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El buen sentido de las ambiciones





La bъsqueda retrospectiva del yo a la que se entrega el diarista estimula los pesares, aviva la nostalgia, pero, en virtud del mismo movimiento, otorga tambiйn todo su valor a las aspiraciones y suscita el lado imaginario de la construcciуn de sн. Invita tambiйn a la historia de la ambiciуn, siempre Ўay! en las nubes. Hay sin embargo algo evidente: una gran moderaciуn organiza las representaciones del futuro; prudencia que viene a contradecir la imagen en exceso prematura de un siglo durante el cual se habrнan desencadenado los apetitos. Conviene en efecto no olvidar la atracciуn de la reproducciуn y la fuerza de los mecanismos que la vigorizan. Pero la amplitud del patronazgo, el sistema de la “recomendaciуn”, y en pocas palabras el peso de las relaciones y lo intrincado de las estrategias familiares frenan durante mucho tiempo el ascenso de una meritocracia que, incluso despuйs del triunfo de la Repъblica, seguirб siendo moderado. Tal como lo subraya Thйodore Zeldin, el temor del agotamiento, del exceso, inculcado por el cuerpo mйdico, contribuye a la morigeraciуn de las ambiciones. A lo cual habrнa que aсadir la influencia de una cultura clбsica, la de los humanistas, que un desdйn condescendiente ha conducido a minimizar. No fueron pocos los hombres maduros, lectores de Horacio, que buscaron por encima de todo el otium yque practicaron el carpe diem, a imagen de los prefectos poetas descritos por Vincent Wright o del presidente de Neuville, el magistrado puesto en escena por Duranty en Le Malheur d’Henriette Gйrard. La bъsqueda de la estima pъblica, cuyo testimonio tenemos en la obsesiуn por la decoraciуn, es entonces mбs fuerte a veces que la riqueza; y la difнcil posiciуn del advenedizo muestra bien a las claras que la movilidad social no es una simple cuestiуn de fortuna.

Se comprenden asн mejor ciertos resultados de la historia cuantitativa; y ante todo la permanente atracciуn ejercida por las profesiones liberales y la funciуn pъblica. Una encuesta ordenada por Duruy en 1864 entre alumnos de estudios clбsicos de los liceos de provincias pone de manifiesto que el Derecho, la Medicina y Saint-Cyr acaparan, en este medio, las ambiciones juveniles. De cualquier forma, la burguesнa prefiere el servicio del Estado al mundo de los negocios. Christophe Charle ha calibrado simultбneamente la solidez de los mecanismos de reproducciуn y la permanencia de la atracciуn ejercida por las altas funciones pъblicas. La Politйcnica y las otras grandes escuelas resultan fascinantes, por mбs que la tйcnica del pantouflage (tener que pagar al Estado por el abandono de sus centros para entrar en la empresa privada) no se haya desarrollado aъn y que, de hecho, este tipo de carrera se halle aъn muy lejos de poder asegurar la adquisiciуn de una gran fortuna.

En los medios obreros, el orgullo del saber hacer, el prestigio de la solidaridad, limitan el deseo de evasiуn social; y contribuyen a explicar la amplitud de la endogamia tйcnica a la vez que la debilidad de la promociуn. La multiplicidad de las transferencias profesionales que se operan de una generaciуn a otra no debe enmascarar en este aspecto la estabilidad dominante de los estados sociales.

No obstante, Jacques Ranciиre ha puesto de relieve el profundo alcance de la experiencia vivida, entre 1830 y 1850, por un efectivo minoritario de trabajadores sobre los cuales se habнa abatido un nuevo malestar. Sensibles al dolor del tiempo sustraнdo por el trabajo, estos individuos que se sienten llamados a muy otra cosa que la explotaciуn, sufren de algъn modo de una sobreabundancia de ser, de la que tratan de liberarse abandonбndose a autйnticos “delirios de alcoba”. Las noches de estos proletarios, pobladas de sueсos de futuro, se hallan asediadas por el paraнso de la identidad. Tensiуn minoritaria sentida por trabajadores que viven como obreros pero que se esfuerzan por hablar y escribir como burgueses; y esto al precio de un inmenso esfuerzo hecho de difнciles lecturas, de sesiones de copia y de lecciones aprendidas de memoria. El nъmero, netamente superior, de obreros parisinos que, durante la monarquнa de Julio, se obligan a seguir cursos de noche demuestra la propagaciуn de esta ambiciуn proletaria. La historia de las singularidades viene aquн a temperar los datos mudos de la cuantificaciуn y a informarnos sobre la gйnesis del deseo.

Tambiйn la poblaciуn rural se abre, poco a poco, al sueсo de un porvenir individual; balbuceos cuyas huellas hay que buscar mбs en los ademanes que en el discurso. Asн por ejemplo, el crimen atroz de Pierre Riviиre ha podido interpretarse como el signo de la toma de conciencia individual de un malestar colectivo. La formulaciуn de las ambiciones individuales va desintegrando con lentitud y en forma muy desigual, segъn los regнmenes, las estructuras familiares; estorba las estrategias patrimoniales y viene, muy a propуsito, a resolver el problema planteado por los hijos menores de la familia patriarcal. Segъn Gregor Dallas, que ha estudiado la poblaciуn rural del Orleanesado, el progreso de la individuaciуn afloja el lazo que unнa a la madre con sus hijos, aumenta el sentimiento de inseguridad y conduce al estallido de una “economнa campesina” que hubiese podido resistir sin esto los trastornos econуmicos. A este respecto, lejos de replegarse en torno del hijo-rey, la familia se disloca a causa de la desapariciуn de la relaciуn afectiva. No serнa difнcil detectar muchos otros casos de esta desenvoltura que tiende a aumentar respecto de los miembros de la propia familia, de este deterioro del sentimiento. Un ejemplo entre muchos: a partir de la Restauraciуn, el inmigrante procedente del departamento del Creuse comienza a escatimarle a su padre el importe de sus ganancias; y muy pronto pasarб largos aсos sin regresar para abrazar a su madre y a sus hermanas.

Hay tres formas de ambiciуn que atenazan a los jуvenes campesinos, moduladas de acuerdo con unas sutiles jerarquнas intrafamiliares, y en concreto segъn el rango ocupado en el seno del grupo fraternal: 1.° la voluntad de adquirir el estatuto de propietario, proyecto tradicional, mбs fбcil de realizar que en el pasado, como lo testifican el alza del valor de la tierra, la fragmentaciуn de los patrimonios y el rechazo de los grandes movimientos de roturaciуn; 2.° el deseo de alzarse hasta una de esas raras profesiones-relevo, como la de molinero y sobre todo la de tabernero, a propуsito de las cuales ha demostrado Ronald Hubscher que constituyen, concretamente en las zonas rurales del Paso de Galais, trampolines indispensables para el triunfo social; y 3.° la emigraciуn definitiva a la ciudad; experiencia de exilio cuyos riesgos se hallan temperados por las redes de solidaridad, de acogida, de colocaciуn y de matrimonio, casi siempre de base regional, que al cabo de los decenios se han estructurado en la ciudad. Se elaboran asн en йsta nuevos grados jerбrquicos, nuevos itinerarios que permitirбn que la generaciуn siguiente inicie un autйntico ascenso. A este respecto resulta ejemplar el caso de los Auverneses, puesto en claro por Franзoise Raison.

Las figuras de la vocaciуn

No vamos a olvidarnos de la vocaciуn, cumbre de la escala de las ambiciones, cuyo irreprimible carбcter venнa con mucha frecuencia a perturbar —o a exaltar— la vida privada de las familias del siglo XIX. El modelo de la vocaciуn religiosa acrecienta en efecto su influjo, como lo demuestra, una vez mбs, el empujуn de los efectivos eclesiбsticos hasta los inicios de la Tercera Repъblica. El бrea social de reclutamiento varнa hasta tal punto segъn las diуcesis que parece ocioso pretender aunque no sea mбs que una breve sнntesis. A lo mбs se puede subrayar globalmente la progresiva “ruralizaciуn” del clero. Es frecuente que la primera llamada se deje escuchar en vнsperas de la comuniуn solemne, con ocasiуn de esas crisis de misticismo tan bien relatadas, despuйs, por Georges Sand y vividas con tanta intensidad por la infortunada Caroline Brame. Despuйs de 1850, la exaltaciуn de la figura del бngel, el auge del culto mariano, la promulgaciуn del dogma de la Inmaculada Concepciуn, la boga devocional que lleva a exaltar la personalidad de numerosos santos hasta entonces desdeсados y el reflujo del antimisticismo anterior concurren a exacerbar un sentimentalismo juvenil reprimido en sus pulsiones por la negaciуn reinante del cuerpo. La gran gesta de la mariofanнa, desplegada en La Salette (1846) y en Pontmain (1871), atestigua la presencia celestial y multiplica la frecuencia de las llamadas vocacionales.

Tambiйn convendrнa reflexionar sobre el despliegue contemporбneo de una figura laica de la vocaciуn. Ciertos polнticos burgueses, apуstoles populistas, atestiguan con su vida la realidad de esta transformaciуn. El riquнsimo cuarentayochista Charles-Ferdinand Gambon pierde quince aсos de su vida en las cбrceles, resiste a las sъplicas de su familia y de su prometida, soporta las sutiles sevicias de los carceleros por no tener que solicitar una gracia imperial; por fin liberado, consagra a la causa republicana el resto de su existencia. Numerosos militantes obreros, que viven una existencia errante cuasi apostуlica, numerosas feministas, que se deciden por la virginidad o al menos por el celibato, y no pocos docentes ascйticos que ciсen, mбs o menos conscientemente, su conducta al modelo antiguo. Y hace ya mucho tiempo que Franзoise Mayeur hizo destacar el aspecto conventual de la Escuela Normal de Sиvres. No dejarнa de resultar fructuoso reexaminar desde esta perspectiva de la consagraciуn de la persona privada y de su disoluciуn en el sueсo colectivo las innumerables noticias del Dictionnaire du mouvement ouvrier, publicado por el infatigable Jean Maitron.

Mientras tanto, se impone una certeza, que sella este esbozo de una historia de la ambiciуn: la frecuencia y la amplitud de la decepciуn. En 1864, los alumnos de las secciones clбsicas sueсan con ser generales, grandes patronos o dueсos del foro; y se encuentran con que son profesores, empleados del registro o simples funcionarios. La decepciуn del bachiller viene a ser simйtrica a la de la joven burguesa o campesina; йsta sueсa con el prнncipe azul o con el atractivo compaсero, pero no ignora que la estrategia matrimonial, cuyos imperativos ha integrado, la arrojarб en los brazos de un solterуn consumido o de un triste pobre hombre.







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