De lo conyugal a lo familiar

Una vez casados, puede decirse que casi no vuelve a discutirse la estructura conyugal. El divorcio sigue siendo algo marginal. Segъn el censo de 1901, hay 53 franceses divorciados de entre 10.000 casados de dieciocho a cincuenta aсos; y 70 francesas divorciadas entre 10.000 casadas de quince a cuarenta y cinco aсos.

Se da un gran valor a la intimidad entre los esposos. Cada vez con mayor frecuencia duermen ambos en la misma habitaciуn y en un gran lecho comъn. Las razones a favor de las alcobas separadas han desaparecido. Mientras que madame Pariset las aconsejaba vivamente en 1821, ya no queda ninguna huella de semejantes consejos en la ediciуn corregida de su obra en 1913. El ejemplo viene de lo alto: Luis Felipe, cuando les enseсaba a sus visitantes sus habitaciones les mostraba orgullosamente el lecho que compartнa con la reina Marнa Amelia, su esposa. En su intimidad, la pareja burguesa se tutea y se da de buena gana diminutivos afectuosos, ridнculos a la vez que sorprendentes. Cйsar Birotteau llama a su mujer “Mimi”, “mi blanca nena bonita”, “mi gatita querida”.

Despuйs del matrimonio, el tiempo de la vida privada se vuelve por entero hacia el hijo. Muy pronto, empieza a aguardarse el embarazo, la llegada del bebй; luego viene el bautizo, la educaciуn y todo lo que lleva consigo, su instrucciуn y sus juegos. El ritmo de vida de la cйlula familiar se modela sobre su evoluciуn. Se tienen pocos hijos (Paul Vincent ha demostrado que, entre las mujeres nacidas en 1881, mбs de la mitad, una vez casadas, no tuvieron mбs de dos hijos), pero йstos se convierten en un capital afectivo y social.

El mismo movimiento que lleva a una mayor intimidad conyugal conduce tambiйn a una mбs estrecha intimidad familiar. Paternidad y maternidad son valores en alza. Lo constatan los Goncourt en su Journal del 26 de marzo de 1860: “El niсo no estб ya relegado, junto con la mujer, al gineceo de otros siglos. Se le exhibe cuando no es aъn mбs que una criatura. Se ostenta orgullosamente el ama de crнa. Es como un espectбculo que se ofrece de uno mismo y una ostentaciуn de producciуn. En una palabra, se es padre de familia como se era, hace casi un siglo, ciudadano, con grandes alardes”.

Si un padre se enorgullece de la exhibiciуn de su progenitura, tal como lo caricaturiza Daumier, se siente igualmente dichoso, en la intimidad, de dejarse arrastrar a juegos y caricias. Eugиne y Marie Boileau acogen cada maсana en su lecho conyugal a sus hijos, que acuden a darles los buenos dнas en camisуn. Las cartas de Marie, cuando Eugиne estб de viaje, dan una idea de tales encuentros matinales: “ЎSi pudieras contemplar todas las maсanas la camada entera sobre mi lecho! Hacen que me sienta perezosa, estos crнos tan queridos. A ver quiйn pone mejor cara. Jane me echa al cuello sus bracitos [tiene dos aсos y medio], y aparta al que pretenda abrazarme. Le pega y le araсa diciйndole: ‘Yo soy la ъnica que quiere a mamб’, con su voz zalamera, y luego me abraza con todas sus fuerzas. Si estuvieras aquн, mi querido tontorrуn, quй dichosa me sentirнa, o mejor quй felices nos sentirнamos todos” (1883). Se exalta incesantemente la maternidad, y se la designa como la ъnica funciуn verdaderamente gratificante para una mujer.

Los hijos nacen y crecen. El bautizo y la comuniуn, que seсalan su ingreso en la comunidad cristiana, se transforman, a lo largo del siglo XIX, en reuniones de familia, en ocasiones de asegurar su vitalidad y de estrechar sus lazos.

Despuйs de la Revoluciуn, que confiу al Estado los registros del estado civil, cuando un niсo nace, su padre ha de acudir en los tres dнas siguientes a la alcaldнa del distrito donde ha tenido lugar el nacimiento, en compaснa de dos testigos domiciliados allн, para inscribirlo. El mйdico encargado de los nacimientos acude a su vez a constatar la existencia y el sexo del niсo dentro de las veinticuatro horas que siguen a la inscripciуn.

Bautizo

El bautismo ha de administrarse tambiйn, en principio, en el plazo de tres dнas. En 1859, el Dictionnaire universel de la vie pratique а la ville et а la campagne afirma que no puede diferirse sin alguna razуn grave. Pero la obligaciуn religiosa no dejarб de evolucionar bajo la presiуn familiar. A fin de que la joven madre pueda asistir a la ceremonia se aguardarб de seis semanas a dos meses o incluso tres antes de organizarla. Si la vida del bebй inspira alguna inquietud, se le administra el bautismo de urgencia inmediatamente despuйs del nacimiento. Asн, Claire P. de Chateaufort, que habнa dado a luz el dнa 11 de enero de 1903, advierte que su hijo Albert fue bautizado urgentemente por el abate Demange el 17 del mismo mes. El bautizo solemne tuvo lugar el domingo 15 de febrero, dнa en que se ofreciу un gran almuerzo.

La costumbre requiere que el niсo reciba tres nombres: el primero, de sus padres; los otros dos, de su padrino y de su madrina. En el templo, durante la ceremonia, el padrino se coloca a la derecha de la mujer, que sostiene al niсo, y la madrina a la izquierda. Ambos extienden una mano sobre йl, y sostienen con la otra los pliegues de su vestimenta, como ademбn simbуlico. Y responden a las preguntas del sacerdote: “їQuй pedнs?” “Pedimos el bautismo”, etc. Finalmente, firman el acta y se dirigen, junto con los demбs invitados, a la comida a la que los ha convidado el padre de su ahijado.

Padrino y madrina se hallan obligados a hacer los regalos tradicionales, pero los que le corresponden al padrino son mucho mбs importantes. Ambos tienen como funciуn oficial asegurar la educaciуn cristiana de su ahijado, en caso de desapariciуn de sus padres. Pero son sobre todo los encargados de obsequiar al niсo con determinados regalos ritualizados. Como las hadas buenas, han de inclinarse sobre la cuna del niсo, presentarle ofrendas de bienvenida y jalonar mбs tarde con regalos su niсez y su adolescencia.

Figuran en primera lнnea en las fiestas de familia, a la que pertenecen por doble tнtulo. La tradiciуn en efecto consiste en escoger como padrino del primer hijo al abuelo paterno y como madrina a la abuela materna. Y luego habrбn de ser padrino y madrina del segundo hijo el abuelo materno y la abuela paterna. Si los abuelos han fallecido, se escoge en ambas lнneas al pariente mбs prуximo, preferentemente a los ascendientes. La acumulaciуn de la funciуn de abuelos y padrinos constituye un buen ejemplo de la autarquнa familiar.

Primera comuniуn

La primera comuniуn le disputa al matrimonio el tнtulo del “dнa mбs hermoso de la vida”. Que es por otra parte la definiciуn que del mismo ofrece Flaubert en el Dictionnaire des idйes reзues. Aquйlla prefigura en no pocos aspectos el matrimonio, ya que el compromiso exigido por el sacramento se escenifica ante la comuniуn en su conjunto. El espectбculo se orquesta de forma que resulte a la vez emocionante para los actores, los comulgantes y los espectadores: “Sus padres, su madre sobre todo, asisten enternecidos a este primer acto de su vida religiosa y sienten despertarse en ellos los impulsos de su amor inagotable”, escribe en 1841 el Dictionnaire de conversation а l’usage des dames et des jeunes personnes.

La emociуn nace por una parte de la espera del gran dнa y de su larga preparaciуn; por otra, de la solemnidad de la fiesta. Йlisabeth Arrighi hizo su primera comuniуn a los doce aсos, el jueves 15 de mayo de 1879, en la iglesia de Saint-Germain-des-Prйs. Algunos dнas antes del comienzo del aсo 1879 escribнa ya: “Aсo de mi primera comuniуn”. Hablaba en particular del catecismo, en que obtuvo muy buenos resultados; tuvo derecho al “gran diploma” y a las felicitaciones de los seсores curas. El jueves 8 de mayo recibiу ya algunos obsequios, un libro de misa blanco, un neceser de marfil, un crucifijo y algunos libros de piedad. El sбbado 10 confiaba a su diario su deseo de que su padre comulgara con ella el dнa de su primera comuniуn. Los dнas 11, 12 y 13 fueron jornadas de retiro. El 14 hizo una confesiуn general. Йlisabeth se muestra llena de escrъpulos: se reprocha haber fastidiado a su hermana menor y pide por ello perdуn a Dios. El domingo 18 de mayo relata ampliamente la ceremonia del jueves. Cбnticos, уrgano, muchedumbre, procesiуn de muchachas vestidas de blanco: sus imбgenes se mezclan con la intensidad de la plegaria y suscitan la exaltaciуn: “ЎOh! Recordarй durante toda mi vida la emociуn que he experimentado en estos instantes”. Se dirige “toda temblorosa” hacia la santa mesa, cae de rodillas, adora a Dios, recibe la sagrada forma y luego vuelve a su sitio a abismarse en plegarias y acciones de gracias. Se siente extasiada: “Escuchaba la voz de Dios que me hablaba al alma, que me decнa a cada minuto: ‘Estoy en ti, tъ me posees’”. Lenguaje amoroso de turbaciуn interior que, por su parte, aproxima la primera comuniуn al matrimonio.

Durante el siglo XIX, la primera comuniуn se hace tradicionalmente a la edad de doce aсos mбs o menos. En el siglo XIII, el Concilio de Letrбn habнa decidido que los niсos comulgaran por primera vez a la edad de la razуn o de la “discreciуn”, o sea, cuando podнan distinguir el bien del mal y el pan eucarнstico del pan ordinario. El Concilio de Trento, en el siglo XVI, hace suya de nuevo la nociуn de edad de la “discreciуn” y los doctores fijaron para esta edad un periodo que va de los nueve a los trece o catorce aсos. Poco a poco, se fue tendiendo hacia el lнmite superior mбs que hacia el inferior.

A lo largo del siglo XIX, la Iglesia discutirнa lo bien fundado de tal decisiуn. Hacia 1853, los concilios provinciales de Albi, de Toulouse y de Auch publican algunas advertencias; es preciso que los niсos hagan su comuniуn oportunamente, “a la edad en que, sabiendo ya discernir el cuerpo del Seсor, conservan su primera inocencia exenta aъn de las contaminaciones del vicio”. Pнo IX a su vez condena la primera comuniуn en edad tardнa y uniforme, tal como precisa el cardenal Antonelli en una carta dirigida a todos los obispos de Francia, el 12 de marzo de 1866.

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