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La confesiуn sexual y el secreto mйdico





Hay que medir con mucho cuidado hasta quй punto la confesiуn de la tara o de la enfermedad sexual podнa entonces revelarse difнcil. Como demostraciуn estб el miedo a las palabras. En la buena sociedad, no se llama a las cosas sexuales por su nombre. Cuando los novelistas tratan de la impotencia, se contentan con sugerir el fracaso. La sнfilis impone el rodeo linguнstico: el enfermo “frecuenta Santa Verуnica”; a partir de 1902, se convierte en un “averiado”. La expresiуn, bastante suave, tomada del teatro de Brieux, permite en definitiva que las conversaciones de salуn aborden tнmidamente la torturante cuestiуn. En las once mil cuatrocientas cartas de la familia Boileau, jamбs se alude a ninguna tara o falta sexual; y tampoco se encuentra ninguna alusiуn a las enfermedades del pecho, sobre las que pesa el mismo tabъ.

La literatura mйdica confirma esta dificultad de la confesiуn. El profesor Alfred Fournier, autor de La Syphilis des innocents, cita el caso de una joven virgen contaminada por un beso y que, con el cuerpo cubierto de lesiones, se habнa guardado para sн el terrible secreto. Y no falta el oficial que se levanta la tapa de los sesos, al salir del gabinete del mйdico, para no tener que contarle a su casta novia que padece de sнfilis. Un joven no serнa capaz de comunicarle a su madre que estб contaminado; y le resulta incluso muy arduo contбrselo a su padre. “No tengas miedo de confesбrmelo”, le escribe a este propуsito a su hijo Henri, estudiante en Parнs, Marie-Laurent Odoard.

En este terreno, el confidente privilegiado, con frecuencia el ъnico, es el mйdico. Ahora bien, la confesiуn se hace difнlcil, incluso en el secreto de la consulta. Los mйdicos se lamentan al unнsono de no poder obtener la confidencia del joven onanista. Bergeret ha de dar pruebas de una enorme paciencia antes de que sus clientes acaben por reconocer sus “fraudes conyugales”. Las mujeres, como hemos visto, vacilan antes de verse bajo el espйculo. A partir de 1880, las enfermedades genitales se vuelven mбs obsesionantes. El dogma ascendente de la heredosнfilis mantiene la idea de la imposibilidad de la curaciуn; y graba en el espнritu del enfermo la imagen de una descendencia de engendros, destinados a una muerte precoz. Occidente sufre la tentaciуn del eugenismo. El secreto mйdico se tambalea.

A decir verdad, son muy pocos los individuos que se benefician de йl plenamente. El consejo de revisiуn constituye la ocasiуn de un examen pъblico. En el hospital, durante la visita mйdica, se presenta a los tнsicos al grupo de estudiantes o carabins; Charcot exhibe a las histйricas de La Salpкtriиre ante la buena sociedad. Los enfermos de venйreas parisinos amontonados en Lourcine o en Saint-Lazare, los sifilнticos agrupados en las salas especiales de los hospitales o de las cбrceles de provincias apenas si tienen la posibilidad de disimular su estado. Las proxenetas avisadas llegan hasta el pie de los lechos; los conocidos del barrio saben a quй atenerse. En el campo, el rumor designa al que tiene la “sangre podrida”. Habrб que aguardar hasta finales de siglo y a las consultas de dermatologнa del hospital Saint-Louis para que se logre el anonimato y se ofrezca a la gente el nuevo privilegio de un relativo secreto.

En la burguesнa que forma la clientela privada de los especialistas, las cosas son de otra manera. Aquн, una tara genйtica amenaza con echar abajo la estrategia matrimonial. No basta la curaciуn para devolverle todas sus posibilidades de restablecimiento a un joven de quien se sabe que estб delicado del pecho. El temor de una recaнda o de una descendencia comprometida continъa haciendo que se le considere como un enfermo; de ahн la importancia del secreto. La familia de Marthe teme que la supuesta histeria de la joven Normande obstaculice el matrimonio de los primos de Borgoсa. Por suerte, el artнculo 378 del Cуdigo Penal le impone silencio al mйdico.

De 1862 a 1902, el hereditarismo reinante conduce, no obstante, a ciertos jefes de familia a volver a poner en duda el dogma. A sus ojos, serнa conveniente ante todo impedir la procreaciуn de seres degenerados. Los profesores Brouardel, Lacassagne y Gilbert-Ballet proponen, por su parte, atenerse a determinados subterfugios. Sugieren a los padres de la joven que rueguen al novio el contrato de un seguro de vida; lo que le obligarб a sufrir una severa visita mйdica. Brouardel sugiere entonces que se disponga una entrevista entre los dos mйdicos de familia; cada uno comunicarб a sus clientes su propio parecer sin traicionar su secreto. Duclaux propone a su vez que se obligue al novio a dar su palabra de honor… Una reducida minorнa de mйdicos, capitaneada por Louis-Adolphe Bertillon, propugna el “expediente mйdico” o “dossier sanitario” individual, en el que constarнan la historia patolуgica del sujeto y la de sus ascendientes. Algunos discнpulos de Galton se inclinan hacia el examen y el certificado que atestigьe que el cйlibe es “apto para el matrimonio”. Pero no lograrбn que la medida se imponga antes de la Primera Guerra Mundial. En 1903, una encuesta llevada a cabo por La Chronique mйdicale pone de manifiesto que los mйdicos son hostiles a la “ley matrimonial”. Las horas altas del terror hereditarista habнan pasado; los discнpulos de Pasteur ya no experimentan, como podremos ver, las mismas angustias que los de Benedict Morel o los de Prosper Lucas. Semejante fracaso muestra ademбs con quй vigilancia tratan entonces las clases dominantes de proteger el secreto de su vida privada.

La confidencia juvenil

El aislamiento impuesto a los jуvenes y a las muchachas de la burguesнa, cuidadosamente alejados de la sociabilidad popular y acantonados en relaciones mundanas, codificadas hasta el extremo, incita a la amistad particular y apasionada; la dificultad de la confesiуn aviva el deseo de sincerarse con un compaсero de elecciуn. La confidencia juvenil, respetuosa con la separaciуn sexual, juega aquн un papel primordial en la elaboraciуn de la personalidad.

La elecciуn de la amiga del corazуn constituye un episodio importante de la vida de la adolescente. Las madres favorecen el desarrollo de estas amistades duraderas entre muchachas serias y totalmente sinceras. Porque esperan que la solidez de semejante vinculaciуn, antнtesis de la frivolidad de las amistades mundanas, serб uno de esos puntos fijos que permitirбn que su hija se oriente en la existencia. Mientras que los ritos de la sociabilidad juvenil pierden vigencia, se verб muy pronto cуmo se incrementan en el campo estos mismos anhelos de la amistad de predilecciуn. En las familias catуlicas, se trata las mбs de las veces de la compaсera de comuniуn en torno a la que cristaliza esta necesidad de inalterable adhesiуn. Interrogadas en 1976, las ancianas de Buй-en-Sancerrois estaban de acuerdo con la exaltaciуn del papel de esta compaсera.

El arrancamiento del calor del ambiente familiar, la brutal sumersiуn en la atmуsfera cruel del pensionado, imponen la urgencia de la amiga del alma. El reglamento incita a ello, ya que, desde madame de Maintenon, impulsa a las mayores a tomar bajo su protecciуn a alguna de las jуvenes nuevas. George Sand ha relatado minuciosamente las dulzuras de estas amistades privilegiadas. En este mundo cerrado, la segregaciуn de los sexos alienta la ambigua gestualidad de las inseparables. Y en йl se intercambian las chicas retratos y juramentos. A veces, estas amistades resultan duraderas. Salidas del pensionado e inmovilizadas a la espera del matrimonio, las “mocitas casaderas” se dedican a intercambiar una copiosa correspondencia; asн como a hacerse recнprocas visitas. Son legiуn los ejemplos de la solidez de tales relaciones. La misma Eugйnie de Guйrin se asombra de haber tejido asн toda una red de muchachas sensatas, tiernas y precozmente maduradas gracias al aprendizaje de la muerte en la familia. Por supuesto, las primas juegan a veces el papel de interlocutoras predilectas. En la familia Boileau, utilizan el inglйs para chasquear la curiosidad de los padres. Entre Nоmes y Mercurol, Fanny y Sabine Odoard intercambian innumerables secretillos. Tambiйn en esta ocasiуn sorprende la seriedad de la correspondencia; en este intercambio, no se trata de prнncipes azules, sino de escrъpulos de conciencia y de reglas de vida. Al anuncio del cуlera, la joven Fanny toma sus precauciones, pone a buen recaudo sus papeles нntimos y se prepara para el trбnsito al otro mundo. Habituada a representar el papel de enfermera en el seno de su familia y el de бngel bienhechor entre los indigentes del vecindario, la muchacha que vive en este ambiente estб familiarizada tambiйn con el dolor.

Correspondencias como йstas nos harнan dudar de la validez del tуpico, esencialmente masculino, que presenta a las jуvenes impacientбndose ante la expectativa del relato velado de la noche de bodas de su mejor amiga. Es bien sabido el uso que va a hacerse de este tema entre la publicaciуn de las Mйmoires de deux jeunes mariйes (1842) y la de Chйrie, de Edmond de Goncourt (1889).

Muy diferente, pero igualmente intensa, aparece la amistad masculina nacida en las pensiones, los colegios o sobre los bancos de la facultad. Estos muchachos tienen la experiencia del amor, con frecuencia bajo una forma degradante. Les es imposible hacerla pъblica en familia; tampoco es frecuente que recurran al confesor, y sus parejas sexuales no estбn en situaciуn de escuchar semejantes confidencias; en cualquier caso, йstas representan lo Otro, la presa ante la que se evita exponerse. Estos muchachos burgueses, a pesar de que se saben, en el fondo de sн mismos, llamados a convertirse en abogados o en pasantes de notarнa, alimentan los soberbios sueсos de ambiciones desmesuradas; aborrecen la vulgaridad; y creen haber recibido la llamada de la grandeza. Su cultura les llena de orgullo. Todo lo cual contribuye a hacer de la amistad masculina una de las vertientes de la educaciуn sentimental y sexual, la del comentario de la experiencia vivida. Lo que lleva tambiйn a magnificar la irrisiуn, a exaltar las virtudes de la burla y la broma. Asн es como funciona, en torno del joven Flaubert, la “francmasonerнa juvenil” del colegio de Ruбn (J.-P. Sartre).

Las prбcticas de estas amistades privilegiadas no son las mismas del cнrculo o cenбculo de gente joven. Las aventuras se relatan durante visitas privadas y reuniones vespertinas o nocturnas junto al fuego. Flaubert conservarб durante mucho tiempo la nostalgia de las veladas de Croissett pasadas en medio del humo de los cigarros con alguno de sus amigos, Alfred le Poittevin, Ernest Chevalier o Maxime Du Camp. Los paseos y las conversaciones a travйs de los campos y, mбs aъn, las visitas en compaснa al burdel sellan estas amistades profundas. “Las muchachas —advierte a este propуsito Jean-Paul Sartre— son propiedad colectiva, se comparten y se comentan groseramente los espectбculos del desnudo”; se manifiesta asн la “voluntad de sacrificar el otro sexo a la camaraderнa viril y, en sus contornos, homosexual, como todas las virilidades pregonadas”.

Una abundante correspondencia, entretejida en este caso de confidencias sexuales, conserva estas amistades que sуlo la muerte viene a deshacer. La ostentaciуn de las proezas de burdel, las groseras invectivas contra lo burguйs, el relato de las bromas de otros tiempos, tienen aquн la funciуn de atenuar las heridas provocadas por el descubrimiento de la realidad adulta.

Llegado el tiempo del servicio militar (1872), esta connivencia juvenil trazarб el modelo popular del camarada de regimiento. Mientras tanto, la movilidad impuesta a los jуvenes proletarios de las grandes ciudades por los azares de las contratas y la precariedad del alojamiento impiden el desarrollo de estas sуlidas amistades que parecen reservadas a los campesinos fijados por el avecindamiento estable y a los burgueses que disfrutan de la experiencia de la privacy. Los escasos obreros que han redactado sus memorias hablan de camaraderнa de encuentro, de simpatнa ocasional que le aproximan a uno durante algunos meses a un compaсero de albergue o de taller; la fluidez y el desparramamiento de la amistad se los encuentra incluso en los barracones de inmigrantes temporeros. Bien es verdad que se trata de un tema oscuro que bien se merecerнa un estudio atento.







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