Diversificaciуn de las imбgenes onнricas

El ascenso de la demanda onнrica detectada por Jean Bousquet explica la enorme atenciуn prestada por este siglo a los procedimientos del sueсo, percibido como el centro mбs secreto de la personalidad, protegido por las mъltiples envolturas de la vida diurna. A fin de evitar cualquier anacronismo, conviene tener en cuenta a este propуsito algunas evidencias que el influjo de las teorнas freudianas ha hecho perder de vista. Durante los primeros decenios del siglo XIX, los filуsofos se preguntan ante todo por el estatuto nocturno del alma; Maine de Biran piensa que йsta tambiйn dormita; por el contrario, Jouffroy estima que estб siempre despierta; Lйlut, que descansa; segъn los romбnticos, el sueсo (rкve) equivale para ella a una verdadera resurrecciуn. El sueсo no es sino una situaciуn en la que el ser profundo toma la palabra.

La importancia atribuida por los ideуlogos a la cenestesia y a la influencia de lo fнsico sobre lo moral guiу durante mucho tiempo las explicaciones cientнficas de los mecanismos onнricos. Condujo a privilegiar el papel de los mensajes orgбnicos, viscerales o cerebrales y a encarecer a la vez la influencia de las preocupaciones de la vнspera asн como la de los residuos de las sensaciones diurnas. De ahн las distinciones llevadas a cabo por Maine de Biran y, mбs tarde, por Moreau de Tours, Alfred Maury o Macario entre los sueсos sensoriales, afectivos e intelectuales.

Entre 1845 y 1860, hay sin embargo toda una plйyade de sabios franceses que renuevan las perspectivas; el sueсo no es para ellos mбs que uno de los mъltiples mecanismos de regresiуn y disoluciуn de las formas superiores del psiquismo; y se lo relega a la patologнa, junto al delirio y la locura. Los investigadores empiezan a prestar mucha atenciуn al sonambulismo asн como al proceso hipnagуgico, es decir, a esas imprecisas sensaciones que se imponen en los umbrales del sueсo, cuando se disgrega la coherencia del pensamiento. La obra de Moreau de Tours Sobre la identidad del estado de sueсo y de la locura (1855), lo mismo que la fascinaciуn ejercida por Aurйlia de Nerval, expresan esta psiquiatrizaciуn de los anбlisis. Es entonces cuando se elabora una ciencia del sueсo que, en Francia al menos, va a reinar sin discusiуn hasta la introducciуn del psicoanбlisis.

Mбs delicado se revela el problema de la historicidad de la fenomenologнa del sueсo y de la reparticiуn social de las prбcticas onнricas. En esta cuestiуn es Jean Bousquet quien abre el debate de una manera perentoria. Segъn йl, “los hombres apenas si sueсan hasta despuйs de 1780 esas escenas extraсas, esos estrafalarios juegos sin significaciуn” que constituyen la trama del onirismo contemporбneo. De creerle, a finales del siglo XVIII habrнan basculado a la vez la forma, el contenido y la funciуn de los sueсos.

Sea de ello lo que fuere, todos los especialistas estбn de acuerdo en subrayar la desapariciуn del sueсo premonitorio. El futuro ha dejado de polarizar la actividad onнrica. Segъn George Steiner, la difusiуn de la cosmologнa neutoniana y, luego, la del evolucionismo darwiniano ya no permiten buscar los signos del futuro en la oscuridad de la noche individual. Dicho lo cual, lo ъnico que demuestra a este propуsito el йxito del que continъan disfrutando, durante todo el siglo, las Claves de los sueсos difundidas por los vendedores ambulantes entre el pъblico popular, es la discordancia de comportamientos y la supervivencia de creencias arcaicas.

Otra evidencia: el repliegue de los sueсos hacia el pasado individual. Los romбnticos incitan a ello, puesto que consideran el sueсo como un retorno a esas mismas raнces del ser cuya impronta conservarнa la primera edad. Tal evoluciуn no deja de acompasarse con la revalorizaciуn de la infancia que estб a punto de llevarse a cabo en el seno de la cйlula familiar.

Menos firmes son los albures del onirismo erуtico, tal como parecen dibujarse. Si hemos de atenernos al sueсo literario, una manifestaciуn del deseo tan clara como йsta, frecuente durante el siglo XVIII, va a retroceder mбs tarde hasta en torno a 1840-1850, en favor de las imбgenes del amor platуnico. La actividad onнrica acompaсa asн el avance de la ensoсaciуn diurna. Pero a continuaciуn se opera un neto retorno del erotismo, se desarrolla el sueсo salaz, de burdel, como los que, por ejemplo, nos refiere Flaubert. Si se ha de creer a Chantal Briend, esta ola se despliega entre 1850 y 1870; los prestigios de la sexualidad venal y la licencia de la fiesta imperial asedian tambiйn el sueсo. Alfred Maury ve en este retorno del erotismo la manifestaciуn de una necesidad de “liberaciуn” (dйfoulement) (sic), suscitada por la tentativa de descorporizaciуn en curso. De hecho, entre esta influencia onнrica del sexo y el auge del angelismo se da una total sincronizaciуn. Los mбs afectados por esta tentaciуn del erotismo de los sueсos serнan las mujeres histйricas y los jуvenes vнrgenes —con lo que volvemos a encontrar aquн el drama de las pйrdidas seminales involuntarias—, asн como “las personas que se entregan a los trabajos intelectuales y a la meditaciуn” (Macario). Algunos sueсos nocturnos referidos por Edmond de Goncourt y, mбs aъn, las escenas onнricas de incesto relatadas por Jules Renard en su diario testifican la aguda conciencia de la relaciуn anudada entre el sueсo y el deseo sexual, precisamente cuando estaba germinando el psicoanбlisis.

Tambiйn hay que subrayar la frecuencia del tema onнrico del viaje, de la diligencia, del tren y de la evocaciуn del paisaje; lo que tiende a confirmar la pregnancia de la nueva experiencia del espacio. El propio Alfred Maury sueсa con parajes majestuosos, con cuadros contemplados como si fuera un turista; no menos de seis ciudades frecuentan los sueсos que relata; y confiesa, a propуsito de una forma particular de sensaciуn hipnagуgica: “Cuando viajo es cuando me encuentro particularmente sometido a estas pintorescas alucinaciones”.

Serнa interesante establecer el repertorio de los temas polнticos del sueсo; por mi parte, harнa notar que la gesta revolucionaria aparece una y otra vez como un motivo principal en los escritos de los especialistas; їcomo un testimonio inconsciente de la profundidad de la ansiedad? El sueсo de la guillotina, vivido por Maury y recobrado por Bergson, ha conquistado la celebridad, igual que el de las tenazas, que le fue inspirado al propio Maury por el episodio de las jornadas de junio; pero tal vez no haya que ver en ello sino dos de aquellos sueсos sбdicos cuya proliferaciуn a finales del ъltimo siglo ha precisado Chantal Briend…

Estas pocas consideraciones no dejarбn de parecer muy deshilvanadas en comparaciуn con la majestuosa construcciуn levantada por Jacques Bousquet, basada en el anбlisis de varios centenares de sueсos literarios. Segъn este autor, a partir de finales del Antiguo Rйgimen se fue diversificando progresivamente la existencia de las imбgenes onнricas, hasta entonces estrictamente limitada a las evocaciones del paraнso y el infierno. En la descendencia del edйn se inscriben los sueсos de jardнn, y luego las visiones de paisajes naturales; mientras que con el infierno se relacionan las visiones de subterrбneo y de ciudad asн como todos los sueсos de angustia que pululan en los delirios estudiados por la psiquiatrнa; a esta ъltima es a la que habrнa que atribuir la renovaciуn de las formas de la pesadilla. De este modo se habrнan propagado, en el corazуn del sueсo, las escenas de inhibiciуn, los actos involuntarios y los episodios de desdoblamiento de la personalidad. Despuйs de 1850, las dos series confluyen lentamente y se entremezclan, al tiempo que se consuma la laicizaciуn del sueсo. Desde entonces queda libre el camino para el onirismo contemporбneo de lo absurdo y lo extravagante.

Este fascinante recorrido, asн como las pocas observaciones que lo preceden, tiende a acreditar la hipуtesis, antifreudiana, de la historicidad del sueсo. No es posible, en efecto, dejar de sorprenderse ante las numerosas concordancias que se establecen entre la historia de lo imaginario y la evoluciуn de los contenidos onнricos.

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