Сдам Сам

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КАТЕГОРИИ







Las grandes fechas de una vida





La serie de los aсos de una vida se separa en dos partes mediante un acontecimiento central, el matrimonio. Es йste el que funda la continuidad social y familiar. El tiempo privado comprende, por tanto, un “antes” y un “despuйs”, y los acontecimientos que lo esmaltan se hallan desigualmente repartidos entre los dos periodos.

En el umbral del matrimonio

Antes de acceder al matrimonio hay, en la existencia de un individuo, dos etapas bien definidas: la entrada en la adolescencia, seсalada en la mayor parte de las familias por la primera comuniуn y el final de los estudios secundarios, sancionados para los chicos por el bachillerato (en cuanto a las muchachas, como en general no se benefician de una enseсanza clбsica con latнn, no pueden acceder al bachillerato y han de contentarse, si es que quieren obtener un diploma, con el de estudios primarios), que representa la entrada en el mundo, la bъsqueda de la pareja, el noviazgo. Al extremo del camino estб el matrimonio, seguido por el nacimiento de los hijos. Despuйs, el tiempo privado se desliza, en medio de una cuasi uniformidad hasta la muerte, ocupado por la educaciуn y la emancipaciуn de los hijos, y escandido por las fiestas familiares.

El joven burguйs franquea su bachillerato tras siete aсos de estudios secundarios, bien en los liceos instituidos por Napoleуn I (convertidos en seguida en colegios reales, antes de volver a adoptar, en 1848, el nombre de liceos), bien en los establecimientos privados. Los estudios secundarios son de pago hasta 1930, aun cuando el Estado distribuya becas, reservadas a las clases privilegiadas. En 1842, en los colegios reales como Louis-le-Grand, el externado cuesta 100 francos al aсo, y el internado 700. En 1873, un alumno de retуrica externo en un liceo de Parнs paga 300 francos y a finales de siglo, 450. En un buen establecimiento privado tiene que pagar 720 francos. Si se trata del internado de los jesuitas en Parнs alcanza los 1.400 francos…, es decir, casi la mitad del sueldo de un ingeniero politйcnico de Comunicaciones. A tнtulo de comparaciуn, en 1880, los emolumentos anuales de una criada para todo son de 500 francos. En 1854, de 107.000 alumnos de la enseсanza secundaria, obtienen el grado de bachiller 4.600. A partir de 1873, los bachilleres vienen a ser cada aсo entre 6.000 y 7.000.

El joven burguйs se halla sometido, en principio, al servicio militar obligatorio por la ley de 1872. El contingente de cada reemplazo se divide por sorteo en dos porciones: una se alista por cinco aсos, y otra por un aсo (que en realidad se reduce a seis meses). Pero, por una parte, el bachiller que se presenta voluntario sуlo cumple un aсo de servicio, con tal de que pague 1.500 francos por su equipo. Por otra parte, los alumnos de las escuelas importantes y los funcionarios obtienen con facilidad la dispensa.

Despuйs del bachillerato, el joven puede iniciar estudios superiores en la facultad de Derecho o de Medicina (las tasas de ingreso en la universidad son muy elevadas: inscripciones y derechos de exбmenes ascienden a 1.000 francos para una licenciatura en Derecho y a 3.000 en Medicina), asн como tambiйn en las grandes escuelas —Politйcnica, Puentes, Minas o Central—. Puede incorporarse tambiйn en seguida a un negocio familiar. En cualquier caso, no llega demasiado joven al mercado del matrimonio.

Para la joven de la burguesнa, la cuestiуn de los estudios superiores no se plantea siquiera si se halla destinada al matrimonio —es decir, si dispone de una dote suficiente para encontrar un marido—. La enseсanza secundaria femenina, lo mismo si se la dispensa en un pensionado que si, despuйs de 1880, lo es en alguno de los liceos creados por Camille Sйe, no tuvo nunca por objeto preparar para el bachillerato, ъnico acceso posible a la universidad. Al tйrmino de sus estudios secundarios, la muchacha puede obtener el diploma elemental o el certificado final de estudios secundarios. Pero ni siquiera necesita diplomas. “ЎDejadles esta preocupaciуn a las que tienen que ganarse la vida!”, le decнa a Louise Weiss, hacia 1910, su profesor de literatura en el liceo Moliиre. Los cursos privados no empiezan a preparar para el bachillerato a esas muchachas necesitadas hasta despuйs de 1905. Y los liceos sуlo los seguirбn en forma oficial despuйs de la guerra.

Estudiar, para una adolescente de la burguesнa, equivale a prepararse para el desempeсo de su papel de mujer de casa: mantener una, dirigir la servidumbre, ser la interlocutora de su esposo y la educadora de sus hijos. Para semejantes tareas no se necesita latнn ni conocimientos cientнficos especializados; basta con un barniz de cultura general, artes de adorno —mъsica y dibujo— y una formaciуn domйstica teуrica y prбctica: cocina, higiene y puericultura.

Hasta que se case, al mismo tiempo que se inicia, junto a su madre, en las sutilezas de la etiqueta y la vida mundana, habrб de completar su educaciуn: sigue algunos cursos en “escuelas del hogar”, como la Escuela de las madres o el Hogar, y conferencias para chicas de la buena sociedad, en la Universidad de los Annales, por ejemplo.

Encontrar pareja

La red de relaciones familiares y de amistad juega con toda naturalidad su papel: los hermanos y hermanas de los mejores amigos, de las mejores amigas, son partidos consabidos, lo mismo que los primos lejanos que se encuentran con ocasiуn de las fiestas de familia, las bodas, los bautizos y las comuniones.

La sociabilidad burguesa da lugar a ocasiones de encuentro entre jуvenes: tуmbolas benйficas, actividades deportivas (tenis o patinaje), o veladas de baile. Los “bailes blancos” se organizan exclusivamente para los chicos y chicas casaderos —“blancos” porque las muchachas, que hacen su entrada en sociedad con este motivo, estбn vestidas de blanco, sнmbolo de inocencia y virginidad—. Las madres estбn presentes a fin de garantizar la buena marcha general de la fiesta, tasar las dotes y comparar entre sн los partidos a la vista.

En Francia, la costumbre exige que una muchacha se case dentro del aсo en que se ha presentado en sociedad. Si es muy joven, puede seguir saliendo durante dos inviernos mбs. Pero si llega al tercero sin haber encontrado ningъn pretendiente, empezarб a pensarse que hay algъn motivo oculto. Se sospecharб que su virtud no se halla a cubierto de toda inculpaciуn y sobre todo que su dote no debe de ser suficiente.

En los ambientes burgueses, una estrategia matrimonial en vigor era el matrimonio por presentaciуn. Las “casamenteras” se habнan convertido en sus especialistas. Se trataba en general de viejas seсoritas, primas o amigas de familias de la buena sociedad cuyas irreprochables costumbres inspiraban confianza. Ellas eran las encargadas de arreglar los encuentros entre jуvenes que les parecнan de condiciуn adecuada. Los padres de Simone de Beauvoir y los de Jacques Chastenet, tнos de Edmйe Renaudin, se habнan conocido por presentaciуn.

Matrimonios como йstos, basados en las conveniencias, no implicaban la negaciуn de los sentimientos. Por una parte, resultaba perfectamente posible entenderse a las mil maravillas con un cуnyuge sugerido por la propia familia o por sus relaciones. Por otra, si dos jуvenes se enamoraban, no por ello sus padres descartaban a priorila posibilidad de una uniуn. Lo que hacнan era informarse sobre la persona en cuestiуn, indagar sobre su honorabilidad, sus rentas y su manera de pensar. Porque la adscripciуn polнtica y religiosa entraba tambiйn en la cuenta. Asн, por ejemplo, Eugиne y Marie Boileau, que tienen cinco hijas casaderas, descartan, por el hecho de ser librepensadores, cualquier alianza con una familia catуlica.

Una de las hijas, Madeleine, se ha fijado en el bulevar, en Tours, en 1901, en un guapo muchacho que le ha gustado. Una vez llevadas a cabo las informaciones precisas, resulta que es hijo de un industrial y protestante. Es, por tanto, posible seguir adelante. La hermana mayor, ya casada, organiza la primera entrevista, y luego dirige el asunto a tambor batiente. Dos meses mбs tarde, Madeleine es novia oficial, y un mes despuйs estб casada; se ha bautizado la vнspera de su boda.

El noviazgo

El joven que aspira a casarse ha de hacer llegar su proposiciуn a los padres de la chica por medio de alguna persona amiga. Si la proposiciуn se acepta, sus padres acudirбn a presentarles una demanda en forma a los de la seсorita. A partir de este momento, el pretendiente se convierte en un novio oficial y es admitido como tal en la casa de su futura esposa. Despuйs de su primera visita, se acuerda la fecha de la cena de esponsales.

La cena tiene lugar en casa de la muchacha, y se convida a las dos familias. Esa noche, el novio ofrece la sortija de pedida. Se autoriza a la novia a hacerle en contrapartida un regalo: una sortija de hombre o un medallуn con su retrato o un mechуn de sus cabellos. Se lo enviarб ocho dнas mбs tarde, antes de la cena ofrecida por los padres del novio.

El joven hace que un ramo de flores blancas preceda a su primera visita. Y si es rico, le enviarб a su novia flores cada dнa, desde la presentaciуn hasta el matrimonio. En ocasiones, se las enviarб incluso a su futura suegra. Las flores destinadas a la novia se apartan a finales de siglo del color blanco tradicional. De acuerdo con la costumbre oriental, van siendo paulatinamente cada vez mбs encendidas hasta convertirse en purpъreas, como sнmbolo que son de amor ardiente, la vнspera de la boda. Los manuales de etiqueta califican esta nueva moda como de un supremo mal gusto.

Dнa tras dнa, el joven acude a casa de su novia a fin de “hacerle la corte”. La madre de la joven o alguna otra persona de la familia asiste a la entrevista. Una joven ha de mostrarse reservada con su novio. No le escribe ni recibe cartas suyas sin pasar por su madre. No le manifiesta su ternura con maneras demasiado vivas, porque teme que pueda dudar de su pudor y echar con ello a perder su porvenir. Los jуvenes conviene en principio que aprovechen el noviazgo para hablarse y conocerse mejor. Pero es importante que la novia se mantenga un tanto desencarnada, a fin de responder a la necesidad que su pareja tiene de idealizarla. “Que andando el tiempo pueda el esposo, en medio de las mбs diversas contingencias, e incluso tal vez en medio de las desilusiones, evocar la imagen de una forma fina y blanca, de una mirada pura, reveladora de un alma autйnticamente inocente.”

El noviazgo dura entre tres semanas y algunos meses. Un par de meses parece una duraciуn conveniente y adoptada con frecuencia. El periуdico La Corbeille, del primero de diciembre de 1844, alude a la frecuencia con que un parpadeo lleva al matrimonio: “Antes de la verdadera estaciуn de los bailes estб la estaciуn de los matrimonios, llamada de los matrimonios de verano, porque son el resultado de las relaciones y los encuentros estivales, en los balnearios, en las fincas en el campo, o durante los viajes”. Los otros matrimonios son los de invierno, “ porque son la consecuencia, en la mayorнa de los casos, de un baile, o de algunas palabras bonitas intercambiadas durante un concierto…”.

El contrato

Durante el noviazgo, las dos familias se ponen de acuerdo sobre las condiciones y la tasa de las dotes, al tiempo que establecen una fecha para la firma del contrato. Llegado el dнa, los novios se dirigen a la notarнa con sus parientes prуximos, o bien el novio con los suyos acude a casa de la novia. En ambos casos, el ceremonial es el mismo. El notario procede a la lectura del acta. Los novios han de adoptar un aire como de no prestar demasiada atenciуn: parecerнa indecente que se mostraran inquietos por el dinero en vez de hallarse transidos de amor. Terminada la lectura, se levanta el novio y firma; luego tiende la pluma a su futura esposa. A continuaciуn firman sus madres, sus padres, y los parientes y amigos a los que se haya invitado. Si la familia cuenta entre sus relaciones con alguna personalidad importante a la que conviene honrar, se le ruega que acuda a firmar el contrato.

En Parнs y en las grandes ciudades se adoptу poco a poco la costumbre de organizar un baile la noche del contrato mejor que la de la boda, hasta el punto de que, hacia 1900, apenas si se bailaba ya el dнa mismo de la celebraciуn del matrimonio. La novia abre el baile con su novio, concede el segundo al notario y los siguientes a los jуvenes caballeros.

El contrato de matrimonio es una caracterнstica burguesa, como han demostrado Adeline Daumard y Jean-Pierre Chaline. Sуlo las gentes sin fortuna se casan sin haber establecido un contrato, en rйgimen de comunidad legal, administrado ъnicamente por el marido. Los burgueses en cambio establecen al menos un rйgimen de comunidad convencional (la comunidad legal, pero reducida a los bienes gananciales y con separaciуn de deudas), si no la separaciуn de bienes o el rйgimen dotal (en el que la mujer administra la mitad de sus bienes, mientras que la otra se constituye como dote y se pone a disposiciуn del esposo).

En Parнs, por lo general, las uniones se concluyen entre fortunas iguales. Pero, a partir de esta norma, se configuran dos tendencias: los comerciantes y los hombres de negocios aportan haberes con frecuencia superiores a los de sus esposas; por el contrario, los funcionarios y los pertenecientes a profesiones liberales tienden a casarse con mujeres mбs ricas que ellos. Bien es verdad que los funcionarios estaban muy mal pagados: un auditor del Consejo de Estado comenzaba con 2.000 francos al aсo y un juez terminaba su carrera con 6.000 francos. La misma constataciуn puede hacerse en Ruбn: un ingeniero con 75.000 francos en forma de patentes de invenciуn se casa con la hija de un hombre de negocios que le aporta 741.000 francos. La dote de la novia permite entonces que la joven pareja lleve un tren de vida de acuerdo con su rango y no con sus rentas; se equilibra con unas funciones que conservaban su prestigio y tranquilizaban con su estabilidad.

Si un joven sin fortuna podнa, no obstante, con unos diplomas y un porvenir profesional ante йl, realizar un casamiento burguйs, a la inversa, una joven burguesa sin dote tenнa todas las probabilidades de quedarse soltera. Ni pensar en que pudiese compensar la ausencia de dote con unos estudios superiores o con el ejercicio de una profesiуn cualquiera (en Francia, en 1914, habнa doce abogadas, algunos centenares de mujeres mйdicos y una cifra un poco mбs alta de profesoras en la enseсanza secundaria). La razуn estaba en que, si se ganaba la vida, perdнa su clase.

El ajuar

Durante su noviazgo, la muchacha se ocupa de completar su ajuar, que comprende a la vez su ropa personal y la de la casa. El joven, por su parte, no aporta mбs que su ropa personal. Es ella la que se ocupa de hacer marcar la ropa de la casa con las dos iniciales, primero la del apellido del marido y luego la del suyo. El ajuar representa, en principio, el 5% del importe de la dote. Segъn madame d’Alq, en 1881, el valor de la dote oscila entre los 2.000 francos, si es modesta —se cuenta todo por tres docenas, sбbanas, manteles, servilletas o toallas, fundas de almohada, delantales de servicio, etc.—, hasta 25.000 francos, si es muy rica —y en tal caso los artнculos se cuentan por doce docenas.

Pero la diferencia bбsica entre un ajuar rico y otro modesto radica en los encajes, las pieles, la ropa de casa, la finura de la lencerнa. La condesa de Pange, que se casa en 1910, tiene en su ajuar, por docenas, enaguas, calzones, cubrecorsйs, medias de hilo y de seda, guantes largos para la noche y cortos para el dнa. Tiene sobre todo tres batas de Worth, vestidos de cena y de casa, tres trajes entallados de calle, un abrigo de nutria, un zorro plateado, una estola de marta cebellina, y finalmente cuatro grandes sombreros adornados de plumas o de flores. Poseer semejante cantidad de ropa respondнa a una necesidad absoluta en una civilizaciуn rural en la que se lavaba ъnicamente dos o tres veces al aсo, en grandes tinas. La necesidad era menor en la ciudad, donde se habнan instalado lavaderos y sistemas de limpieza regular. La historia de la ropa blanca, cuyas relaciones con las de la limpieza e, incluso, con las de la percepciуn del cuerpo, ha dado a conocer G. Vigarello, posee dimensiones simbуlicas tanto como materiales. Tener ropa blanca abundante es un signo de riqueza. Todavнa en tiempos del Segundo Imperio se la exponнa a la vista, lo mismo que la canastilla y los regalos ofrecidos a la novia, hasta la vнspera de la boda. Mбs adelante, semejante exposiciуn vino a caer en desuso, con el pretexto de que era impъdico exhibir objetos de lencerнa нntima.

La canastilla

El dнa de la firma del contrato, el novio remite a su futura mujer “la canastilla” (corbeille), o sea, un cierto nъmero de regalos rituales que, en otros tiempos, se contenнan en una canastilla de mimbre forrada de raso blanco. Mбs tarde se enviaron dentro de un pequeсo mueble del estilo llamado bonheur-du-jour, algo asн como una cуmoda o bargueсo reducido. Hacia 1900 la gente se contentaba ya con estuches o cajas convencionales.

La canastilla, como el ajuar, viene a representar un 5% del importe de la dote, o hasta un aсo de renta. Contiene encajes blancos y negros, que se transmiten de generaciуn en generaciуn, que se tratan con todo esmero, que se hacen reparar y limpiar. Hay tambiйn alhajas, joyas de familia o modernas, bibelots de valor, abanicos, frascos de perfume, bomboneras, tejidos y pieles. A la cabeza de los tejidos, los chales de cachemira, muy de moda durante la monarquнa de Julio y el Segundo Imperio. Y finalmente, un misal destinado a la misa de bodas y una bolsa llena de piezas de oro nuevas, reciйn salidas de la Casa de la Moneda, que se ofrece con la frase de “Para vuestros pobres”.

Mientras que el ajuar se expone en la alcoba de la joven, la canastilla se enseсa en la sala. Cuando se trata de un matrimonio de alto bordo, los regalos adquieren proporciones enormes. En 1904, el conde y la condesa Greffulhe casan a su ъnica hija con el duque de Guiche. Despuйs de la ceremonia, los invitados se dirigen a la casa de la abuela de la reciйn casada, donde se exponen, en torno de la canastilla, los 1.250 regalos recibidos…

Los periуdicos de moda, como La Gazette des salons en 1835-1836, anuncian modelos de canastillas salidos de tal o cual taller parisiense y enumeran todo lo que contienen, desde los guantes hasta los peinadores pasando por los chales. En 1874, en La Derniиre Mode, bajo el seudуnimo de Marguerite de Ponty, describe con profusiуn nada menos que Mallarmй las diferentes alhajas que puede contener una canastilla.

La ceremonia del matrimonio

El matrimonio civil y el religioso se pueden celebrar el mismo dнa. Pero, en general, sobre todo en Parнs, donde se expone uno a los retrasos, el matrimonio civil tiene lugar un dнa o dos antes del religioso. A la alcaldнa se invita ъnicamente a los cuatro testigos y a los familiares mбs prуximos a la pareja. El novio les envнa un vehнculo a sus dos testigos y otro a los dos testigos de su novia, y luego se dirige con sus padres a casa de la joven a fin de conducirla desde allн a la alcaldнa. El alcalde o su adjunto lee las actas y el capнtulo VI del Cуdigo Civil relativo a los deberes y derechos de los esposos. Les requiere a cada uno de ellos su consentimiento. Y luego la novia es la primera que firma el acta en el registro y le tiende la pluma a su esposo, que le dice: “Gracias, seсora”.

El matrimonio civil es gratuito, pero se le da tradicionalmente al alcalde una ofrenda para los pobres del distrito o la localidad. Luego se va a comer y a pasar la tarde en casa de los padres de la novia. Una nueva moda, a finales de siglo, consiste en convertir el matrimonio civil en una ceremonia muy elegante, frecuentemente con flores, plantas verdes, una orquesta y cantores de йxito. Esta moda se introdujo en los matrimonios puramente civiles, en particular en los nuevos matrimonios despuйs de un divorcio, asн como tambiйn en los matrimonios mixtos entre catуlicos y judнos, para los cuales es imposible, a causa de la diferencia de religiуn, la organizaciуn de una ceremonia fastuosa en la iglesia.

Hay diversas clases de servicios religiosos, de 10 a 2.000 francos entre los catуlicos, de 15 a 2.000 entre los judнos, con un tipo de matrimonio “fuera de serie” por 4.000 francos. En el templo, por el contrario, la ceremonia es gratuita para todos. Segъn la clase del servicio requerido, hay derecho, en la iglesia, al altar mayor o a las capillas, a un toldo a la puerta, a flores y a luces mбs o menos lujosas, asн como a una mъsica mбs o menos grandiosa. Incluso se puede, todo es cuestiуn de precio, hacer venir artistas e instrumentaristas de la Уpera y del Conservatorio. Las grandes bodas mundanas eran por lo demбs unos espectбculos tan cotizados que a las tarjetas de invitaciуn solнa adjuntarse tarjetas de entrada en el templo, por el temor a una asistencia demasiado numerosa. Los gastos ocasionados por la celebraciуn en la iglesia corren en principio en su totalidad por cuenta del novio, mientras que el almuerzo, la cena o la merienda y el baile los pagan los padres de la novia. Pero en la prбctica, como atestiguan los archivos privados de Stackler, un gran fabricante de indianas de Ruбn, el coste global de la ceremonia se repartнa a veces entre las dos familias. Un coste que podнa ser enorme: un matrimonio en casa de los Stackler en 1899 alcanzу los 5.641 francos. Bien es verdad que se habнan enviado 3.200 invitaciones.

Las proclamas habнan sido publicadas por el sacerdote durante tres domingos consecutivos. Se necesitaba una dispensa para obtener la supresiуn de una o dos de estas publicaciones. Lo mismo que para casarse en adviento, en cuaresma o en otras fiestas especiales (por regla general no se celebraban bodas en viernes). Tales dispensas se obtienen mediante el pago de un dinero destinado a los pobres de la parroquia.

La ceremonia del matrimonio es sin duda el mбs pъblico de los ritos privados. En ella todo se halla codificado: la composiciуn del cortejo, su orden, el nъmero y la elecciуn de las damas de honor, el atuendo de los que se casan, donde triunfan el negro y el blanco, los gestos del consentimiento. El padre acompaсa a su hija hasta el altar a fin de entregбrsela al esposo. Pero, antes de pronunciar el sн sacramental, la joven ha de volver la cabeza hacia su madre como para pedirle su consentimiento. Hasta finales del siglo XIX, sуlo la esposa lleva una alianza. La alianza masculina, que es una moda extranjera, penetra en las costumbres con el paso de un siglo al otro, pero no es en absoluto obligatoria.

En provincias es tradiciуn celebrar unos festejos prolongados con ocasiуn de un enlace. George Sand, que acaba de asistir a la bendiciуn nupcial de su amigo Duvernet, le escribe a Йmile Regnault, el 29 de agosto de 1832: “Me he salvado gracias a haberme salido del templo para huir de la boda, que ha durado tres dнas y tres noches sin parar”. Se conservaba asimismo una costumbre caнda en desuso en Parнs: los garзons de noces —mozos invitados a la boda— tratan de quitarle a la novia sus ligas.

Una poetisa que se casa con un orientalista puede optar por una celebraciуn excйntrica y con formas desenvueltas. El 5 de junio de 1900, Lucie Delarue-Mardrus se casa, en la iglesia de Saint-Roch, con el traductor de Las mil y una noches diez dнas despuйs de haberse conocido. La novia va vestida de ciclista, con una blusa a cuadros y canotier. Para los testigos y la familia se requisaron los ъnicos cuatro fiacres automуviles que existнan en Parнs. ЎLa gente se amontonaba en la calle! Luego se fueron a almorzar en un gran restaurante y no salieron de viaje de novios.

Semejantes comportamientos son excepcionales. Para Jules y Gustave Simon (La femme au XXe siиcle), no hay nada que pueda reemplazar la sublimidad de una boda en la iglesia. Y se indignan de que se privara de semejante oportunidad a las mujeres durante el periodo de 1879 a 1885, durante el cual, a causa del anticlericalismo, se multiplicaron las uniones civiles: “Nosotros los hombres no podemos comprender lo que representa para una mujer su iglesia. Entrar en ella vestida de blanco, del brazo de su bien amado, a los sones del уrgano, en medio de una nube de incienso, rodeada de todas sus amistades, conmovidas y sonrientes, era el sueсo de su infancia, y habrнa de ser el recuerdo de toda su vida. No olvidarб nada, ni las flores, ni los cirios, ni los dulces cantos de los niсos del coro, ni la voz mortecina del anciano sacerdote, ni el anillo en su dedo tembloroso, ni la estola sobre su cabeza, ni la sagrada bendiciуn, ni, tras la puerta de la sacristнa, el cбlido abrazo de su madre. La inmensa felicidad de las muchachas que acaban de dejar sus muсecas es la de afanarse en el ajuar de su hermana mayor, mientras aguardan su turno. No es lнcito arrancar todo esto de la vida de una mujer”. їEs un sueсo de mujer o un fantasma masculino?

Viaje de novios

La moda del viaje de novios se difunde hacia 1830. En 1829, el Code conjugal representa, al dнa siguiente de la ceremonia, a la joven pareja ya instalada en su casa. La madre de la reciйn casada es la primera en venir a visitarlos, seguida por los parientes mбs cercanos y los amigos нntimos. Los nuevos esposos almuerzan con sus padres y madres. De modo que no salen de viaje, si bien el libro aсade: “Es una excelente costumbre la de los ingleses, que se van a pasar este mes de felicidades a algъn lugar retirado del campo. Esta moda se ha introducido en Francia desde hace algunos aсos, y no es uno de los menos afortunados prйstamos que nuestra buena vecindad les debe a aquйllos”.

La luna de miel en el campo garantiza la intimidad de las confidencias, fatalmente perturbada, si uno se queda en su casa, por obligaciones familiares y mundanas. Es tambiйn la finalidad del viaje de novios, tal como indica, en 1886, Le livre du mariage. Se declara tanto mбs partidario del viaje cuanto que los reciйn casados, gracias a las maletas que contienen cuanto es necesario, “en cualquier sitio adonde vayan, pueden crearse en unos pocos minutos un interior encantador”. Una hora despuйs de la llegada al hotel han deshecho las maletas y han instalado su nido; en pocas palabras, estбn “como en su casa”.

Partir de viaje de novios, sн; їpero cuбndo? Se enfrentan dos tendencias. Puede suceder que la joven pareja se vaya en cuanto ha concluido la ceremonia, imitando asн a los ingleses que parten bajo una lluvia de arroz y de zapatos de raso blanco. Pero tambiйn pueden esperar un poco. A finales del Segundo Imperio, la condesa de Bassanville hace notar que la partida inmediata ya no estб tan de moda. Y en junio de 1894 escribe La Grande Dame: “ Ya no se pone uno en camino inmediatamente despuйs de la ceremonia; eso se ha vuelto burguйs. Ahora, el marido lleva a su mujer a sus tierras o al nido que le ha preparado despuйs de haber estudiado bien sus gustos, cuando no son los padres quienes abandonan, durante algunos dнas, su propia habitaciуn, para dejar a su aire a los jуvenes esposos”. Serб seis semanas o dos meses mбs tarde cuando la pareja salga de viaje.

La ъltima palabra y lo mбs chic, a comienzos del siglo XX, es renunciar a este viaje ulterior e instalarse de incуgnito en un gran hotel parisiense. En todo caso, el viaje a Italia llegу a hacerse tan tradicional que las gentes que aspiraban a desmarcarse del comъn de los mortales buscaban otros horizontes, Suecia o Noruega, por ejemplo, patrias del idealismo nуrdico. Ibsen y sus torturadas heroнnas alcanzaron entonces un notable йxito…

En la prбctica, y aun cuando no falten quienes lo encuentren vulgar, el viaje a Italia es un rito muy arraigado. Las agencias de viajes lo anuncian o bien por Estrasburgo y Suiza, o bien por Lyon y la costa mediterrбnea. Italia o las orillas del Mediterrбneo aparecen como el destino ideal para unos reciйn casados. El espacio italiano es el espacio amoroso. La dulzura del clima, la belleza del paisaje, el peso del pasado histуrico y artнstico, la presencia de la Iglesia, todo ello contribuye a crear una difusa atmуsfera de sensualidad: lo estйtico y lo sagrado permiten la exaltaciуn del corazуn y del cuerpo. El recuerdo de Romeo y Julieta sigue rondando aъn por Verona.

Los paнses “donde florece el naranjo” sugieren la bъsqueda y el hallazgo de la sensualidad. Piйnsese en el brutal descubrimiento que lleva a cabo Jeanne, la heroнna de Une vie, en el curso de sus andanzas por las montaсas de Cуrcega durante su viaje de novios. El calor y la violenta belleza del paisaje trastornan la carne y el alma, y permiten la irrupciуn del goce. Tal vez late una contradicciуn entre los arranques de sensualidad del viaje de novios y la sexualidad conyugal ulterior.

Camille Marbo, que se habнa casado en octubre de 1901 en Saint-Germain, partiу para Italia con su esposo. Su viaje iba a durar seis semanas. Ella considera que es una costumbre “bбrbara”: “Una mezcla de sobresaltos fнsicos, fatiga y asombro causada por las excursiones y las visitas a monumentos y museos”. Su marido lo quiere ver todo, a ella le cuesta seguirle, se halla muy pronto encinta y regresa agotada. Tiene un aborto y se queda estйril. Por esta razуn los mйdicos sostienen, por esta йpoca, que serнa preferible no querer mezclarlo todo. Los reciйn casados deberнan pasar en el campo los primeros tiempos de su vida comъn, a fin de descubrirse en calma el uno al otro. Sуlo mбs tarde podrнan partir para un viaje cuyas ventajas aprovecharнan mucho mejor.

Este razonamiento, en el plano lуgico, es irrefutable. Pero no tienen en cuenta el papel simbуlico que juega el viaje de novios. Marcel Prйvost, en las Lettres а Franзoise (1902), defiende el viaje de novios tradicional, que representa el valor de “acrecentar esa dosis de esperanza y de entusiasmo que tan necesaria les es a dos seres que van a caminar juntos por la vida”. Lo mismo si la noche de bodas ha representado una decepciуn que si ha sido un йxito, lo importante es que el viaje deje huellas en la memoria y atestigьe un momento esencial de la existencia. Tanto para la blanca novia como para la esposa bajo sus velos, de lo que se trata es de crear recuerdos mediante la fijaciуn de unas imбgenes. Las ceremonias parecen hallarse mucho mбs organizadas en torno de la novia que del novio o la pareja. La boda ha de ser ante todo el mбs hermoso dнa de su vida para ella. La importancia de la ceremonia realza el papel que, con la exclusiуn de la vida pъblica, tiene la mujer en la esfera privada.







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