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Acumulaciуn primitiva y capitalismo familiar





Como forma elemental de la vida popular, la familia ha sido igualmente el modo prevaleciente de acumulaciуn inicial y de gestiуn para el capitalismo del siglo XIX. La historia de las empresas es ante todo una “historia familiar”. Incluye sus matrimonios y sus duelos, sus prosperidades y sus accidentes. La familia nuclear demostrу haberse adaptado bien al despegue industrial. “El espнritu domйstico, la nociуn de vida privada, se avenнan perfectamente con aquella actividad de hormiga afanosa, secreta, sin convivialidad, que imponнa la industrializaciуn primitiva” (Louis Bergeron, Histoire des Franзais, t. II, p. 155). Los sistemas familiares le ofrecen simultбneamente al patronazgo las bases econуmicas y los principios de funcionamiento de las empresas. Secreto de familia; secreto de los negocios. Contratos de matrimonios: alianzas y diversificaciуn de las firmas. Herederos capaces: empresas bien dirigidas, incluso audaces. Herederos estъpidos o dados a la vida fбcil: malthusianismo de industrias replegadas o de “casas” en decadencia. Hasta las prбcticas financieras se vaciaron perfectamente en el molde familiar. Las sociedades en comandita, ideales en un periodo en el que prevalecнa la autofinanciaciуn, fueron su expresiуn. Y, despuйs de 1867, las familias se adaptaron con toda facilidad a las sociedades anуnimas que les permitнan aumentar su capital al tiempo que conservaban la mayorнa de las acciones y la direcciуn del grupo y preservaban sus bienes propios.

La genealogнa de las empresas sigue entonces rigurosamente la de las familias que las dirigen. La industria textil del norte ofrece ejemplos particularmente sorprendentes de crecimiento por ramificaciуn familiar: por ejemplo, en Roubaix, los Motte y sus mъltiples alianzas: Bossut, Lagache, Brйdart, Wattine, Dewawrin, etc.; los Pollet, padres de la Redoute; en Lille, los Thiriez o los Wallaert; y mбs recientemente, los Willot. Preferencias ideolуgicas o accidentes personales marcan el ritmo de la vida de los negocios. En Normandнa, donde las nostalgias aristocrбticas tienen mucho empuje, la endogamia se lleva hasta el lнmite, lo que fuerza a un repliegue y a inversiones en bienes raнces que resultan nefastas para el desarrollo industrial. Entre los propietarios de forjas, los Schneider o los Wendel no les van a la zaga a los empresarios textiles. Pero su enraizamiento de terratenientes los incrusta aъn mбs en el suelo y los conduce a desarrollar un paternalismo seсorial. Le Creusot, ciudad-fбbrica, es tambiйn un sistema de dominaciуn cuasi feudal de la regiуn, del paisaje y de las gentes.

Los fundadores de grandes almacenes llevaron hasta el punto culminante el modelo del “hogar ejemplar”. El diorama ue, todavнa hoy, en el ъltimo piso de La Samaritaine, relata la historia edificante de Cognacq y Louise Jay, exalta las virtudes y la uniуn laboriosa de esta pareja ideal, que lleva su contabilidad cada noche, a la luz de la lбmpara. Una vez viuda y sin descendencia capaz, madame Boucicaut trata de perpetuar la administraciуn familiar del Bon Marchй y sus sucesores cultivan el tema de la fidelidad, fundamento de una legitimidad reforzada por los cruces matrimoniales entre dirigentes y grandes accionistas. Las instituciones aspiran incluso a formar un personal de cuadros, por promociуn interna, y a constituir de este modo una “familia moral, ya que no biolуgica”, que sea efectivamente legataria mediante el rodeo de la asociaciуn capital-trabajo. Todo ello acompaсado de un control riguroso de la vida privada y de una “implacable domesticaciуn”.

Por lo demбs, no se trata ъnicamente de un estadio primitivo. “La gran industria privada y, mбs recientemente, la pъblica escapan mucho menos de lo que se cree a las estructuras familiares […]. En el grupo de los dirigentes econуmicos, las relaciones familiares siguen determinando las carreras” (L. Bergeron), como han puesto tambiйn de relieve Pierre Bourdieu y Monique de Saint-Martin. A travйs del caso de los Cossй-Brissac, han analizado el papel de lo privado en la gestiуn de la vida pъblica contemporбnea, el impacto de las relaciones familiares en la decisiуn polнtica: Ўel Estado colonizado por las familias, por mбs que no lleguen a ser doscientas! De este modo, los asuntos de familia pueden convertirse en ocasiones en secretos de Estado, y a la inversa.

Lo dicho quiere significar tambiйn que el legado familiar no se reduce a los bienes materiales. La herencia es a su vez una cartera de relaciones, un capital simbуlico de reputaciуn, una situaciуn, un estatuto, “una herencia de cargos y de virtudes” (Sartre, L’Idiot de la famille, t. II, p. 1117). La mayor de las protecciones, la peor de las desigualdades, en suma. Durante el proceso Bovary, le escribe Flaubert a su hermano Achille: “Es preciso que sepan en el ministerio del Interior que nosotros somos en Ruбn lo que se llama una familia, que tenemos raнces profundas en la regiуn y que si se me ataca, sobre todo por inmoralidad, se perjudicarб a mucha gente” (3 de enero de 1857).

Familia, sexo y sangre

Pero, al margen de semejantes funciones realmente desempeсadas, hay otras misiones asignadas a la familia, y que lo son de forma mбs apremiante con el declinar de un siglo obsesionado por los fantasmas de la disminuciуn de la natalidad y el pavor de la degeneraciуn: la reproducciуn de una raza numerosa, fecunda y sana; y una sexualidad ejercida sin fraude ni enervamiento.

Sin duda alguna, la idea de que el matrimonio es el бmbito mбs favorable para un buen rйgimen sexual, cuya misma sensatez constituye una garantнa de salud, hunde sus raнces en la Antigьedad. Michel Foucault ha puesto de manifiesto (Le Souci de soi, 1984)cуmo, en Roma, en tiempo de los Antoninos y en torno de los estoicos, se construyу un ideal de conyugalidad temperada. El siglo XIX no ha inventado nada, y los republicanos invocan de buena gana esta moral antigua. їInfluencia puritana? Uno de los opъsculos reeditados mбs veces de la literatura popular, La ciencia del bueno de Richard, de Benjamin Franklin, tan preocupado por evitar en cualquier terreno el despilfarro, predica la moderaciуn. Los mйdicos, que son los nuevos sacerdotes, sacralizan el matrimonio como regulador de energнa a la vez que como medio de evitar las peligrosas copulaciones del burdel, destructor de la raza.

Y es que, durante la segunda mitad del siglo XIX en particular, las “mitologнas de la herencia” (Jean Borie) desarrolladas tanto por los mйdicos como por los novelistas (ahн estб el Zola de Fecundidad y del Doctor Pascal),el miedo de los grandes “azotes sociales” —la tuberculosis, el alcoholismo, la sнfilis—, y el terror ante las “taras” transmitidas y la sangre “averiada” erigen a la familia en eslabуn, cuya fragilidad requiere vigilancia. Se recomienda la castidad incluso a los jуvenes, a pesar de que se tendнa a tolerar sus excesos, como garantнa de virilidad, con tal de que las muchachas se mantuvieran vнrgenes.

Como templo que es de la sexualidad normal, la familia nuclear erige determinadas normas y descalifica las sexualidades perifйricas. El lecho conyugal es el altar de las celebraciones нntimas. A su alrededor desaparecen las cortinas, pero estбn el espesor de los muros de la alcoba “matrimonial” y la cerradura de una puerta que los hijos sуlo excepcionalmente franquean, mientras que los padres pueden penetrar en todo momento en el lugar de su sueсo. La Iglesia, en otros tiempos tan severa, prescribe a los confesores que no importunen con preguntas a las personas —a las mujeres— casadas. ЎPaz a la sagrada noche conyugal! Ademбs de “cristal de la sexualidad” (M. Foucault), la familia es tambiйn garantнa del nacimiento legнtimo, de la “buena sangre”. ЎCuidado con los eslabones frбgiles de la cadena! Hasta los mismos anarquistas neomaltusianos, deseosos de liberar a los pobres y a las mujeres de las servidumbres de una reproducciуn descontrolada, se dejan prender en las seducciones del eugenismo, aquel sueсo de purificaciуn de la descendencia procedente de las ambigьedades del darwinismo social.

De esta forma, la familia se encuentra sometida a movimientos contradictorios. De un lado, los papeles que continuamente se le descubren o se le asignan acentъan su densidad, su fuerza, sus poderes, y la impulsan a encerrarse en sus temibles secretos. Su privacy se vuelve mбs celosa, al tiempo que se agudiza su ansiedad. Uno piensa en aquella madre de familia angustiada por la educaciуn de su hijo, a la que le decнa Freud: “De cualquier manera, siempre lo harб usted mal”.

De otro, la conciencia creciente del lugar que la familia ha alcanzado en el tablero demogrбfico y social conduce al poder —filбntropos, mйdicos, Estado— a rodearla de solicitudes, a querer horadar sus misterios y a penetrar en su fortaleza. Esta intervenciуn apunta, en primer lugar, a las familias pobres, las mбs indefensas, a las que se considera incapaces de desempeсar su papel, en particular con respecto a los hijos. A comienzos del siglo XX, jueces, mйdicos y policнas, en nombre de un “interйs por el niсo” dirigido al niсo como ser social, multiplican las incursiones en el seno de lo privado.

Pero con frecuencia, la familia es tambiйn cуmplice y, presa de sus propias incertidumbres, o, enfrentada con sus dificultades y sus conflictos internos, no tiene mбs remedio que demandar un ordenamiento social. De tal manera que el control social no se limita a ser el peso de una mirada exterior, o la eficacia reforzada del panoptismo, sino que se convierte en un juego infinitamente mбs complejo de requerimientos y de demandas. En Gйvaudan, a finales del siglo XIX, la exigencia de intervenciуn de la instancia pъblica proviene cada vez mбs de las mismas familias y del individuo expuesto ante la suya propia.

“Mano invisible” del funcionamiento social, “dios oculto” de la economнa, que a veces conspira en el seno mismo de la democracia polнtica, la familia se sitъa en los confines indecisos entre lo pъblico y lo privado. La frontera que los separa resulta sinuosa, variable de acuerdo con los tiempos, los lugares y los ambientes, del mismo modo que va y viene a travйs de la casa. Habнa que familiarizarse con este decorado a fin de comprender la intensidad de los movimientos que la animan, los conflictos que la desgarran y las pasiones que la atraviesan.

Pero ahora hemos de penetrar en su corazуn, en su misma intimidad.







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