntan tus brazos. ¿Ya? Muy bien ahora empujad los dos en la dirección que apuntan vuestros brazos. Eso sí, no os paséis. Después de empujar por un momento, y darte cuenta de que no puedes avanzar, entiendes por qué ocurre eso.Al levantar la cabeza, te encuentras con tu miedo de frente.Y de repente lo reconoces. Eres mi miedo a................ (al fracaso, al que dirán, etc). Ahora puedes levantar los brazos, dejar de resistirte a sentir el miedo, y abrazarlo (a tu compañero). No hay nada malo en sentir el miedo. Lo malo es que no lo reconozcas, que te resistas a verlo.

El secreto está en reconocer el miedo y mirarle a la cara. No por eso dejas de sentirlo, pero sí puedes gestionarlo.

La segunda parte consiste, quedándote tú donde estás, en pedirle a tu amigo que se coloque a tu lado; en la misma posición que tú mirando a la pared. Su hombro debe estar tocando el tuyo. Como si fuerais los defensas en la barrera de una falta. (Si estás haciéndolo solo, en lugar de ponerte frente a la pared, apoya tu hombre en la pared de modo que la tengas a un lado, y puedas sentirla mientras andas.) Ahora lo que ocurre es que ya puedes avanzar hacia tu objetivo. El miedo sigue ahí, a tu lado. Lo sientes, pero ya no te frena.

 

¿Te gustó? Así es como funciona también en la realidad. No le tengas miedo al miedo.

 

MIEDO A LA PÉRDIDA VS RESISTENCIA AL CAMBIO

 

Los miedos anteriores pueden resumirse en miedo a las pérdidas. De cara a prepararte para cumplir tus sueños, es importante que aprendas a gestionarlo. Entendiendo en qué consiste y sabiendo que necesitas mirarle a la cara, tendrás casi todas las herramientas para ponerte a aprender la metodología y aplicarla. El Análisis Transaccional ha sintetizado el miedo a la pérdida en tres componentes: la pérdida simbólica, la pérdida psicológica y la pérdida física.

 

Pérdida simbólica

 

Una pérdida simbólica es aquella que tiene que ver con la pérdida de beneficios que te den estatus. No es una pérdida real desde el punto de vista físico, pero sí desde el punto de vista del ego.

Si para poder cumplir tu sueño crees que tienes que dejar de hacer ciertas cosas que hacen los de tu clase, o los de tu tribu —sea este el colectivo que sea—, es muy probable que te resistas. Imagínate el caso de un chaval que deja de pertenecer a la banda de matones de su barrio para apuntarse a un curso de pintura. ¿Qué van a pensar sus colegas de él? Eso sería un ejemplo de miedo a la pérdida simbólica.

 

Pérdida psicológica

 

Esta es la pérdida que se produce a nivel psicológico cuando te enfrentas a la posibilidad de no ser competente en algo. Lo que necesitas es sentirte bien contigo mism@. Si no tienes la costumbre de aprender, es fácil que no hayas interiorizado las fases del proceso de aprendizaje. Puede que te resulte casi imposible enfrentarte al sentido del ridículo que requiere dar los primeros pasos en el aprendizaje de una nueva habilidad.

Si el cumplimiento de tu sueño exige pasar por ser conscientemente incompetente, puede que necesites prepararte de forma específica en la gestión de tu sentido del ridículo. Acuérdate del ejercicio de creencias que hiciste hace poco. En cuanto te acostumbres a aprender, esa sensación irá desapareciendo y te sorprenderá acordarte de cómo eras antes de trabajártelo.

 

Pérdida física

 

La pérdida física es la que parece más legítima. Tiene que ver con la pérdida de tu trabajo, de tu casa o incluso de tu vida. En ocasiones puede implicar riesgos reales, pero es bastante fácil que lo que de verdad sea es un buen ejercicio de imaginación para no ponerte en marcha. Es fácil que este miedo se presente en combinación con los anteriores.

Por ejemplo, qué pasa si me decido a ponerme en marcha en el cumplimiento de mi sueño y me despiden. ¿Cómo pago el colegio de los niños o el alquiler? Para hacer frente a este tipo de miedo es bueno entender cuán real es el riesgo, y qué redes de seguridad puedes colocar antes de lanzarte a por tus sueños.

 

Cuando en el año 2004 me propuse cumplir mi sueño de convertirme en consultor, no tenía ni idea de cómo hacerlo. En aquel momento era el director general de una empresa de ingeniería, llevaba doce años como directivo y tenía cargas financieras importantes. Me daba miedo fallar en el intento, y sobre todo que no hubiese un mercado para lo que yo quería hacer. Además, mucha gente me decía que al principio iba a sufrir mucho, que me iría mal, y eso me aterraba. En otras palabras, mi miedo simbólico no era demasiado problema, mi miedo psicológico era intenso, y mi miedo físico, enorme. Y lo que hice fue irme a ver a mi amigo Juanma Opi, que había sido consultor nuestro, y le pedí que me aconsejara. Sus palabras fueron las suficientes: «Construye una red de contactos, sigue haciendo trabajo de crecimiento personal y crea tus propios productos». Escribí mi visión, seguí sus consejos y escribí mi plan detallando lo que haría cada año. En cuanto lo tuve escrito me puse en marcha. Básicamente estuve tres años creando mi red de seguridad para poder hacer frente a los miedos. En 2006 ya tenía creada la empresa, y en febrero de 2007 cuando dejé la ingeniería me sentía bastante preparado. Al poco tiempo los resultados empezaron a llegar.

Desde entonces he cumplido una nueva visión que ocurrió en 2012, y ahora estoy con una para 2015, y con su continuación hasta 2020.

Pero no por eso he dejado de tener miedos. Según escribo este libro tengo miedos, pero ya son algo familiar. No suponen un problema, porque los tengo claros y me sirven de alerta. Pero no dejo de avanzar por ellos. De hecho a veces me ayudan a correr más.

 







Что будет с Землей, если ось ее сместится на 6666 км? Что будет с Землей? - задался я вопросом...

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