Pluralidad de los tipos de familias y de vidas privadas

“Se trata de la familia”, decнa Michelet, como buen jacobino. Conscientes de que este singular suena a falso, no dejaremos por ello de emplearlo. En este caso, es la literatura la que crea la ilusiуn, polarizada por la asunciуn de la burguesнa urbana, fascinada por Parнs, y por la construcciуn de una identidad nacional.

Pero, sin embargo, es el plural el que habrнa de utilizarse constantemente, hasta tal punto son enormes las diversidades introducidas por la oposiciуn ciudad/campo, la fractura primordial de la historia de las intimidades, asн como por los medios sociales, las creencias religiosas y las mismas opciones polнticas. A decir verdad, їquй variantes introduce en las prбcticas privadas el hecho de ser catуlico, protestante, judнo o agnуstico? їHay una especificidad en el padre calvinista o en la madre judнa? їModifica el libre pensamiento las relaciones entre los sexos o la visiуn del cuerpo? їHay una moral socialista decisiva? їAcaso ser anarquista altera las maneras de amar? En el periodo de entreguerras, Armand hacнa de la uniуn libre la piedra de toque de la liberaciуn individual y en En dehors, su periуdico, se hacнa eco de las experiencias de los camaradas en la materia. La historia de Victor Coissac y de su colonia Harmonie pone de manifiesto hasta quй punto fueron enйrgicas las resistencias a este propуsito. Hay un largo trecho desde los dichos hasta los hechos.

Al evocar la muerte de su madre, sus sentimientos y su modo de expresiуn, opone Stendhal los corazones del Delfinado a los “corazones de Parнs”: “El Delfinado tiene su propia manera de sentir, viva, obstinada, razonadora, que no he vuelto a encontrar en ninguna otra parte. Para unos ojos clarividentes, a lo ancho de los tres grados de latitud, la mъsica, los paisajes y las novelas tendrнan que cambiar” (Vida de Henri Brulard).

Lo que Stendhal, tan sensible a las diferencias regionales, sigue explicando aъn por el clima, habrнan de atribuirlo Hervй Le Bras y Emmanuel Todd en L’Invention de la France, 1981, a la extremada variedad de las estructuras familiares que hacen que “desde el punto de vista antropolуgico, Francia no debiera existir”. Al criticar el carбcter en demasiadas ocasiones universalista de una historia de las mentalidades mбs atenta a la evoluciуn temporal que a las variedades geogrбficas, estos autores insisten sobre la diversidad de los sistemas de parentesco regionales. Desde este бngulo, “median tantas diferencias entre Normandнa y la comarca de Limoges como entre Inglaterra y Rusia”. Recogiendo y afinando las clasificaciones de Le Play, distinguen tres grandes tipos, cuya cartografнa han establecido: 1.° las regiones de estructura nuclear donde la edad para el matrimonio y la tasa de celibato son menos estables que en las otras: Normandнa, oeste interior, Champagne, Lorena, Orleanesado, Borgoсa, Francocondado; 2.° las regiones de estructura compleja, de matrimonio poco controlado: cuarto suroeste, Provenza, norte; 3.° las regiones de estructura compleja y matrimonio controlado: Bretaсa, Paнs Vasco, sur del Macizo central, Saboya y Alsacia.

Hay en cada uno de estos conjuntos sistemas de autoridad que obedecen a lуgicas familiares distintas y que influyen asн sobre la relaciуn padres-hijos como sobre la edad para el matrimonio y las relaciones entre los esposos. “Cada uno de estos grandes tipos familiares corresponde a un tipo de sentimiento familiar. […] Cada estructura familiar produce sus respectivas tensiones y su patologнa especнfica.” Tasas de ilegitimidad, de “suicididad”, formas de violencia, asн como opiniones polнticas, son aspectos que se hallan ampliamente condicionados por este parбmetro fundamental que es la familia. Sin necesidad de seguir a nuestros autores hasta los lнmites de una demostraciуn deliberadamente sistemбtica —y forzosamente simplificadora—, hemos de admitir por nuestra parte de buena gana las lagunas de nuestro anбlisis, regional mбs que social.

Bien es cierto que carecemos de materia prima, a pesar de los estudios de la escuela etnolуgica francesa y sobre todo de la de Йlisabeth Claverie y Pierre Lamaison, absolutamente ejemplar para nuestro propуsito. Este trabajo, basado en el escrutinio de importantes series de archivos judiciales, acusa una inevitable tendencia a insistir sobre todo en los conflictos. Pero no deja de ser un antнdoto muy juicioso frente a las imбgenes demasiado apacibles del equilibrio de los hogares en las sociedades tradicionales. Los estudios culturalistas o estructurales sufren un efecto de inmovilismo que procede justamente de la bъsqueda de lo idйntico, de lo invariable. Ahora bien, la sociedad del siglo XIX no tiene nada de inmуvil, ni siquiera en las zonas rurales mбs atrasadas. Estб en constante ebulliciуn, y de este movimiento participan las fronteras de lo pъblico y lo privado, las maneras de vivir, de sentir, de amar y de morir.

Ciertamente, los factores de unificaciуn son muy poderosos: el derecho, las instituciones, la lengua, muy pronto la escuela tambiйn, un autйntico rodillo compresor de las diferencias, los medios de comunicaciуn, los objetos de consumo que ponen de actualidad las “modas de Parнs”, el poder de atracciуn de una capital tan adorada como temida, la circulaciуn de hombres y cosas: todo ello pesa cada vez mбs en el sentido de una uniformaciуn de los modos de vida privada.

Pero las resistencias son tambiйn sorprendentemente enйrgicas. Para Eugen Weber, sуlo la Segunda Guerra Mundial hace sonar la hora del “fin de los terruсos”. En cuanto a la clase obrera, no tiene otra unidad que la que le proporciona el discurso del miedo de la burguesнa, y mбs tarde el de la conciencia militante.

Los secretos que constituyen a las familias y el misterio de los individuos persisten y cambian. He aquн lo que habrнa que alcanzar a percibir y que sуlo hemos de contentarnos con entrever.

Figura clave de la familia tanto como de la sociedad civil, el padre domina con su estatura la historia de la vida privada a lo largo del siglo XIX. El derecho, la filosofнa, la polнtica, todo contribuye a asentar y a justificar su autoridad. De Hegel a Proudhon —desde el teуrico del Estado hasta el padre de la anarquнa—, una mayorнa contribuye a afianzar su poder. El padre otorga el nombre, o sea, es el autor del verdadero alumbramiento y, segъn Kant, “el nacimiento jurнdico es el ъnico nacimiento verdadero”. Privados del rey, los tradicionalistas aspiran a restablecer al padre. Sуlo que, en este particular, los revolucionarios no les van a la zaga, como tampoco los republicanos —segъn ha demostrado Franзoise Mayeur a propуsito de Jules Ferry— que le confнan exclusivamente al padre de familia las llaves de la ciudad. “Es un axioma de la ciencia polнtica que hay que lograr que la autoridad sea omnipotente en el seno de la familia a fin de que se vuelva menos necesaria en el Estado. A este respecto, nuestras grandes asambleas republicanas se han equivocado al disminuir el poder marital y el poder paterno”, escribнa Jules Simon, que deploraba el retroceso de la correcciуn paterna. Los republicanos deliberan bajo la mirada de Marianne, mientras que una estatuomanнa delirante coloca mujeres por todas partes: a los pies de los grandes hombres o en ademбn de coronarles sus frentes. Pero semejante exacerbaciуn de lo imaginario, semejante celebraciуn frenйtica de “la Musa y la Madona” no son otra cosa que una manera de subrayar la dualidad del espacio pъblico y el privado.

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